Capítulo XXXIV (Parte II)

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⚠️ Antes de este capítulo está la parte 1. No se cuelguen mis amores que a esto lo llamo doble actualización. ♥

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—¿Cómo la pasaste hoy? —pregunta Aaron acostado a mi lado acariciando mi abdomen de arriba a abajo, molestando a sus pequeños que andan inquietos.

Después de la tarde espectacular que pasamos en grupo, quedé exhausta y Aaron, como caballero que es, me dijo de ir a su casa a comer algo con sus padres y hermana para de paso dormir con él. 

Lo bueno de todo es que he tenido un día bastante productivo. Pasé la mañana haciendo mis entrenamientos, tanto de lucha como de la academia; recuerdo la sorpresa que se llevó Becca cuando me vio inflada como un globo y la destreza con la que me movía al ritmo del compás. Fue una de las mañanas en las que pude desconectar, encontrar mi eje y sentirme preparada para ganar el mundo y cuidarlo en todo momento. Mi novio me esperó a la salida y comimos en el centro comercial, ya que la idea fue comenzar con las compras para los gemelos.

No les conté muy bien, compramos ropitas unisex con sus gorritos y medias; pañales, toallitas para limpiar sus traseros, juguetes —como si recién nacidos agarrarían uno para jugar—. Aprovechamos también a conseguir accesorios como el coche, las cunas, sábanas y alguna que otra decoración para nuestra futura casa cuando nos decidamos por una.

Nuestra casa

Es una de las tantas cosas que me imaginé vivir con él dentro de unos cuantos años. Y de eso estuvimos hablando con mis mejores amigos después de recomponernos por el accidente que tuvieron mis hermanos con sus carcajadas y el gas oloroso. Nos acordamos de la apuesta que hicimos de adolescentes, que la primera que iba a ser mamá era la rubia y luego el licántropo, pero el universo quiso que yo traiga la vida al mundo primera que ellos; y para todos fue una sorpresa.

Rememoro en mi mente como una película la charla que tuvimos hace unas horas:

No puede ser que seas tú y no yo, todos perdimos la apuesta —chilló Sky y nos reímos—. ¿Crees que serán iguales a ti o a Aaron? —pregunta después sosteniendo mi brazo con un apretón suave, observando mi barriga—. Espero que tengan tu belleza y el carácter de él, porque es más pacífico.

La miré ofendida y ambos se rieron.

—Estoy contigo —masculló Eli y le devuelvo la misma cara de ofendida a él. ¿Se habían puesto de acuerdo para hablar pestes de mí frente a mis pequeños?—. Es que piénsalo así, Lilah: ya tenemos demasiado con el carácter de mierda que tienes como para soportar a dos criaturas con los mismos defectos que su madre. Que sean tranquilos y más amorosos como su padre eso es una gran virtud.

Los golpee a los dos en los brazos para que no me toquen y, como si fuera gracioso para ellos, siguieron riéndose de mí. ¡Los odié!

—¿No querer que nadie te pase por arriba es ser defectuosa? —cuestioné con tono duro y con dolor—. Prefiero que salgan con el mismo temperamento de mierda que yo para que nadie los trate de imbéciles y sepan defenderse. Nunca pensé que ser así sea una desventaja —seguí diciendo un poco más bajo para que los demás no puedan escuchar la conversación—. Amo a Aaron tal y como es, pero ser todo amor y paz muchas veces te toman de tarado. Ojalá salgan con mi espíritu de desconfianza y crezcan creyéndose la cima del mundo así nadie podrá bajarlos.

Ellos se miraron con caras de: "Metimos la pata" porque notaron que mis ojos se habían aguado cuando terminé de hablar. No me enojé la verdad, quizás me sentí un poco mal que me consideren defectuosa por defenderme cuando lo necesité, tratar mal a personas que se lo merecían y desconfiar a toda costa ya que tarde o temprano te hacen daño.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora