Capítulo XXIX

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-Qué pasa?- William entra corriendo a la habitación.

Faltan unos pocos días para llegar a la semana cuarenta así que estábamos listos, solo me faltaba convencerlo a él de que teníamos que volver.  Ahora mis dolores son intensos, apenas puedo respirar: -Es hora William, debemos ir a Allerdale!-apenas logro musitar aquellas palabras, pero veo en su semblante preocupación.

-No, iremos a un hospital!-

Entre lágrimas le suplico:-Por favor llévanos a casa!-

Toma el pequeño bolso que habíamos preparado días antes.  El personalmente se había preocupado de comprar unos hermosos trajecitos de algodón y unos gorritos de recién nacido que llevaban el nombre Thomas bordado. 

Oh por Dios, si la situación fuera otra de verdad que adoraría que el fuera el padre de mi niño.  Pero luego también recuerdo aquella horrible vez en que Madre tomó su cuerpo y....  Bueno, esos son momentos que prefiero olvidar porque no era él y William no merece ser recordado por eso. 

Entre los dolores, apenas puedo hablar, pero aún así se lo vuelvo a suplicar:-William por favor... llevanos a casa!- Sus ojos se llenan de lágrimas, me ayuda a ponerme de pie y a regalar dientes me responde.

-Ok, iremos a Allerdale!-

Voy sentada junto a él en el vehículo, los dolores van aumentando su intensidad, los ejercicios de respiración no han servido de mucho hasta el momento.  En algunos momentos son tan fuertes que lo único que puedo hacer es colocar mis  manos a un costado del asiento y siento como la suya aprieta la mía en señal de apoyo, a veces puedo verlo de reojo y puedo ver cuán tenso esta por la forma en que aprieta su mandíbula.  Su mirada esta fija en el camino pero puedo ver cuán preocupado esta ahora soy yo quien toma su mano me mira a través del rabillo del ojo y estaciona, se voltea toma mis mejillas y me besa:-No quiero que te suceda nada.... a ninguno!- Posa su mano sobre mi barriga y como si Tommy supiera le responde con una patada.  Me sonríe con los ojos aún llorosos y entre sollozos vuelve a rogarme:  -Por favor...!-

Luego de 30 minutos de camino por fin llegamos a La Cumbre Escarlata, que tal cual su nombre lo indicaba las tierras de arcilla roja ya teñían la nieve que adornaban estos parajes.  Baje lentamente y pude sentir el frío calar mis huesos; William estacionó el auto cerca de la entrada que llevaba hacia los pozos de arcilla, se apresuró para abrir la puerta y cuando lo hizo ambos escuchamos un murmullo venir desde lo más alto de la casona:-Ellos saben que ya estamos aquí!-

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No se cuanto tiempo ha pasado; aquí el tiempo es infinito.  Solo se que el día que ella se fue quedó un vacío demasiado grande en esta maldita casa y lo único que me ha quedado es vagar a través de este infierno.

Trato de que el tiempo pase más rápido sentándose en la ventana de mi antiguo taller, miro la nieve caer y convertirse en la sangre que corre por las entrañas de esta tierra.  Y me doy cuenta de que la necesito, necesito de ella para poder sobrellevar todo esto; pero también necesito de la mujer de la que me enamore cuando aún era el joven e indefenso Thomas.

Estoy tan perdido entre estas lúgubres paredes que ya no me importa si Lucille me sorprendiera y me pidiera que la tomara de nuevo; necesito volver a verla saber que ella esta bien, que mi hijo está bien. 

A lo lejos puedo ver algo que se acerca hacia Allerdale, es un vehículo sí, es el vehículo de William.  Lo he visto ir venir muchas veces desde que se llevó a mi mujer y a mi hijo, lo odio por alejarme de las únicas dos personas a las que he llegado amar de verdad. 

Un momento sigo observando y William no está llevando el auto a su estacionamiento, lo dirige hacia atrás.  Corro por entre medio de las habitaciones vacías hasta encontrar la ventana correcta a donde pueda volver a ver el auto de Ferguson.  Acaba de estacionar, baja un bolso y luego corre hacia la puerta que da a las minas de arcilla, luego se devuelve abre la puerta del pasajero y por fin puedo verla:-Olivia ha vuelto a casa!-

Me apoyo en el vidrio absorto viendo la imagen de la mujer embarazada que está bajando del auto y entrando hacia las minas.  En esos momentos creí que nadie podría opacar el momento, eso hasta que comienzan a llegar las mariposas negras hasta la ventana.

-Asi que acaba de llegar la perra con tu bastardo?-

-Lucille, por favor!- Aprieto mi mano contra el vidrio de la ventana.

-Thomas habíamos vuelto a ser felices, solo nosotros!-

Me volteo para tratar de tomar sus manos:-Lu....!- ella voltea para salir de la habitación:- por favor, no les hagas daño.  Tu sabes que nunca seré feliz a tu lado!-

Su mano se alza hasta mi rostro y pasa su dedo sobre mi mejilla haciendo aparecer la cicatriz que ella había provocado cientos de años atrás:- Yo te amo mi dulce Thomas!- posa dulcemente sus labios sobre los míos.

Sanatorio Allerdale Hall (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora