Los demás días de esa semana fueron similares, nos hablábamos poco en la oficina, y de alguna forma Thomas se las arreglaba para entregarme las direcciones de los sitios donde quería que nos encontráramos. Fuimos un día a cenar a un restaurante maravilloso a las afueras de la cuidad y otro día a un bar, también alejado de la agencia. Andábamos a escondidas, nadie podía saber de nuestra relación.
El día viernes comenzó como siempre, pero a la hora de comer, Thomas no salió con nosotros al restaurante debido a que tenía mucho trabajo, ya que su padre, el señor Crawford, que en realidad era su padrastro, volvía el lunes de Nueva York, así que todo debía estar perfecto.
Todos los que podíamos, llegamos al restaurante excepto una persona, si ella, ¡Andrea! Esa comehombres se había quedado en la agencia a propósito.
No hallaba que escusa inventar para devolverme a la agencia, así que comí lo más rápido que pude y me devolví para ver qué era lo que hacía Andrea.
Entré y caminé por el pasillo, evitando hacer ruido, para que no notaran que estaba allí.
Llegué a la oficina de Thomas, me quedé mirando por el vidrio tratando de ocultarme, y por supuesto, allí estaba ella, sentada sobre él. De repente se abre la blusa y se le lanza encima dándole un beso, Thomas me vio así que se la quitó de encima y corrió hacia mí.
-Anna, Anna, no es lo que tú piensas, en serio yo no quería, ella vino a mi oficina y comenzó a hablarme, de repente se me puso encima e hizo lo que ya viste -me decía Thomas agarrándose la cabeza y muy nervioso, buscando que yo le creyera.
-Tranquilo Thomas, si yo sé perfectamente como es ella -le dije de brazos cruzados mirando a Andrea a través del vidrio, mientras se abotonaba la blusa mirándome con una sonrisa extraña.
De repente, Andrea sale de la oficina y se dirige hacia nosotros.
-Mírenla -me dijo mirándome de pies a cabeza. La mojigata de la oficina está saliendo con el jefe -me dijo mientras seguía mirándome con desprecio y sonriendo.
-Andrea, en serio no me interesa darte explicaciones, ¿puedes salir de aquí? -le dije molesta.
Andrea sólo me miró con esa sonrisa extraña y se fue.
Cuando quedamos solos, entramos a la oficina a conversar, Thomas me contaba que Andrea lo estaba molestando desde el primer día que llegó, buscaba escusas para ir a verlo todos los días a la oficina, pero no había querido contarme para no preocuparme, además, me dejó claro que no pasaba nada con Andrea.
-Te juro Anna, no sucede nada con ella, yo sólo tengo ojos para ti -me decía mientras me tomaba las manos y me miraba preocupado.
-Tranquilo, te creo, si ella ya tiene cierta reputación aquí, además, no puedo ponerme celosa, en tres semanas estarás casado, jamás serás mío, eres de otra -le dije muy seria, en realidad me dolía pero traté de disimularlo.
-Anna -me dijo molesto. Dijimos que no íbamos a tocar ese tema, tu misma dijiste que vivamos el presente, me molesta que digas esas cosas, la verdad, si sigues hablando así, creo que será mejor dejar el trato hasta aquí -me dijo muy serio y molesto, jamás lo había visto así.
-Bien -le dije levantándome de la silla y haciéndome la que no le importaba.
Me fui a mi oficina y de repente escuché que habían vuelto del restaurante. Le conté todo a Vicky y se molestó mucho por lo de Andrea, y también por mi reacción.
-¡Esa zor...! No la tolero, hasta que se salió con la suya, acuérdate de mí Anna, esa desgraciada no va a parar hasta dormir con él.
-Bueno, ya no es mi problema -le dije actuando como despreocupada.
-No me vengas a mí con esos cuentos, yo sé perfectamente que te importa, así que cuando todos nos vayamos, ve a hablar con él, no seas tonta.
Seguimos trabajando toda la tarde, hasta que llegó la hora de irse, Vicky me deseó suerte y se fue.
Me quedé sentada en la oficina pensando qué hacer, tenía miedo de que me rechazara, así que mientras inventaba un discurso, veo que meten un sobre debajo de la puerta. Lo abro, y era una carta de Thomas.
Anna,
Odio estar así contigo, así que olvidemos lo que pasó. Pasaré por ti en dos horas a tu apartamento, prepara una maleta con ropa abrigadora. Te tengo una sorpresa.
Tu septiembre.Tomé mi bolso y me fui corriendo al auto. Estaba muy emocionada, tendría un hermoso fin de semana junto a él.
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Septiembre©
RomanceAnna, una diseñadora de 32 años, ha pasado la última década en soledad. Cuando ya había perdido completamente las esperanzas de encontrar el amor, conoce a Thomas un hombre guapo y publicista, hijo del dueño de la agencia donde trabaja. Ambos se gus...