No encontraba la forma de decirle a Isaías que no quiero que me lleve a mi casa y vea mi condición, aunque él sabe que yo soy humilde, pero me da algo de vergüenza, por así decir. Y ahora estoy en su moto, con mis brazos rodeando su cintura y sintiéndome en la gloria con su cercanía.
Pero vamos, seamos realista, no le gusto ni una mierda, ni un poquito. Por eso es que quiere ser mi amigo y aunque yo le tenga ganas (que no es novedad) él no se da cuenta o me rebota como pelota sabiendo que me descontrola mirarlo.
—Isaías me gustaría que no me lleves directamente a mi Cartón, es que es un barrio peligroso y mi hermano es muy celoso, neta, querrá pelear contigo —exclamo en su oído porque la brisa golpea mi voz y palabras.
—Pero le dirás que somos amigos...
—Si Güero, pero él no se anda con esa, si me ve contigo podría sacarte su navaja y hacer que nunca regreses.
—Bueno, ¿y donde te dejo?
Veo que estamos casi llegando por mi barrio y mi casa.
—Puedes dejarme en la tienda de la esquina —respondo.
—Bien.
Me siento más aliviada.
Isaías sigue derecho y dobla a la derecha porque le estuve explicando por donde era.
—Aunque quiero llevarte sana y salva me tendré que ir rápido porque debo llevarle unas quesadillas a mi mamá, aprovechando que ando por aquí —me dice y asiento sin prestarle tanta atención.
—Déjame aquí —le digo dándome de cuenta que no hay peligro para mi.
Se detiene ante la tiendita de Don Tito y lo peor es que le debo unos doscientos pesos que tendré que pagar ahora mismo.
—Gracias Isaías por traerme —le digo entregando su casco y lo toma mientras sonríe.
—A ti por permitirme tu amistad.
Y dale con la misma mierda.
—Ah si, igual.
Me acerco y le doy un abrazo que corresponde y cuando quise darle un beso en la mejilla, sin querer giró su rostro y nuestros labios tuvieron un leve roce. Nos separamos porque ahora se me subió la calentura.
—Lo siento, fue sin querer. —queriendo, pienso para mi y sonrío apenada.
—Suele suceder, bueno me tengo que ir, ¿te cuidas?
—Si, me pondré un collar de perro —bromeo y se ríe.
—Cuidate del Brayan —bromea y le doy un manotazo en el brazo logrando que se ría más fuerte—. Era broma.
—Lo sé, pero la próxima lo piensas.
Me alejo mientras enciende la moto y se despide para luego irse.
Miro hacía atrás y veo a don tito atendiendo a una señora y camino lentamente para irme pero me ve y pone los ojos en blanco.
—¡Tiana pagame! —grita y salgo corriendo como si mi vida dependiera de eso. No puedo pagarle ahora, será luego, tengo que irme de aquí—. ¡ Pinche ratera mala paga! —grita y le saco el dedo.
—¡Chinga tu madre, pendejo! —exclamo corriendo hasta perderlo de vista.
Algunos chismoso se quedan mirando y quieren detenerme para hacerme preguntas estúpidas y en cuanto estoy llegando veo a mi hermano con su grupo de vagos y mi abuela en su pequeño puesto vendiendo quesadillas y tamales.
ESTÁS LEYENDO
actriz por accidente (Terminada)
Roman d'amourTiana Villalba, una una chica de 25 años que no cuenta con un trabajo para sustentarse. Cansada de la agonía del día a día que la aflige en la misma rutina, le pide a Dios que le conceda un buen empleo en donde ella se adapte fácilmente. Y como...