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 Mis piernas eran arrastradas hasta el fondo del callejón, mi mochila termino en el suelo, logre sentir como mi espalda fue golpeada con la pared de ladrillos, el dolor fue fuerte que no pude evitar jadear de dolor, me tomo de la mandíbula abriendo mis piernas colocando una de sus piernas dentro de ellas, con una mano pudo sostener mi cuerpo, estaba acorralada.

Su aroma a marihuana se podía inhalar, además del alcohol, me escaneo de pies a cabeza, relamió sus labios: su cuerpo era mucho más grande que el mío y claro que el tamaño de fuerza se puede hacer notar. Grité de dolor cuando apretó mi cuello, el oxígeno se iba de mí, buscaba alguna forma de poder escapar, sin embargo, no lo encontré.

Lo peor que puse sentir fue la sensación de como mu sudadera fue destrozada con su mano, mostrando que debajo solo llevaba mis sostén, mis lagrimas no tardaron en llegar, claro que tenia miedo, más de lo que pensé. Sus manos me tocaron del abdomen.

No quería, de verdad que no.

Su lengua corrió mi mejilla hasta mi cuello, su risa era lo que más odiaba en este momento, no tenia de otra iba a pasar, no había ningun alma, pero, cuando todas mis esperanzas se fueron, pude sentir como me soltó. Mi cuerpo cayo al suelo sintiendo el frio, con la sudara rota trate de cubrir mi cuerpo, lo más que pude: temblando de miedo, de dolor.

El hombre fue empujado del otro lado, un sujeto vestido completamente de negro lo aventó hacia donde se encontraba la basura, fue pateo dos, tres, cuatro, cinco o seis veces, así como al golpearlo, aunque, lo siguiente que vi fue como aquella persona saco una navaja comenzo atacarlo. Mi cuerpo no me respondía, estaba en shock.

Sin embargo, lo arrastro como si fuera un animal, quedo frente a mí dándome cuenta que tenia golpes en su rostro, la sangre escurría se su boca, lo siguió arrastrando hasta que una camioneta se detuvo en la esquina al cual lo subieron. Lo ultimo que pude ver fue como la persona que me salgo volteo a verme antes de subir.

Al quedarme sola, mi pecho subía y bajaba, baje mi cabeza tratando de asimilar lo que ocurrió, en eso, mire como el conejito blanco camino hasta donde estaba, lleve mi mano a mi pecho, ¿Qué fue lo que acaba de pasar?

Me puse de pie tomando mi mochila, mire al conejito el solo movía su nariz, sin pensarlo mucho lo tomé y corrí con el hasta llegar a casa, como siempre mamá no estaba y fue como pude soltar el llanto mejor, fui al baño quitándome la ropa, entre a la ducha limpiando cada parte que me toco, fue lo más asqueroso y repugnante que me ha pasado, talle mi cuerpo con toda la fuerza que tenia y como pensé llore en la ducha.

Al terminar seque mi cabello, tomé el sesto de ropa sucia en la cual metí, salí al pateo de atrás, tome el encendedor y prendí fuego mientras me sentaba atrapando mis piernas, en eso, al estar en el pasto pude ver como el conejo llego hasta donde estaba, lo tomé en mis brazos colocándolo en mis piernas, fue cuando me di cuenta que tenia un poco de sangre.

Deje que el fuego siguiera hasta que por sí solo se apagó, el conejo se quedo dormido en mis brazos lo cual me pareció extraño, no podía dejarlo en ese callejón, pero ¿Qué hacia un conejo en medio de un barrio sin luces? Al entrar a casa fui a mi habitación, borre y tire todo lo que queme para que mamá no se diera cuenta, me tumbe sobre mi cama, el conejo se quedo a mi lado, sin embargo, me di cuenta que la ventana de mi habitación estaba abierta.

Gire y me senté sobre la cama, dándome cuenta de que había una caja de regaló en el suelo, me acerque, quedando de rodillas, quite la tapa y vaya mi sorpresa; en el interior se encontraba la cabeza del hombre que intento abusar de mí, la sangre escurría mucho, lleve mis manos hacia mi boca evitando gritar, el susto había sido lo peor. Mire una nota pegada en la caja.

~No permitiré que ningun hijo de puta te toque...

¿Qué?

Aunque, de nuevo, pude sentir como me observaban me puse de pie y en la esquina de mi habitación se encontraba, tire la nota al darme cuenta de que en sus manos tenia al conejo, al cual estaba acariciando mientras lo llenaba de sangre, se acerco más, saliendo de su escondite. Mi cuerpo de nuevo se estaba congelando, a este paso podre sufrir de diabetes a temprana edad o de un ataque al corazón.

La distancia entre nosotros fue corta, una lagrima salió de mi ojo navegando por mi mejilla la cual limpio con uno de sus dedos, manchándome de sangre. Esta ocasión llevaba un antifaz, no estaba la máscara. Volteo a ver la caja soltando una risa, después me observo a mí.

—No dejare que nadie te toque, quien se atreva hacerlo... lo matare con mis propias manos, muñeca—su voz sonó de lo más neutral.

—¿Cómo sabias que estaría ahí? — no mentiría en decir que hable con temor, trate de sonar lo más calmada que pude, pero, mis lagrimas no lo daban a demostrar.

—Casualidad...— coloco el conejo sobre su hombro, en eso, note como veía el conejo de peluche que tenia en mi cama, soltando una risa de lado.

Lo siguiente que sentí fue como me acorralo sobre la pared, una de sus manos se recargo en dicha pared y con la otra me sostuvo de la cintura. Acaricio mi mejilla lentamente, cortando distancia entre nosotros, sus besos fue lo primero que sentí: sus labios besaron mi mejilla, me atrajo hacia el besándome lentamente, buscando una forma de relajarme, no me negué, mi vista estaba sobre la cabeza del hombre que hace unas horas quiso atacar mi vida.

Pero, su mano toco mi mandíbula abultando mis mejillas, resaltando mis labios para que así, toda mi atención lo tuviera él.

—No pienses en eso, quiero que entiendas una sola cosa, muñeca— sus ojos...— quien se atreva mirarte, hablarte o acercarse, lo matare. Me perteneces a mí, a nadie más, eres como una muñequita de porcelana: las muñecas de porcelana son lindas, cautivadoras, frágiles, difícil de conseguir... así que debo de cuidarte.

El miedo nos paraliza y nos hace fijar toda nuestra atención en el estímulo desencadenante.

Además, en aquellos casos en los que sea necesario nos facilitará las conductas defensivas: un aumento de la presión cardiaca, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura corporal, aumento de conductancia de la piel, aumento del tono muscular llegando incluso al agarrotamiento.

El miedo nos paraliza, nos bloquea emocionalmente y nos dificulta disfrutar en muchas ocasiones de los pequeños o grandes placeres de la vida

—Por eso, eres mi muñeca, mi muñequita...— acaricio mi mejilla, captando toda mi atención, tal y como quería. 

 

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THE KILLER [+18 JK] Editada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora