Capítulo VII: Una Mala Noticia

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Llegué al restaurante y me acerqué a la recepción.

-Buenas tardes, busco al señor Thomas Hammilton, soy Anna Brown.

-Buenas tardes señorita Brown -me dijo el metre. Acompáñeme por favor.
Y lo seguí hasta la mesa donde me esperaba Thomas.

Subimos hasta el tercer piso y nos dirigimos a una mesa que se encontraba en el balcón del restaurante. Se notaba que Thomas era un cliente muy especial en "BlueOcean".

A penas me vio, Thomas se puso de pie y me sonrió emocionado.

El metre me acomodó la silla y dijo que volvería pronto a tomar la orden. Thomas se sentó y seguía sonriendo emocionado.

-¿Cómo estás Anna? No puedo creerlo -me dijo emocionado cubriéndose la boca con su mano. Jamás me imaginé que volvería a verte, ni mucho menos que trabajaríamos juntos -dijo mientras seguía mirándome sin poder creerlo.

-Lo sé Thomas, yo también estaba muy emocionada, hasta que sentí que me ignorabas -le dije seria. Thomas, ¿por qué te fuiste así, por qué me dejaste allí y te fuiste sin avisar? ¿Por qué me diste a entender en tu carta que no nos volveríamos a ver jamás? -dije muy triste.

Thomas se acercó a mí con la silla, con una mano tomó la mía, y con la otra me tocó la mejilla.

-Anna, no te pongas así, ya habrá tiempo de explicar. Ahora disfrutemos la cena ¿bien? -me dijo con un tono cariñoso. No sabes lo feliz que estoy en este momento -me dijo mientras se me quedó mirando fijo y muy serio, se me acercó lentamente, sentía su respiración muy cerca de mí, y me besó la mejilla. ¿Me regalas una sonrisa? -dijo sonriendo y yo también sonreí.

Llegó el metre a tomar la orden y también trajo una botella de su mejor vino. Bebimos y comimos como la primera vez, conversando y riendo, pero sin tocar el tema. Fue como volver a ese día sábado en la noche. Me tomaba la mano y me miraba fijo. Me ponía muy nerviosa pero no me atreví a besarlo, aún me encontraba muy confundida, necesitaba las respuestas a las preguntas que le hice antes de la cena.

Luego de dos horas habíamos terminado, cuando de repente él se puso serio y comenzó a hablar.

-Bueno Anna, yo te cité aquí para decirte algo muy importante.

Me puse muy nerviosa, no sabía que era eso tan importante, así que escuché atenta.

-Anna, lo que vivimos juntos ese fin de semana fue muy agradable. Quería que guardaras esos recuerdos para siempre, pero como ahora estamos trabajando juntos, creo que las cosas van a tener que cambiar -me dijo muy serio, mientras miraba los edificios que se lograban ver desde el balcón.

Yo me puse muy emocionada, ¿qué iba a cambiar?, ¿nuestra relación?, ¿ahora que estábamos juntos de nuevo?

Thomas tomó un sobre que guardaba dentro de su saco y lo dejó sobre la mesa, frente a mí.

-¿Qué es esto? -pregunté extrañada y mirándolo sin comprender lo que pasaba.

Mientras lo abría, Thomas me explicaba, y seguía mirando los edificios.

-Es un cheque -me dijo. Espero que sea suficiente.

Era mucho dinero, no sé qué pretendía Thomas con esto.

-Quiero que renuncies a tu trabajo lo antes posible, ese dinero tómalo como una indemnización. Y también quiero que olvides todo lo que sucedió entre nosotros, y que por supuesto no le digas a nadie nada de lo que pasó -dijo muy frío y sin mirarme ni un segundo.

No podía creer lo que escuchaba, ese no era Thomas, no era el chico amable y cariñoso que conocí el fin de semana. Estaba tan shockeada que no pensé nada y sólo me paré de la mesa, dejé el sobre frente a él y corrí por las escaleras hacia la salida. Sentía las lágrimas caer por mis mejillas mientras bajaba, no podía creer lo que acababa de hacer Thomas.

Cuando iba por la calle buscando mi auto, escuché gritar a Thomas.

-¡Anna, Anna! -gritaba Thomas unos metros detrás de mí.

-¡Aléjate de mí Thomas! ¡No quiero verte! -dije gritando entre lágrimas.

-Anna, tranquilízate -dijo Thomas.

Yo estaba frente a mi auto, cuando de repente siento que Thomas me abraza por la espalda.

Yo me giré y comencé a golpearlo en el pecho mientras le gritaba.

-¡Aléjate Thomas! ¿Cómo puedes hacerme esto?, ¿cómo puedes ser tan cruel? -le dije llorando mientras sentía que mis golpes iban perdiendo fuerza.

Thomas sólo se dejó golpear hasta que me detuve. Me puse ambas manos en la cara y comencé a llorar con mayor fuerza.

Thomas me tomó del brazo y puso mi cabeza en su pecho. Con una mano me rodeaba y con la otra me acariciaba la cabeza.

-Jamás pensé que reaccionarías así -me dijo susurrando mientras me seguía abrazando. Si hubiera sabido lo hubiera resuelto de otra manera -dijo con una voz triste.

Nos mantuvimos abrazados hasta que dejé de llorar. Thomas me dijo que no me preocupara y que olvidara lo de la renuncia, que fuera mañana a trabajar normalmente, como siempre.

Cuando abrí la puerta del auto para subir, Thomas me habló.

-Anna... -dijo con un tono triste mientras le caía una lágrima por la mejilla.

-... me voy a casar -dijo tristemente y mirándome a los ojos.

Septiembre©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora