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—¡Grace!—me levanté desconcertado—Yo no...—intenté explicar.

—¿Tú no, qué? Te acabo de escuchar Vachirawit—las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera destrampados por ganar—Oí cuando se lo dijiste a Gun, ¡Eres un traidor!

Gritó y al instante, sentí el sonoro golpe de la palma de su manos contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel.
Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacía un lado y Gun tuvo que retener a Grace.

—¡Grace, tranquila!—le ordenó asustado.

—¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesto mejor amigo me traicionó, claro, ahora entiendo todo.

No dejaba de llorar y el coraje era legible en su rostro.

Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo esto fuera una pesadilla.

—¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?!—me empujó y Gun volvió a sujetarla

—Grace...

—¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio?—seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Gun—¡Qué estúpida! No puedo creer que tú...—se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante.

La conocía y sabia que estaba hecha pedazos, cosa que sólo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, sólo lloraba y miraba a Grace.

—Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas—dijo—Ahora entiendo la razón, que cobarde —rió, pero su risa estaba llena de dolor—Pero, ¿sabes qué? Me da gusto que te largues, hipócrita.

Me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación y, posiblemente de mi vida.

Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas cayeran sin piedad, respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire. Gun me miró, decepcionado.

—Ve—alcancé a susurrar—No la dejes sola.

Se me quedo mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia. Pero enseguida salió detrás de Grace. Entonces me quedé solo. Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió de haber comenzado.

Me quedé inmóvil durante un par se minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Gun y no había tenido la oportunidad de decirle adiós.
Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio, tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos;

"Me lo dijiste, lo sé.
Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme.
Fuiste mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte.
Perdóname.
Te quiero."

Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslice como ánima en pena escaleras abajo y cuando baje a la sala para cruzarla y llegar hasta puerta, la mirada de la madre de Gun me detuvo.

—¿Estás bien?—me preguntó. Mantuve mi mirada baja, avergonzado y negué con la cabeza—¿Quieres una taza de té?—me ofreció amable.

—Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos—musité e intenté dar el primer paso hacia la puerta.

Manual de lo prohibido ▪︎WinBright▪︎[adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora