Lali abrió los ojos temblando de frío y con el cuello contracturado. Se estiró mientras se acostumbraba a la luz que le molestaba a la vista. Buscó su celular y recordó que lo había dejado en algún lugar de la habitación que no lograba recordar con exactitud. Miró a su alrededor y suspiró. Se levantó y se miró en el espejo. Inhaló profundamente y soltó el aire de a poco. Se mojó la cara con agua, se sacó el maquillaje y cepilló sus dientes. Giró la llave y bajó el picaporte. Si bien su idea era salir del baño lo más silenciosamente posible, la puerta se abrió de golpe y el cuerpo de Peter cayó a sus pies desplomado como una bolsa de papas.
–Ouch –dijo aún con los ojos cerrados.
–¿Qué haces ahí? –susurró mirándolo mientras él se incorporaba–. ¿Estás bien?
–Sí... ¿Qué hora es? –dijo y se levantó del suelo mientras se refregaba los ojos.
–La madrugada –dijo sin especificar una hora puntual porque no la sabía. Lo miró–. ¿Estuviste acá sentado todo el tiempo?
–Sí... me debo haber dormido, y creo que vos también ahí adentro –la miró–. ¿Estás bien?
–Sí... contracturada –dijo después intentando romper el hielo y caminó hasta la cama.
–Lali... –ella lo miró–. Sobre lo que pasó antes yo...
–No quiero hablar de eso, por favor –lo interrumpió–. Quiero dormir, ¿No te enojas?
–No, obvio... está bien –dijo y caminó hasta el sillón.
–Peter... –él la miró–. ¿Queres que compartamos la cama? Digo, así no te quedas duro del sillón... No tiene que pasar nada por compartir un colchón, obvio –se apresuró a decir.
–¿Estás segura?
–Sí, dale. Traete la almohada.
Él asintió y agarró la frazada y el almohadón con el que había dormido la noche anterior y caminó lentamente a la cama mientras la veía a ella meterse entre las sábanas y estirar la colcha sobre su cuerpo. Se acostó a su lado y se quedó boca arriba mirando el techo e intentando relajar el cuerpo que permanecía tenso desde que ella lo invitó a dormir juntos.
–Es más cómodo, ¿no? –dijo ella unos minutos después para romper el hielo.
–Sí, sí. –dijo torpe–. Buenas noches, Lali.
–Buenas noches, Peter.
Y aunque se saludaron, ninguno cerró los ojos para dormirse. Cinco horas antes, cuando ella besó los labios de Peter, se separó para mirarlo y fue él quien intentó volver a besarla pero, en vez de recibirlo, se incorporó.
–Perdón, Peter... no sé qué me pasó.
–No te preocupes, Lali. Está todo bien.
–Mejor me voy a acostar, el Champagne me hizo mal...
–No te vayas –y casi que lo imploró hasta con la mirada–. Por favor, olvídate de esto pero no te vayas.
–Bueno –susurró y se acomodó nuevamente en su lugar. Lo miró–. ¿Y qué hacemos?
–¿Queres jugar a algo?
–¿A qué? –dijo riéndose–. ¿Verdad o consecuencia?
–Verdad –respondió sin más.
–¿En serio? –dijo y él se encogió de hombros–. Eh... bueno, ¿Tu mayor miedo?
–Fácil, mi viejo.
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AMOR ENTRE COSTURAS
Fanfic"Las mujeres distinguimos perfectamente cuándo un hombre nos mira con interés y cuándo, sin embargo, lo hace como el que ve un mueble." María Dueñas