Capítulo XXXI.

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Tyler Roth Martínez Mcqueen, nació en la madrugada del martes, luego de que Chloe sufra un parto prematuro llegando a los 7 meses de gestación

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Tyler Roth Martínez Mcqueen, nació en la madrugada del martes, luego de que Chloe sufra un parto prematuro llegando a los 7 meses de gestación. Todo el estrés causado por las situaciones que hemos vivido, ha logrado que el bebé nazca antes del tiempo pactado. Sin embargo, gracias a los dioses de los pañales, él está bien; después de pasar once largas semanas en incubadora: el niño pelirrojo ya está en su hogar.

Ese día salimos de casa como alma que lleva al diablo, recuerdo. Nos asustamos hasta la mierda por los gritos de parte de la futura mamá y Nicolas no ayudaba a la causa por sus nervios. Nadie imaginó que Ty iba a salir del útero de pronto para hacernos pasar un momento espantoso, pero gratificante a la vez. Estábamos todos en la sala de espera apartados del mundo problemático en el que estamos rodeados, solo para que la doctora nos diga que ambos se encontraban en perfectas condiciones, pero que el bebé debía permanecer en la institución hasta que alcance determinado peso.

Chloe sufrió no poder tenerlo en sus brazos los primeros quince días. Los papás primerizos pasaron horas desvelados para observar a su pequeño conectado a cables, situado en una burbuja para no enfermarse al ser de riesgo. Hasta el día de hoy, no imagino lo que debió pasar por sus mentes. 

Todo iba perfecto, según la doctora que atendió a mi amiga; ella siguió la dieta de la manera adecuada, tomó sus vitaminas y hacía ejercicios para no perder ritmo y mantenerse en buen estado; Tyler estaba creciendo de a poco, sus órganos iban por el camino correcto y no había ninguna irregularidad mientras pasaban los meses. Pero Chloe no midió sus sentimientos. El estrés fue producto de esa crisis, de que las contracciones sean insoportables y que sufra una cesárea para no perder a su primer hijo porque en el camino hacia el hospital: comenzó a sangrar. 

Por suerte la cirugía salió bien. El pequeño se alimentó mediante una sonda con leche materna para suministrar los nutrientes necesarios; el kilo que pesó desde el principio pudo aumentar, dándole la fortaleza para sobrevivir y darnos tranquilidad a nosotros; también iba creciendo con cada centímetro que ganaba en el día a día y, después de encontrarse en su mejor estado, pudo dormir en su cuna con miles de juguetes a su alrededor y con muchos pares de ojos observando cada movimiento. Como ahora, que no puedo quitar mi mirada de esa cara angelical.

—¿Es normal querer beber su sangre? —me pregunta Sky a mi lado, de repente. 

Uno pensando en lo lindo que es el bebé y ella queriendo saltarle a la yugular, concluyo.

Direcciono mi visión hacia la izquierda, chocando con la de ella y comienzo a analizarla de pies a cabeza: sus ojos van cambiando de celestes a rojo y sus colmillos amagan en querer salir; las manos le tiemblan demasiado y busca frenar esos movimientos apretando un peluche —que en cualquier momento lo decapita—, a la vez que se balancea de un lado a otro. Le está costando ganarle a la tentación, cohibir su instinto asesino es complicado. 

Tomo uno de sus brazos para que me preste atención y expreso:

—Es normal, Skye. Su sangre es tan pura que duele hasta las encías, pero aprenderás a contenerte. Haz mejorado.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora