Epílogo

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El destino.

Habían pasado seís años desde Zoe y Dorian habían dejado de verse.

Zoe acababa de firmar su primer contrato con una disquera, se habían enamorado de su voz apenas la escucharon cantar una noche en un bar.

Dorian terminó estudiando derecho social, tardó un año en descubrir que esa realmente era su vocación.

De los seís años, solo habían mantenido contacto uno. Ambos decidieron que lo mejor sería terminar su pequeña relación, pues los dos querían concentrarse en sus sueños y una relación a distancia pocas veces funcionaba.

Y aunque no hablaban, ninguno de los dos había tenido una relación... En el fondo esperaban encontrarse alguna vez.

Y ahí estaba Dorian, viajando junto con sus compañeros de despacho a una cena de la compañía que los patrocinaba.

Por otro lado, Zoe tenía una fiesta con sus amigas de la disquera, para celebrar su primer contrato.

¡Zoe! Tienes que ayudarme a elegir que ponerme hoy.—Su amiga gritaba por el otro lado del teléfono.

¿Quieres que vaya a tu casa para que nos arreglemos?

—¡Si! ¿Puedes pasar a comprar una botella? Vamos a meterla al bar, ahí las dan muy caras.

—Son imposibles, ustedes, pero está bien, allá las veo.

—Te amamos, Zo.

La rubia colgó antes de que sus amigas comenzaran a hablar de más.

Se vistió, llevó su ropa en una bolsa y entró a la primera tienda de conveniencia que encontró. Miró la hora en su teléfono.

—¡Demonios!

Se hacía tarde, habían quedado a las ocho con sus otras amigas en el bar y ya pasaban de las seis. La rubia salió corriendo de la tienda de conveniencia, mientras mandaba un mensaje en su teléfono.

El pelirrojo caminaba rumbo hacía una farmacia o cualquier lugar en donde tuvieran alguna pastilla para su dolor de cabeza antes de tener que soportar a sus amigos ebrios. Al parecer iban a ir a tomar algo luego de la cena.

Llevaba su vista en el suelo por lo cuál no notó a la chica ensimismada en su teléfono y ambos chocaron, provocando que su portafolio se abriera dejando caer algunos papeles.

—¡Fíjate por donde vas!

—¡Lo siento!—Habló una voz que se le hizo conocida.

Alzó la vista, viendo a una chica rubia y de cabello rizado correr, sin detenerse a ayudarle, genial.

Pasó por alto lo conocida que se le hizo aquélla voz y tomó camino hacía la tienda.

...

Dorian había insistido en quedarse en el hotel pero sus amigos lo habían arrastrado hacía un bar de la ciudad.

Había terminado aceptando, su jefe le había dicho que si seguía trabajando de ese modo, le daría el cambio a la ciudad en donde estaban y eso venía con un aumento de sueldo y era motivo para dejarse llevar una noche.

Zoe tomaba y celebraba con sus amigas, había sido grosera al no ayudar a aquel chico pero de verdad se le hacía tarde. Estaba feliz por su nuevo contrato.

Zoe fue arrastrada por sus amigas a la pista, mientras que Dorian obligaba a sus amigos a bailar, eran esas canciones que tanto le gustaba bailar con su mejor amiga.

Zoe recibió un mensaje de felicitaciones de su padre por su nuevo contrato, eso la hizo sonreír, pero fue empujada por un cuerpo detrás de ella que le hizo tirar su celular.

Rápidamente se agachó a levantarlo, trató de escabullirse entre la gente, ya lo tenía hasta que un zapato bien limpio lo pisó.

Genial, iba a matar a ese chico, alzó su vista, aquél pelirrojo la veía con asombro y ella sintió que su corazón se detuvo. Dorian se agachó también.

—¿Estás implementando un nuevo paso de baile?

—Estás pisando mi teléfono, de hecho.

Vió el teléfono bajo su zapato y lo tomó, al menos no estaba roto. Ambos se pararon con una extraña sonrisa en sus rostros, uno de los amigos de Dorian lo empujó hacía delante sin querer, haciendo que chocara de frente con Zoe.

Zoe no podía creer que era él, luego de tanto tiempo, sus piernas temblaban y por su espalda recorría su camino una extraña electricidad.

—¿Vamos afuera?

Zoe solo pudo asentir.

Y así es como empieza nuevamente su historia, años después de haberse encontrado por "casualidad", de haber intentado cambiar su destino queriendo estar con otras personas, de enamorarse en el intento y de haber sido separados, pensando en que nunca volverían a estar juntos, vuelven al mismo punto, porque su destino se encuentra ligado el uno con el otro, su destino es estar juntos.

A veces por más que creemos que tenemos que encajar en un lugar, en un trabajo, en una carrera, en una relación, o en un grupo de personas, si no es tu destino simplemente no serás feliz ahí.

No porque los demás digan que es lo correcto tiene que ser lo que debes hacer, no porque veas a alguien más feliz de ese modo significa que será lo mismo para ti, cada persona tiene su lugar en el mundo, cada persona tiene su sitio, sus sueños, incluso si tus sueños no han llegado aún o si aún son muy pequeños, no te preocupes, el mundo no se acaba, mientras una puerta de cierra otra se abre, mientras buscas felicidad en el lugar incorrecto el lugar correcto está esperando por ti.

No te apresures, no te exijas demasiado, esfuerzate y ten paciencia, porque está bien equivocarse y fracasar algunas veces pues la vida siempre tiene algo mejor preparado para ti, a veces solo tienes que dejarme actuar.

Att. El destino.

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