Capítulo XXIV.

158 35 13
                                    

Últimamente las noticias buenas y alegres nos están rodeando, y para todos es algo muy positivo y digno de felicidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Últimamente las noticias buenas y alegres nos están rodeando, y para todos es algo muy positivo y digno de felicidad. Sin embargo, a mi me pasa todo lo contrario: no puedo alegrarme en mi totalidad. Me es imposible.

¿Pero por qué? ¿Por qué soy así?

Esas preguntas cruzan por mi mente mil veces al día. 

Debería estar saltando de la emoción al poseer una investigación sólida por la vida de mi cuñada, y sé que muy dentro mío disfruto de que la paz esté reinando de a poco entre nosotros; pero a mi no se me quita esa sensación de que cada cosa buena que sembramos, el doble del mal iba a caernos para cosechar.

Cuando nos llegó la notificación hace tres días de que pudieron rastrear el número desconocido del enfermo que acosaba a Nikki, nos dimos cuenta que la zona localizada era el centro de la ciudad. Nos pareció una burla que haya estado tan cerca y no lo hubiésemos visto. Ningún local, ni rincón de por allí, fue sospechoso a nuestros ojos cuando nos tomamos un día entero para inspeccionar de norte a sur y de este a oeste el sector, y las personas que concurrían por esos alrededores se los veía... normales. No había manera de dudar. 

Aunque sabemos que el lobo se disfraza de oveja muchas veces.

Recorrimos negocios en un radio de diez kilómetros, o más, fijándonos en cada hombre que caminaba por allí para ver si nos era conocido de los vídeos de vigilancia o de que haya estado merodeando cerca de nosotros en los últimos tiempos. Pero todo fue negativo, como esa postura de negatividad que vive en mí hace semanas haciéndose mucho más fuerte y constante. Y me odio por ello.

Me odio por proyectar una película de cosas malas que no van a suceder, mientras debería pensar de manera eficiente como toda mi vida he hecho. Antes era alegre, llena de positivismo y darlo todo —alma y cuerpo— hasta el último momento. No obstante, al pasar por todo ésto, que la verdad no es excusa, las circunstancias me pusieron en contra de mis ideales dejando consigo el enojo, la sed de venganza y esos pensamientos horribles que custodian mi aura. Y a nadie le gusta eso.

Trato de ponerme bien cuando ambas investigaciones van creciendo y más si hay una pista buena sobre la hermana de Aaron, a quien realmente intento de brindarle mi alegría en las horas que estoy a su lado, pero a veces no puedo. No puedo fingir estar feliz mientras mi ser sigue sufriendo. Tampoco puedo sentirme bien a la vez que noto a Thomas con una sonrisa radiante todos los días como si nunca pasó nada, como si fue todo una pesadilla y ya. 

Detesto verlo feliz y verme a mí entremedio de la ruina. ¡Y me detesto muchísimo más por ser tan mierda por no alegrarme de su felicidad!

Tuve que cambiar urgente mi humor antes de que explote y congele a todos los que se encontraban en el auditorio. Hoy es el cumpleaños de mi querido novio y no quiero fallar en su día, menos por todo lo que está pasando.

Me siento hipócrita por pensar en todo esto mientras trato de hacerle feliz, sin embargo, gracias a Dios sabe por lo que estoy pasando, y él —tan caballeroso— está ayudándome cuando la solución es mandarme al psicólogo. Sabe que quiero y anhelo con todas mis fuerzas volver a ser lo que era antes, aunque sé que será imposible mientras mi barco esté estancado y a la deriva. Por suerte, su presencia es mi faro y su sonrisa mi ancla para cuando todo se va al carajo.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora