Abrí la puerta de mi auto, metí la maleta y emprendí mi rumbo. No sabía exactamente donde iba, solo quería escapar de mi vida por un momento, quería dejar atrás todo lo sucedido y olvidar ese amargo momento.
Luego de haber conducido por tres horas decidí alojarme en un motel, necesitaba descansar. Me acerqué a la recepción, y mientras me registraba, sonó la campanilla de la puerta, era un hombre, muy guapo por cierto, de cabello claro, alto y muy bien vestido, se puso a mi lado y pidió una habitación, justo en ese momento me dieron mi llave así que subí a la habitación sin saber si quiera su nombre.
¿Por qué me molestaba en pensar que no había conocido su nombre? Seguramente un hombre guapo como él se fijaría en mí, solo estoy perdiendo mi tiempo, ¡al diablo el amor! No vale la pena.
Ya era de día, debía continuar el viaje, así que salí del motel y me quedé afuera mirando el camino a recorrer, solo se veían las montañas y arbustos a lo lejos, y fue cuando sentí que la puerta del motel me golpeó la cabeza.
-¡Aaw! -exclamé, girándome para ver quién había sido.
-¡Disculpa, disculpa! -dijo un hombre acariciándome la cabeza. ¿Estás bien? -me dijo, muy preocupado.
-Eh, si -dije tocándome la cabeza confundida, era el chico guapo de la noche anterior. Tenía unos profundos ojos azules que no dejaban de mirarme.
-Qué bueno -dijo y sonrió con sus dientes perfectos. Eh, ¿necesitas algo, que te lleve a algún lugar? -dijo, amablemente.
-Eh, no, gracias, estoy bien -dije con una sonrisa algo falsa.
-Bueno, entonces me retiro, que estés bien... ¡y disculpa! -dijo, mientras se dirigía a su auto caminando acelerado.
Lo vi irse y eso fue todo. Suspiré, y me metí al auto. Debía continuar mi camino.
A medida conducía, más hermoso era el paisaje y más tranquila me sentía. Conduje alrededor de dos horas cuando sentí hambre y decidí detenerme a comer algo. Luego continué mi camino, y dos horas después me di cuenta de que ya había llegado bastante lejos, mi vida estaba a siete horas de donde me encontraba, era tiempo de quedarme.
En muy poco tiempo, estaba en un hermoso pueblo costeño, con gente sencilla y despreocupada, era el lugar perfecto para renovar energías. Me registré en una residencial, me cambié de ropa y decidí dar un paseo por la playa.
El clima era perfecto, ya que no tolero demasiado el calor. Caminé por la arena, disfrutando del paisaje, sin pensar en nada. Luego fui a comer a un restaurante cerca de la playa, cuando entré, un chico me golpeó el hombro con el suyo, no me vio, ya estoy acostumbrada. Tenía un parecido al chico del motel. ¿Por qué seguía pensando en él?
Comí delicioso, un enorme atún y me atendieron muy bien.
Luego volví a la residencia a descansar, tomé uno de los libros que había en la sala común, "Once Minutos" de Paulo Coelho, y cuando iba subiendo por las escaleras volví a ver al chico del motel, o eso es lo que creí.
Entré a mi habitación, me tendí en la cama y comencé a leer. Estaba durmiendo, cuando sentí que golpeaban a mi puerta, me levanté a abrir y no lo podía creer. En frente de mí y en bañador, estaba el chico guapo del motel.
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Septiembre©
RomanceAnna, una diseñadora de 32 años, ha pasado la última década en soledad. Cuando ya había perdido completamente las esperanzas de encontrar el amor, conoce a Thomas un hombre guapo y publicista, hijo del dueño de la agencia donde trabaja. Ambos se gus...