No voy a perderla

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Dorian

Un corazón roto.

Si, a decir verdad era la primera vez que este sentimiento me acompaña.

Tal vez porque es la primera vez que me había enamorado de verdad. Laura había sido mi capricho de adolescente, no puedo negar que llegó a gustarme y que me imaginé como sería besar sus labios o comportarnos como una pareja, pero mis sentimientos nunca habían llegado más allá, nunca habían perjudicado mi corazón como ahora.

Y se sentía mal, muy mal.

Miraba al pulcro techo, intentando hallar algo de consuelo pero solo era un punto que me permitía ensimismarme en mis negativos sentimientos.

Después de salir de aquél lugar intentando contener mi llanto al menos hasta llegar a casa, fui interceptado por preguntas de parte de mamá, quien parecía no entender nada, como todo había pasado de felicidad a ver a su hijo llorar, su hijo que no solía llorar a menudo, por no decir nunca.

Y ahí estaba, la mañana solo había traído consigo pensamientos asfixiantes.

Y es que bien sabía que Mateo no merecía a Zoe, pero... ¿Yo si la merezco?

Era torpe, era extraño, era serio, incluso ser demasiado alto es un defecto, tartamudeaba y era nervioso ¿Por qué Zoe me escogería a mí por encima de aquél chico con cuerpo de atleta, cara bonita, popular, carismático y seguro de si mismo? 

Mis ojos comenzaron a picar de nuevo, me sentía débil y patético. Era un hombre, tenía que ser fuerte, tenía que demostrar que podía con todo... Pero Zoe podía provocar tantas emociones nuevas en mí, se sentía mal saber que ahora no podía hablarle a la única persona que me hacía sentir seguro últimamente.

Zoe Delgado ¿Qué le haz hecho a mi corazón? ¿Por qué no deja de doler cada que tu bonita y cliché cabellera se aparece en mi cabeza?

¿Por qué?

Moví mi patético trasero de mi cama, bajé las escaleras buscando a mi progenitora.

—Mamá...—Hablé con un hilo de voz, buscando la atención de la castaña frente a mi.

—Buenas tardes, cariño ¿Tienes hambre? No quise despertarte hace un rato para el desayuno.

—No te preocupes, no tengo mucha hambre.

—Tienes que comer, Dorian.

—Ya sé, ya sé.—Dije recostandome en el sillón, con mi cabeza en sus piernas.

Pasaron unos segundos antes de que comenzara a dar caricias a mis rojos cabellos.

—¿Cómo te sientes?

—Mal...

—¿Qué es lo que sientes?

—Yo... Siento la necesidad de hablar con ella.

—¿Y por qué no lo haces?

—Mamá, me rechazó por un idi-

—Dorian, Zoe no te rechazó, ella solo dijo que no sabía que sentía, por lo que me contaste ella no mencionó que la razón por la que no corresponde a tus sentimientos sea el chico del que me hablas.

—Claro que es por él, ella aún tiene sentimientos por ese idiota, es tan estúpido que ¡Agh!

—Entonces... ¿No le hablas a Zoe porque te rechazó?

—Si...

—¿Y estás enojado con ella por eso?

—Estoy enojado porque él no la merece, mamá.

—Dorian, estás siendo injusto, no puedes enojarte con la chica por no comprender sus sentimientos, no puedes enojarte porque no sientan lo mismo por ti.

—Pero... Ya ni siquiera estoy enojado...

—Cariño, te explicaré algo.—Dijo serena, transmitiendome calma.—Los sentimientos son complicados y también incontrolables, no es algo que podamos decidir... tú no decidiste enamorarte de ella, ella no decidió enamorarse de él ni mucho menos que tú comenzaras a confundirla.

—Ella no siente nada por mi, mamá, me lo dejó bien claro.

—Claro hubiera sido un "si", pero dijo que no lo sabe.—Dijo dando un suave golpe sobre mi frente.—No entiendo muy bien su situación, pero no puedes estar enojado con ella. Entiendo si no quieres hablarle por ahora, o si prefieres alejarte unos días, está bien que se den espacio para organizar sus sentimientos, pero no dejen que esto arruine su amistad, hace tiempo que no te veía tan feliz, cariño.

Y entonces una calidez se expandió en mi pecho, mi mamá tenía razón, era cierto que no podía enojarme.

También era cierto que no podía hablar con ella ahora, si tan solo pensar en ella le dolía, no podría soportar verla sin poder acercarme como me gustaría, verla sería confundirla y lastimarme.

Me reincorporé en mi asiento, necesitaba hablar con alguien.

—Saldré un rato a tomar aire, no tardo ¿si, mamá?

—Está bien, pero apenas vuelvas tienes que comer y no tardes mucho.

—Si, Raquel.—Dije alargando la "e".

Tomé mi chamarra y las llaves, emprendiendo mi camino.

...


Me senté en el frío pavimento de aquél lúgubre lugar.

Estaba vacío como de costumbre, no era un espacio muy transcurrido.

—Hace tiempo no venía... ¿Me extrañaste?—Hablé por fin, sin esperar una respuesta a cambio.

Antes de que Laura regresara, solía visitar con frecuencia a papá.

—Yo si... Yo siempre te extraño... Y ahora en serio necesito un consejo tuyo, que me cuentes detalladamente como lograste conquistar a mamá después de tanto tiempo y como aguantaste tanta espera.

Mis ojos comenzaron a ponerse llorosos ¿Qué me pasaba? ¿Por qué estaba tan sensible?

—Yo... Estoy enamorado de ella, en verdad la quiero... Ella parece quererme y todo es tan complicado, pero no me malinterpretes, ella es genial, Zoe es divertida ¡Y conoce el origen de mi nombre!—Dije recordando nuestra primera conversación.—Probablemente te agradaría más que yo... ¿Debería seguir luchando por ella?

Era tonto preguntarle cosas a sabiendas que no obtendría una respuesta, pero como si su pregunta hubiera sido escuchada, una lluvia comenzó a propagarse repentinamente, sin explicación.

Comencé a correr rápidamente hacía casa, con una sonrisa de satisfacción.

Era como si todo mi malestar hubiera desaparecido, el nudo que mis pensamientos habían formado, se desató.

Entré mojado, directo a cambiarme, con un pensamiento nuevo en mi cabeza.

No voy a perderla.






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