Capítulo XXXIII.

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Doble actualización. Lee el capítulo anterior por si lo salteaste. c:

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Aaron.

La Valeta, Malta.

Todavía me siento débil. No pude recuperarme como me hubiese gustado, pero mi hermana es más importante que mi cuerpo herido.

La emboscada de hace una semana fue inesperada, tanto para mí como para Delilah; pero estuve aún más preocupado por su aspecto cuando su rostro se tornó pálido y luego un deje de tristeza la embriagó por el comentario que hice. Le afectó mucho que le recuerde su batalla interna que, hasta hoy en día, atraviesa por aquellas personas que la lastimaron.

Después de haberle hecho eso me arrepentí. Claro que lo hice. Lo que menos quiero es lastimarla con mis palabras brutas, pero no me di cuenta luego de analizar la situación. Sin embargo, cuando quise darle fin a la conversación, expresándole lo mucho que lo sentía: el ataque comenzó y el corazón se me arrugó cuando la vi indefensa, luchando como podía mientras yo me quedé estancado; inmóvil por la magia oscura que me paralizó.

Por suerte, ambos estamos bien.

Los cuatro estamos más que bien.

El viento frío que trae el mar me saca de mi ensimismamiento, trayéndome a la actualidad estremeciendo mi cuerpo. La primavera ha llegado, pero abrir un portal y que te deje en el borde del agua no quita que se te pueden congelar los huesos por más que sea una ciudad donde prevalece el calor.

—Ya sabemos lo que hay que hacer —comienzo a hablar en voz alta porque el ruido de la marea y el viento, que enreda los cabellos de las chicas, sobresalen. ¿Debería decirles que lo aten? Aún tengo en mi retina a Del siendo arrastrada de su bella cabellera castaña. Cierro los ojos con fuerza y vuelvo a centrarme en la charla—. No quiero que usen nada de magia hasta no saber si hay alguna criatura como nosotros. Necesitamos estar atentos. Si luchamos: que sea mano a mano con las armas de entrenamiento. Repito: nada de magia.

Todos asienten y quedo satisfecho con mi discurso. Esto de ser el líder muchas veces me pone en una situación que en determinados casos no deseo serlo por inseguridad, pero por suerte tengo un equipo de amigos que me apoya, corrige cuando me confundo y ponen sobre la mesa sus ideas para más efectividad.

—O sea, no puedo convertirme —analiza Elías que se encuentra al lado de mi novia y al otro extremo la suya. Abro la boca para responder, pero me gana y sigue terminando su oración—: ¿Eres consciente de que atacamos mejor en nuestra forma lobuna, no?

«Tengo muy en claro eso», quiero responder; pero la dulce y a la vez ronca voz de Lilah me interrumpe:

—Por eso estarán de guardia y avisaremos si necesitamos refuerzos.

Quedo observándola como un idiota. Cuando se pone mandona despierta cosas en mí, bueno, en realidad despierta algo llamado erección. Pero más allá de eso, verla segura de sí misma: hace que la admire y la ame en potencia. Y ahora que de a poco su panza va creciendo, símbolo de que mis hijos están en su bello vientre desarrollándose... La veo más hermosa que nunca.

Boludo, saca esa cara de imbécil. O qué prefieres: ¿mi puño en tu rostro para despertarte o un balde para que la baba no caiga al suelo?

Una carcajada brota de mi garganta, que la raspa en el proceso. Nick es lo mejor que me pudo haber pasado, el amigo incondicional que nunca me ha abandonado; el primero que notó mis sentimientos hacia Delilah y quien me animó a dejarme llevar. 

Aunque al principio ellos tuvieron sus diferencias, ahora se aprecian y él está satisfecho de caerle bien. Sé que muy dentro suyo se sintió amenazado por ella. Del, tiene una presencia que opaca hasta al macho alfa de una manada. Su seguridad enloquece y es enviada por cada ser. He notado como la observan tanto hombres como mujeres: algunos con respeto y otros a punto de saltarle para matarla. No obstante, esa preciosura es consciente de lo que provoca y lo hace a propósito. Es terrible.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora