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Luego de fantasear por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y canales y gente transitando por ellos.

No supe cuando se bajó pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, de lado de mi puerta para abrirla.

—Gracias—le sonreí, pero aún no sabía dónde estaba ni dónde me llevaría.

Oí cuando cerró la puerta, entre tanto que yo buscaba y rebuscaba un lugar especial al que pudo hacer referencia Win. Pero no habia nada.

—Ven—me tomó de la mano y me hizo estremecer.

Me guió por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía a lado del puerto. Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una europea.

—¿Te gusta?—me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.

—Estoy emocionado—admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.

—Grace me mencionó que cuando eran pequeños jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no. Así que, espero que disfrutes esto.

¡Grace! La mano se me congeló y me obligué a soltar la de Win. No debía olvidarme de ella.

—Que lindo eres, Win—le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.

Parecía tener miles de estrellas en sus ojos.

Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar a mi corazón.

Nos introdujimos a la feria en donde un montón de niños jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar a subir a los juegos.

—Y... ¿Qué quieres hacer primero?—me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Amm... ¿Hay aquí carritos chocones?—el rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos.

Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.

Cuando bajamos, mi cabello estaba más despeinado de lo normal, mientras que el de Win seguía casi intacto y perfectamente acomodado.

—Eso fue divertido—dijo—Ahora, ¿A dónde quieres ir?

—Subamos allí—señalé.

—No—fue lo único que salió de su boca.

—Ay, vamos. No es tan malo—mi intento por animarlo resultó todo lo contrario.

—¿Tan?—dijo repitiendo la palabra con sarcasmo—No, no, no, ni loco me subo a eso.

Se dio la vuelta, para intentar escapar. Pero lo detuve tomándolo por ambos brazos, de frente.

—Pues llámame loco porque yo si me subiré. Es solo una montaña rusa, Win.

—Una montaña rusa del tamaño del Everest.

—No seas exagerado—reí y lo tome del brazo con más fuerza para encaminarme hasta el juego.

—Estás loco si piensas que me voy a subir a eso—dijo, intentando huir por segunda vez.

—Ya te dije si lo estoy y te subirás conmigo.

Ni sabia porque la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, le agarré de la muñeca, lo atraje hacía mi y le di un fuerte abrazo, haciendo imposible su escape.

Manual de lo prohibido ▪︎WinBright▪︎[adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora