Capítulo XIV.

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Cuando miro a mis hermanos —los hermosos gemelos de cabellos rojizos— me doy cuenta que no todo está perdido, que después de caminar tanto en el desierto a la deriva, cansados, aparece un manantial con agua fresca para beber como símbolo de comenzar otra vez, y saber que la vida siempre te da otra oportunidad.

Y eso fue lo que les pasó.

Ian y Caín son hermanos de sangre, adoptados por mis padres cuando tenían 14 años. Con Thom teníamos nueve en ese entonces.

Cuando nos enteramos que íbamos a tener hermanitos nuevos nos emocionamos muchísimo, porque en un principio pensamos que nuestros padres estaban embarazados; pero en el momento en que apareció Ian un martes a la mañana y al día siguiente Caín, supimos que los bebés eran mucho más grandes que nosotros. Y eran iguales.

Lo más inquietante de esa situación, fue que ellos al verse no se conocían en absoluto hasta que Cristhian y Samarah los encontraron. Apenas hicieron contacto visual sus pieles palidecieron, al punto de correr a cualquier parte de la casa por el miedo. Miedo de ver a una persona igual a ti, que sea tu hermano y tu ni enterado.

Y si eso fue complicado, no se imaginan el proceso de adaptación.

Más allá de eso, la historia que había detrás de todo esto era muy peculiar, pero es algo que me encanta cuando ellos lo cuentan por más trágica que sea.

Mis hermanos fueron separados al nacer. Sus padres habían tenido problemas en la pareja y aceptaron que debían tomar rumbos diferentes, no sin antes quedarse cada uno con uno de los gemelos. ¿Y adivinen qué? Ian y Caín no tuvieron la oportunidad de conocerse ni de tener contacto, ni mirarse, nada. 

No tuvieron el derecho de saber que existían.

Y así crecieron bajo ese secreto, sin saber que tenían un hermano con sus mismos rasgos: cabellos rojizos, ojos verdes y pecas hermosas decorando sus bellas caras. Sin embargo, ellos siempre nos han dicho que cuando eran muy pequeños sabían que necesitaban algo, y ya de grandes cuando se vieron supieron que ese "algo" al fin y al cabo era alguien. Y cuánta razón tenían porque sin Thomas a mi lado me sentiría vacía. El vínculo entre gemelos es muy grande.

Ahora bien, ¿cómo encontraron mis padres a mis hermanos? Buscando en orfanatos situados en diferentes países.

Los padres biológicos de los gemelos eran vampiros muy importantes, que al pasar los años sintieron que la pareja se iba desmoronando, el amor luego de un lapso de tiempo se había acabado. No sintieron el amor eterno. 

Cuando ya tenían todo preparado para el divorcio recibieron la bella noticia de que serían padres de dos niños, entonces tomaron la decisión de seguir para brindarle a sus hijos una vida feliz, y a la vez, dar una última oportunidad a su matrimonio ya decaído. 

Pero eso no fue suficiente, ya no había amor entre ellos y las peleas iban incrementando. Lo peor que uno puede hacer es seguir intentando arreglar algo que ya está roto, tampoco podemos retener a una persona a la fuerza ni mucho menos tratar de restaurar una realidad cuando vienen niños al mundo. Nunca termina bien. 

El día que nacieron los bebés y el embarazo de Francesca —mamá de mis hermanos— había culminando, Anthony —padre de los chicos— se iba a llevar a uno de ellos para criarlo. Y así sucedió.

Crió con el amor que le quedaba en su corazón a Caín Mitchell en Australia, Melbourne para ser más exactos; le enseñó en cómo ser un caballero con todas las letras y sensible, tan especial y bondadoso. Él es callado igual a su hermano pero de carácter fuerte, explota de rabia con facilidad.

Anthony también pudo enseñarle todos los deportes habidos por haber para que se enamore de ellos; por esa razón hoy en día es profesor de educación física. 

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora