19- escena indesperada

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Estando en casa más tranquila  viendo a mi familia feliz y cómoda,  me aseguré que nos les faltara nada. 

Gracias a Isaias mi hermano consiguió un mejor trabajo reparando y supervisando en su negocio con una buena paga.  Si vieran el rostro de felicidad que tenía cuando obtuvo el trabajo,  sintieran la misma emoción que yo. 

Fernando tuvo que viajar y por eso no pudimos vernos como acordamos y yo me negaba a decírselo por teléfono porque sería como huir de mis problemas y ser una completa cobarde cuando es obvio que nos veremos en cada escena que hagamos y que será muy incómodo tener una escena íntima o de besos cuando Isaias es quien graba. 

No soy novia de Isaias,  él no me lo ha pedido y yo tampoco a él,  estamos conociendonos mejor y eso es para mi es favorable en todos los sentidos. 

Y la Santa perra del mes me había llegado,  es bueno que llegue,  por ejemplo,  cuando no te protege o cuando te falla el anticonceptivo,  pero yo que me protejo y verla llegar,  es una maldición.  

Tenía que tomar calmantes para calmar los dolores y concentrarme en los guiones mientras práctico ante mi espejo,  aunque a veces pongo a mi hermano a hacer la escena de los demás o hasta el mismo Isaias.

Y a veces de madrugada dormía incómoda con abuela y mi hermano,  así que me escapaba y me iba a donde Isaias,  él calmaba mi dolor haciéndome masajes y preparándome algún té,  luego jugábamos haciéndonos cosquillas,  dándonos besitos. 

Y ahora una noche más antes de amanecer y empezar mi labor,  nos encontramos en su cama,  con las luces apagadas y sólo pequeñas estrellas se muestran en el techo gracias a una lamparita con sus figuras.  Elevo mi mano y él la suya tomando la mía.

Me giro y nos miramos. 

—Eres bella,  Tiana —susurra.

—¿Qué quieres de mi,  señorito?  —inquiero en voz baja. 

—A ti,  completa. 

Sonrío.

—¿No te vas a enojar o ponerte celoso por las escenas con Fernando? 

—Para nada,  en  siendo que sea solo trabajo y tú —pica mi nariz con su dedo—,  no te ande aprovechando de las escenas. 

Me río con una sonora carcajada.

—Ya no seré tan traviesa,  lo prometo.  Pero me sentiré incómoda hacer ciertas escenas contigo al lado.

—Es cuestión de trabajo.

—¿Y por qué antes me celabas cuando eso sucedía? 

—Porque no estabas trabajando,  te aprovechabas de las escenas y aunque no debí haberme sentido así,  era algo inevitable.  Siempre me habías gustado y mi baja autoestima me impedía decírtelo.  Me sentía menos que él,  y creo que aún lo siento. 

—No,  no puedes decir eso,  no eres mejor ni peor que él,  eres tú:  único,  perfecto a tu modo.  Me gusta porque me comprendes,  contigo soy yo,  con los demás tengo que fingir ser otra.  ¿Lo comprendes? 

Acaricia mi mejilla  y se acerca más a mi. 

—Si,  y me siento afortunado de conocerte.  Eres mi inspiración. 

—Mmm,  ¿somos amigos? 

Se ríe.

—Pensé que ya eras mi mujer —bromea y me río.

—Es en serio.

—En serio,  pensé que éramos novios. 

—Estás loco,  nunca me lo pediste.

actriz por accidente (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora