12- cagandola como siempre

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No encontraba la forma de decirle a Isaías que no quiero que me lleve a mi casa y vea mi condición,  aunque él sabe que yo soy humilde,  pero me da algo de vergüenza,  por así decir.  Y ahora estoy en su moto,  con mis brazos rodeando su cintura y sintiéndome en la gloria con su cercanía. 

Pero vamos,  seamos realista,  no le gusto ni una mierda,  ni un poquito.  Por eso es que quiere ser mi amigo y aunque yo le tenga ganas (que no es novedad)  él no se da cuenta o me rebota como pelota sabiendo que me descontrola mirarlo. 

—Isaías me gustaría que no me lleves directamente a mi Cartón, es que es un barrio peligroso y mi hermano es muy celoso, neta,  querrá pelear contigo —exclamo en su oído porque la brisa golpea mi voz y palabras. 

—Pero le dirás que somos amigos...

—Si Güero, pero él no se anda con esa,  si me ve contigo podría sacarte su navaja y hacer que nunca regreses. 

—Bueno,  ¿y donde te dejo? 

Veo que estamos casi llegando por mi barrio y mi casa.

—Puedes dejarme en la tienda de la esquina —respondo.

—Bien.

Me siento más aliviada. 

Isaías sigue derecho y dobla a la derecha porque le estuve explicando por donde era. 

—Aunque quiero llevarte sana y salva me tendré que ir rápido porque debo llevarle unas quesadillas a mi mamá,  aprovechando que ando por aquí —me dice y asiento sin prestarle tanta atención.

—Déjame aquí —le digo dándome de cuenta que no hay peligro para mi. 

Se detiene ante la tiendita de Don Tito y lo peor es que le debo unos doscientos pesos que tendré que pagar ahora mismo. 

—Gracias Isaías por traerme —le digo entregando su casco y lo toma mientras sonríe. 

—A ti por permitirme tu amistad. 

Y dale con la misma mierda. 

—Ah si,  igual. 

Me acerco y le doy un abrazo que corresponde y cuando quise darle un beso en la mejilla,  sin querer giró su rostro y nuestros labios tuvieron un leve roce.  Nos separamos porque ahora se me subió la calentura. 

—Lo siento,  fue sin querer. —queriendo,  pienso para mi y sonrío apenada.

—Suele suceder,  bueno me tengo que ir,  ¿te cuidas? 

—Si,  me pondré un collar de perro —bromeo y se ríe.

—Cuidate del Brayan —bromea y le doy un manotazo en el brazo logrando que se ría más fuerte—. Era broma. 

—Lo sé,  pero la próxima lo piensas.

Me alejo mientras enciende la moto y se despide para luego irse.

Miro hacía atrás y veo a don tito atendiendo a una señora y camino lentamente para irme pero me ve y pone los ojos en blanco.

—¡Tiana pagame!  —grita y salgo corriendo como si mi vida dependiera de eso.  No puedo pagarle ahora,  será luego, tengo que irme de aquí—. ¡ Pinche ratera mala paga!  —grita y le saco el dedo.

—¡Chinga tu madre,  pendejo!  —exclamo corriendo hasta perderlo de vista. 

Algunos chismoso  se quedan mirando y quieren detenerme para hacerme preguntas estúpidas y en cuanto estoy llegando veo a mi hermano con su grupo de vagos y mi abuela en su pequeño puesto vendiendo quesadillas y tamales. 

actriz por accidente (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora