Friendzone.

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Zoe

Lo primero que escuché al despertar fue el sonido de la puerta de mi habitación, bien ¿quién era el valiente que se atreve a despertarme en sábado?

Me levanté molesta de la cama, no sin antes darme una mirada de reojo en el espejo. Si mis seguidores vieran el desastre que soy por las mañanas probablemente ya no tendría ni la mitad de los que tengo.

Abrí la puerta tratando de hacer una cara de molestia pero esta se borró de mi rostro al ver quién estaba parado allí.

—¿Por qué siempre vienes tan temprano y sin avisar?—Pregunté regresando a la habitación con Mateo detrás.

—¿Temprano? Zoe, ya pasa del medio día.

Me aventé al colchón y cubrí mi cara con la almohada, era difícil para mí actuar como si no me importara que me viera hecha un desastre.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí tan temprano?

—¿No puedo visitar a mi mejor amiga?

Se sentó en la cama y yo me reincorpore en esta, le di una mirada curiosa y él se echó para atrás.

—Bien, mamá y papá estaban peleando.

Me acerqué a él y me acosté a su lado, los padres de Mateo tenían problemas hace algunos meses, discutían todo el tiempo y él siempre quedaba en el medio de sus discusiones.

—¿Estás bien?

—Si, es solo que no entiendo porqué no se separan, ya no se soportan, Zoe... No se separan por el que dirán y me siento atrapado en una farsa.— Se escuchaba decaído, eso hizo que mi corazón se estrujara, odiaba verlo sufrir.

—¿Haz intentado hablar con ellos, Mati?

—No me escuchan, están tan inmersos en hacer como que no pasa nada que no se dan cuenta de que existo.

—Ya no hablemos de eso ¿si? Esperame abajo y hacemos maratón friends.

—Eres la mejor, Zo.—Dijo, se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.

Mateo salió de mi habitación, dejándome con el corazón al mil. Quería confesarme, de verdad quería hacerlo, pero entre más cerca me sentía de él... Más se aleja la posibilidad de que me acepte.

Mateo era lindo, moreno, cabello negro y los ojos más perfectos que he visto, en fin, era el chico perfecto. Mateo y yo hemos sido amigos por casi 10 años y desde que vi sus ojos avellana por primera vez y sentí la calidez en sus palabras, quedé enamorada.

Él no sabe que lo quiero de otra manera pero yo si sé que él no quiere a nadie más así, por los problemas en su casa y por el hecho de que se quiere ir de la ciudad apenas termine la preparatoria, siempre ha estado enfocado en sus metas y no deja entrar a muchas personas y menos de forma amorosa.


Después de vestirme, bajé a la cocina directamente. Vi a Carlota preparando algo en la estufa y un olor delicioso se coló por mis fosas nasales.

—¿Eso es lo que creo que es?

—Si, hotcakes para la niña de la casa.

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