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Sentí como la respiración de Win se alejó de mi cuello y como el alma se me desplomaba al piso.
¿Grace habrá visto...? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.

—Esto si que está oscuro—dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.

Grace no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Estaba en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillados por mi traje. Luego divisé a Win, quién también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a un metro de distancia. Aún me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.

La teoría de que fuera Flash seguía en mi mente.

—Te ves precioso, Bright—me dijo Grace.

—Gracias—musité con la voz temblorosa que salió de mí.

—Démonos prisa—me insistió haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta—Vamos, amor—le dijo a Win.

Tomé un abrigo, por si acaso, y no le dirigí siquiera una mirada a Win en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notará. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí. ¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿No pensaba en Grace? Esto estaba sobrepasando los límites, Win no era un patán, no sé porqué se comportaba como uno.

Especulé durante los cuarenta y tiros minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Grace tenía anotada en un papel doblado en cuatro.

—Aquí es—dijo Win.

Dirigí mi vista a través de la ventana del BMW, de Gun, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.

Bajamos de la camioneta después de que Win la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillado todo a mi alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.

Grace tomó del brazo a Win y por el otro lado, me tomó también a mi, y juntos nos encaminó hacia el interior de la casa. Me quedé sorprendido cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, adentro lo era más.
Del techo colgaban candiles enormes, que podrían aplastarme si alguno cayera, y que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes.
Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, que no conocía, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto. El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos de tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino, mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.

—Wow—musité sorprendido.

—Es... grande—concordó Win, viendo también los enormes candiles del lugar.

—Grace, il mio diamante!—la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.

(Grace, ¡mi diamante!)

Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucia algunas cuentas canas esparcidas entre el gris.

—Signor Vittore, ¡Boun compleanno!—dijo Grace, expandiendo su sonrisa.

(Señor Vittore, ¡Feliz cumpleaños!)

—Sono contento che sei venuto (Me alegro de que hayas venido)—dijo él y luego nos miró a Win y a mi.

Manual de lo prohibido ▪︎WinBright▪︎[adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora