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—Perdón—dijo Gulf, ya que yo me había quedado sin voz.

—Oh, no te preocupes, Gulf—se levantó Grace del sofá y se acercó—¿Ya te vas?—preguntó medio consternada.

—Si—dijo el. Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Gulf hasta la puerta y el notó mi reacción.

—Nos vemos luego, chicos—dijo adiós con la mano a Grace y a Win.

Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando solo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiño el ojo. Me quedé parado allí, analizando lo que Gulf acababa de hacer, o mejor dicho, el porque lo había hecho.

—Adiós—musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Gulf.

Me giré y los ojos inquisidores de Grace me acusaron mientras que los de Win me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible ¿No? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿No? Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajo la mirada.

—¿De qué tanto hablaron tú y Gulf?—preguntó Grace, la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

—De nada importante ya sabes—me encogí de hombros—Su tía, la cena—dije divagando un poco—¿Sabes? Voy a ver su tenemos correspondencia.

Inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

—Pero...

No deje que Grace terminara e interrumpí el sonido de su voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y baje con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia. No había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre unas cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposite la bola de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz, y chocara con el frío.
La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

—Necesitamos hablar—me dijo Win haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a verlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no se resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Grace? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto él me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

—¿Qué sucede?—pregunté.

—¿Qué fue eso?—me dijo, con el mismo tono de voz.

—¿Qué fue que?—esto parecía un juego de palabras.

—Eso, con Gulf, ¿Por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando en que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿Me sale con eso?

—No me besó—dije.

—¿Entonces como le llamas al hecho de que él haya pegado tus labios a los tuyos?

—¿Qué?—reí aún más y al parecer a Win no le había mucha gracia—Gulf no me besó, no en los labios, al menos. Fue solo un beso de amigos.

Manual de lo prohibido ▪︎WinBright▪︎[adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora