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—Bueno, ¿Y qué quieres que haga? Gun se ha vuelto un amigo excelente y Gulf es una persona excelente. A Mew lo conozco porque trabaja en el laboratorio de fotografía y es un chico sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre—dije.

—Ya lo sé, Bright. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.

—Eso lo hago, créeme.

—Pero...

—¡Tu pizza está lista!—canté al oír el pitido del horno—Me voy a dormir, te quiero, buenas noches.

Me fui a paso apresurado a mi habitación.

Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba la idea de pasar el día con Grace, al menos no si lo veía desde la perspectiva de que no vería a Win, o mejor dicho, de que no estaría yo solo con él.

(...)

Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.

—Bestia—los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero si molestos.

—Ya estoy despierto—farfullé.

Salí de mi habitación y miré a Grace sonreírme. Me sentí mal de nuevo.

—¿Cuáles son los planes de hoy?—pregunté, totalmente desganado.

—Conseguir un atuendo elegante.

—¿Elegante? ¿Qué celebramos?—inquirí confundido.

—El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes como son todas esas personas—puso los ojos en blanco—Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.

—¿El señor Vittore?—traté de pronunciar el apellido con el acento que Grace había utilizado.

—Sí, el dueño del Hospital.

—Oh... ¿Y...?

—Estamos invitados—sonrió ampliamente.

—¿Invitados?—quería saber a quiénes se refería?

—Sí, tu, yo y Win. Quien por cierto ya debería estar aquí—divagó, mirando el reloj de su muñeca.

—¿Win? ¿Nos acompaña?—

—Claro, ¿Y luego quien me dirá que me veo linda con los vestidos?—bromeó.

—Pero Win... sabes que no le gusta eso—intenté encontrar una excusa creíble para que Win no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de el.

—Pero es mi Win—dijo y me dolió—Él esta dispuesto a acompañarnos.

Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y... angustiado. Grace corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quede parado allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabia que sentir. Pero entonces Grace abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante con una camisa blanca, desabotonada y unos jeans color negro, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.

—¡Amor!—dijo Grace, sin duda feliz.

Pero esta vez en vez de darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla. Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.

—Hola—musitó Win.

Lo saludé con la mano.

—Ve a cambiarte, Bright—me insistió Grace y solo entonces caí en la cuenta de que seguía en pijama, de nuevo—Nos espera un largo día.

Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Grace acababa de usar para calificar al día.... largo. Me puse una camiseta negra combinándolo con unos jeans beige y acomode un poco mi desordenado cabello, luego salí al encuentro con ambos.

—¿Listo?—preguntó Grace.

Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómodo al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era el único, Win tampoco hablaba mucho.

Nos fuimos en su Mercedes-Benz, Grace en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucado atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en el lugar de Grace, y deseé fervientemente que ahora, Grace se borrara de la escena, y al instante me sentí mal, traicionero.
Suspiré, empañando el cristal.

—Bright, ¿Tienes alguna idea para tu traje?—me preguntó Grace.

—¿Ah?—musité encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.

—Sí, algún color que tengas ya en mente—me miró.

—Oh, bueno... no, en realidad—me encogí de hombros.

—¡Yo si!—anunció—Creo que escogeré uno en tono tinto—me dijo, pero luego miro a Win—¿Te gustaría?

—Te verías hermosa con ese color—respondió.

Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón, me giré de nuevo a mirar hacia la ventana, tratando de ignorar la situación.

Win condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de ropa de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció. Al bajar, Grace me tomó del brazo y me hizo apresurar el paso, emocionada, mientras que Win nos seguía detrás. Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía unos trajes y vestidos preciosos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.

—¡Mira esos vestidos, Bright!—Grace señaló hacia su derecha, mostrándome tres vestidos en color negro.

—¿Puedo ayudarle?—preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.

—Sí, estamos buscando un vestido y un traje para una fiesta elegante—dijo Grace y luego le sonrió.

—¿De noche?

—Sí.

—Síganme—dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.

Grace me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, una mano me ató el antebrazo, con fuerza pero sin acusarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Win, conocía sus manos muy bien. Pero el solo contacto de su mano con mi brazo, hizo arder mi piel. Me giré a verlo, esperando algo parecido al extraño comportamiento de ayer, pero su mirada era distinta, era como siempre había sido, tierna, inspiradora, brillante.

—¿Podemos hablar un minuto?—pidió y su voz de terciopelo acarició mis oídos.

Asentí y me soltó.

—Creo que...—comenzó y al instante bajo la mirada—Que te debo una disculpa—musitó, pero yo me quede en silencio, porque en realidad no sabía que decir. Entonces el levanto su mirada y capturó mi rostro, como no dije nada, continuó hablando—Por lo de ayer, la... extraña discusión que tuvimos, yo... eh... debí agradecerte, aunque no le veo nada de malo darle una simple rosa a un amigo, pero tienes razón.

—¿En qué tengo razón?—pregunté, hablando por primera vez desde que inicio el día.

—En que a quien debo de darle ese tipo de cosas es a Grace, ella es mi novia.

Esbozó una tenue sonrisita. Me quise morder la lengua. Retractarme de las palabras que había dicho ayer, pero ya no podía, además de que era verdad, yo tenía razón, y me dolía tenerla.

[...]

En otras noticias... la tiendita de Bright, Astro, aún no contesta mis mensajes y creo que pasa igual con otras personas... así que sigo sin saber cómo realizar la compra :(

Pero cualquier cambio, les avisaré ♡

Manual de lo prohibido ▪︎WinBright▪︎[adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora