Capítulo VI.

426 74 15
                                    


—¡Al fin te encuentro, Aaron! Te dije que me esperes para entrar juntos. —Grita una Nikki muy enojada y agitada. Deja de mirar al hombre que me empujó, clava sus ojos preciosos en mí y frunce el ceño, confundida, al verme tirada en el suelo. Me ayuda a levantar—. ¿Qué mierda hacías en el suelo, Deli?

Quedo analizando la escena que hemos armado en un segundo una vez que me pongo de pie, sin apartar mis ojos de Nikki que viajan a ese sujeto llamado Aaron y viceversa. ¿Quién carajos es? ¿Por qué su simple toque me gustó? Me pregunto. La electricidad que sentí fue, de alguna manera, exquisita; confieso en mi mente. 

Necesito respuestas.

—Este tipo me tiró al suelo. —Espeto acariciando mi trasero sucio, hasta una papa frita que no sé de dónde salió está pegada. ¿En qué momento hubo comida?—. ¿Lo conoces?

 «Claro que lo conoce, estúpida. Lo llamó por su nombre».

«Cállate, maldita conciencia. Déjame en paz».

—Es mi hermano: Aaron —desembucha entre risas la castaña mientras mi cerebro queda en blanco por sus palabras y en la lejanía se escucha mi voz repitiendo: Ay Jesucristo, tragame tierra—. Ella es Delilah —me presenta y hace que salga de mis pensamientos con rapidez. ¿Hermano? ¿Dijo hermano, no? Pero... Son tan diferentes. ¿Acaso quiso presentarme con él hoy en la tarde? No, en definitiva no. Quizás tiene otro«Enfócate en la conversación, maldita sea»—, seguro entraste apresurado por la presencia que sentiste.

—Pues, sí... No me contuve porque hace semanas necesito saber quién es y... Wow —dice sin desprender sus ojos de los míos mientras le responde a su hermana. Si sigue mirándome así, le quemo el trasero—. Lo siento mucho.

«Al menos lo siente».

Abro la boca para aceptar sus disculpas, porque tan mala persona no soy, pero la voz varonil de mi hermano se entromete y me gana:

—¿Así que éste es el vampiro del centro comercial y la librería? —cuestiona Thom, poniéndose a mi lado, codo a codo. Sé que está en guardia para defenderme por si sucede algo fuera de lo común porque no lo conocemos, ni siquiera sabemos qué cualidades posee, en lo absoluto. 

Yo asiento como respuesta.

—Discúlpame otra vez. No quise tirarte al piso, no fue mi intención, de verdad.

La voz del desconocido, ahora llamado Aaron, demuestra sinceridad en cada palabra que dice y veo que en sus ojos también. Y quiero admitir que tiene unos ojos marrones muy bonitos, parecidos al té.

—No te disculpes, yo fui muy torpe y tampoco te vi. Estamos bien —aseguro con una sonrisa, sin mostrar mis dientes, y le tiendo mi mano a modo de trato.

Otra vez pasa lo mismo cuando nuestras manos hacen contacto, la misma corriente eléctrica aparece; pero en esta ocasión, su roce produce que la electricidad suba por todo mi cuerpo, en cada rincón existente. Pienso que quizás algunos electrodos se escaparon de mis dedos sin ser llamados y espero que no los haya sentido porque sería vergonzoso o tal vez: fue solo mi imaginación. No obstante, compartimos una mirada demasiado intensa, de esas donde se borra todo a tu alrededor; y comprendí que casi lo electrocuto. Bien.

«No hubiera pasado nada si realizamos ese acto, no te cae muy bien». 

«¡Que te calles!»

La noche transcurre de manera normal luego del inconveniente y, en lo que resta de la madrugada, me quedo pensando en Aaron sin dejar de mirarlo. Quiero dejar en claro que lo observo porque está frente a mí, no por otra cosa. Sin embargo, aprovecho a admirar la belleza que trae consigo, porque vamos, el vampiro da de que hablar; es tan refrescante, varonil y hermoso que me arrebata pequeños suspiros sin poder pararlos. Pero sé que solo es una fachada porque algo me impide confiar en él, por ciertas razones: primero, me caracterizo por desconfiar de las personas recién conocidas hasta que me demuestran un acto digno de aceptarlos en mi vida; y segundo, porque en mi mente aparece un pantallazo de haberlo visto antes, no de esas veces que tuve a la vista su ancha espalda en los encuentros raros, sino que comienzo a sentir que lo conozco de toda la vida.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora