Capítulo 37

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⚠️ ALERTA DE CONTENIDO ADULTO: Este capítulo puede tener contenido no apto para cualquier público. Mención a situaciones sexuales. Lenguaje vulgar y representación o descripción de contenido sexual explícito. ⚠️

Agosto se encaminaba hacia su final. Poco más de una semana era el tiempo que restaba para que la mayoría de las universidades iniciaran actividades, por lo que el plazo con el que contaba Ross para decidirse entre una de sus muchas opciones de escuelas, se le estaba terminando.

Habían pasado casi tres semanas desde aquel fatídico episodio de ansiedad y locura que me había llevado a atentar contra mi vida en una medida desesperada de terminar con cualquier posible dolor.

Era sábado por la mañana. Ross y yo habíamos regresado pronto a la normalidad después de reconciliarnos aquella tarde en la cocina de su bello hogar. Las muestras de afecto tales como besos llenos de amor, cariño y algunos con pasión no había tardado mucho en reaparecer, y es que parecía que habíamos estado esperando por aquello demasiado tiempo.

Y tampoco era mentira. Había echado de menos todas esas conversaciones interesantes con él y también nuestras charlas sin sentido y repletas de chistes estúpidos. Había extrañado nuestros paseos diurnos admirando al cielo y los atardeceres, esas salidas a museos y cafeterías, y las comidas en familia que realizaban los Lynch.

Por supuesto que la vida no se había pintado color de rosa de la nada. Los días malos y episodios depresivos seguían presentes, solo que me enfocaba en llevarlos de una forma distinta.

Había conseguido un pequeño cuadernillo de notas donde había tomado la decisión de escribir mi sentir cuando lo considerara necesario, pero hasta el momento, no me había visto en la necesidad de usarlo. 

Una semana atrás había pintado algo por primera vez, usando nada más que mis manos y un enorme pliego de papel en blanco. Me había llenado de pintura hasta los codos y mi única preocupación en ese momento había sido que esta se terminara pronto. 

La ansiedad había desaparecido como arte de magia en ese momento y supe, que tal vez tenía esperanza.

Me miré frente al espejo observando mis mejillas rosadas y mi oscuro cabello lleno de puntas ligeramente rizadas. Supervisé mi maquillaje una vez más y me decidí entre usar unos botines o unas zapatillas deportivas simples. 

Escuché mi tono de llamada sonando una y otra vez seguido del grito ensordecedor de Willow, quien se encontraba en pijama escaleras abajo, terminando su desayuno y bebiendo café.

—¡Ross está aquí! —dijo aquella chica, casi quedándose sin pulmones y probablemente enterando a los vecinos también. Puse los ojos en blanco y salí deprisa después de echar un último vistazo a mi figura frente al espejo.

Bajé las escaleras animadamente y con un simple movimiento de mano me despedí de aquella pelinegra, agregando también que probablemente llegaría tarde.

Nuestro día planeado se basaba en tener una comida en familia en el domicilio de los Lynch, pues Stormie quería felicitar y honrar a Ross por haber concluido la preparatoria y prepararse para entrar a la universidad. Y, ya que, yo le había arruinado la graduación...su madre quería hacerlo sentir mejor de alguna forma.

Probablemente al finalizar la comida en casa de los Lynch, Ross y yo saldríamos a visitar algún lugar nuevo. Nuestras opciones eran muchas: un museo al que no hubiéramos ido, tal vez el zoológico, algún restaurante acogedor o una cafetería en el centro de la ciudad.

La verdad es que el lugar no tenía importancia mientras estuviéramos juntos.

Crucé la puerta de la entrada encontrándome con un paraíso visual frente a mis ojos. Ross vestía un pantalón semiajustado color negro junto con un sueter tejido color arena. Las mangas de este se encontraban levantadas hasta su antebrazo y su cabello estaba aún mojado y ligeramente revuelto en un intento por lucir decente.

BLANCO Y NEGRO // Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora