Gracias.

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Zoe.

Estaba estresada y cansada de probarme ropa y que ninguna me convenciera.

Maldito pelirrojo y su manía de causarme problemas.

Después del incidente en el cine no había podido dejar de pensar en Dorian, ni siquiera había tenido tiempo para pensar en Mateo, en el regaño por salirme sin permiso o en que aún no me inscribia al concurso por miedo.

¿Por qué pensaba en él? Claro, no podía dejar de pensar en que no le agradecí por haberme ayudado con mi ataque de pánico.

Hacía muchos años que no tenía un ataque de pánico. Antes de entrar a secundaria solía tenerlos todo el tiempo, hasta que Mateo comenzó a hacerse popular y me arrastró a ser más sociable, comencé a sentirme parte de algo, comencé a "encajar" y los ataques de pánico se hicieron menos presentes, hasta que desaparecieron por completo.

Pero no era el ataque de pánico lo que me sorprendió, si no el hecho de que haya sido en un lugar público y frente a él, alguien a quien apenas comenzaba a conocer y que lo haya tomado con calma, pues nunca antes había tenido uno frente a alguien que no fueran mis padres o Carlota >>ni siquiera Mateo sabía acerca de eso<< y aunque ellos estaban acostumbrados a esos episodios siempre solían desesperarse y gritarme... Se sentía extraño que alguien fuera tan paciente conmigo.

¿Por qué no solo le daba las gracias y ya? ¿Por qué me costaba tanto hablar de esto?

Sé la respuesta.

La inseguridad, el miedo a que vieran lo que soy realmente, un manojo de ansiedad e inseguridad oculto tras ropa de marca, maquillaje caro y una falsa confianza.

El hallazgo de un vestido al final del closet me obligo a salir de mis pensamientos. Era perfecto, no era ostentoso, suelto, ni tan corto ni tan largo. Me enfundé en la prenda y elegí unos zapatos bajos, me vi al espejo ¿debía arreglarme casual o para impresionar?

Terminé por ponerme solo un labial, por más que me arreglara Mateo solo tendría ojos para Laura ¿En qué momento se le ocurrió a Dorian que esto seria una buena idea?

Mi teléfono sonó y vi que era Dorian, tomé una chaqueta de mezclilla y bajé las escaleras con prisa.

—Niña, tus papás le dejaron el dinero en la mesa del recibidor, salieron hace un rato.

—Gracias, Carlota, debo irme.

—Con mucho cuidado, mi niña, no regreses muy tarde ¿de acuerdo?

—Si, mamá.—Vacile, se despidió de mi con un beso en la frente.

Salí de la casa, no sin antes tomar el dinero. Al salir vi a Dorian, parado junto a su auto viendo con atención algo en su teléfono. Caminé hacía él, aún no se percataba de mi presencia.

—Hola tú.—Dije con la clara intención de asustarlo.

No se asustó, alzó la mirada y me recorrió de arriba abajo, lo que me hizo sentir... ¿Nerviosa?

¿Qué tanto veía?

Dejó caer su celular para seguido de esto, hacer maniobras de equilibrista para evitar su caída.

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