BLANCO Y NEGRO // Ross Lynch

Capítulo 7

—El auto es genial Drew, felicidades.

Dije desde adentro de su nuevo automóvil, regalo de sus padres.

Observé cada detalle y probé el asiento varias veces.

—Ya puedo retarte a una carrera —me guiñó un ojo y negué con la cabeza.

—Eso no va a pasar, valoro mi vida. Pero gracias.

Drew rió con mi comentario al igual que Ryland.

El rubio cerró el auto y colocó la alarma, y yo hice lo mismo con el mío.

Finalmente caminamos hacia el edificio de la preparatoria, mientras platicábamos de varias cosas

—Saldré con Midge Collins —dijo Drew, en un tono de entusiasmo, refiriéndose a una de las animadoras quien le gustaba desde hace tiempo.

—¿Cómo lo lograste? —preguntó Ryland, riendo.

—Son trucos secretos, amigo —solté una risita por lo bajo.

—Apuesto a que no vas a poder besarla —dije de repente, retando a mi mejor amigo.

Drew me miró pareciendo ofendido y asintió con la cabeza.

—Acepto la apuesta, es más, si Midge acepta salir conmigo de nuevo, te pintarás el cabello. ¿Trato hecho?

—Mejoremos la apuesta. Si llevas a Midge a la próxima fiesta, iré con el cabello teñido en otro color. ¿Aceptas o no, Drew? —lo reté, probablemente dando por perdido mi tono rubio de cabello.

—Trato hecho, Lynch.

Ambos chocamos los puños y Ryland interrumpió.

—Simmons viene. A las doce en punto.

Drew y yo miramos hacia el frente y admiré a la pelinegra, caminando hacia mí, con un semblante serio mientras su cabello largo se movía a cada paso.

Sonreí ligeramente por verla bien después de todo.

Leah caminó un poco más despacio antes de llegar a mí, y noté que desvió la mirada al notar que los tres la veíamos.

—Se ve muy linda —soltó Ryland de repente.

Lo miré con cierta rabia y le di un codazo.

—Tranquilo muchacho, es toda tuya —me dijo mi hermano menor.

—Solo fue un cumplido Ross. Ryland tiene razón, se ve muy bien, deberías invitarla a salir.

Hice una mueca a ambos y prácticamente los corrí de ahí, para después acercarme hacia ella.

—Hola, Leah.

—Perdón.

Dijimos al mismo tiempo cosas completamente distintas.

Reí un poco y noté que ella hizo lo mismo, solo que en voz muy baja.

Su rostro cambió de un momento a otro y noté que apretó los labios y sus ojos se cristalizaron.

Oh no.

La tomé de la mano y la llevé hacia uno de los salones del pasillo, el cual se encontraba vacío.

Cerré la puerta y me recargué detrás.

Leah miró sus manos las cuales temblaban como gelatina y suspiró.

—No debí portarme así contigo, lo lamento. Es solo que estaba molesta.

Se disculpó de repente.