Capítulo XXXII.

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Cuando menos lo esperas, las buenas noticias llegan

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Cuando menos lo esperas, las buenas noticias llegan. Y llegaron en el momento y tiempo ideal, donde más lo necesitamos.

No hay explicación ni encuentro las palabras correctas para describir lo que siento. Hay una mezcla de sensaciones y emociones en todo mi cuerpo que están a punto de colapsar. El alivio es lo que más predomina. En el instante que leí ese texto, mi alma se desprendió de mi ser para regresar más liviana; después llegó la alegría adherida a mi sistema en forma de cosquillas y sonrisas que van y vienen. Pero luego está el miedo, esa angustia y desconfianza que no te deja vivir como quieres.

Miles de escenas se forman en mi cabeza mientras recorremos el camino que antes hemos hecho. Las calles siguen silenciosas y poco movimiento podemos encontrar, todo está muy tranquilo. Sin embargo, mi mente no está calmada, al contrario: está a punto de explotar al imaginar a Nikki golpeada por un desconocido al ser descubierta enviando el mensaje.

Es tanta la carga que me produce pensar en ello, que al estar en la estratósfera no mantengo el equilibro cuando Aaron gira a toda velocidad en una esquina y me mareo, sumando que la bilis sube hasta mi garganta.

Siento que estoy por desmayarme.

—¿Quieres que frene? —Pregunta de repente y levanto mi mirada para encontrarme con la suya. Su ceño está fruncido, muy leve, mientras me observa de a ratos para no producir un accidente porque lo que menos necesitamos es quedarnos estampillados contra un árbol. Niego con mi cabeza como respuesta—. En serio, ¿quieres que frene? Estás pálida.

—Estoy bien, se me pasará —expreso frotando mi sien—. No te preocupes, de veras.

—Pero...

—No. —Intervengo—. Nos esperan y estamos a un paso de encontrar a tu hermana. Por favor, confía en que estoy bien —suplico. 

Sus ojos muestran desconfianza y duda, y odié esa reacción en él al instante. Me prometí un día que ninguna persona que esté a mi alrededor desconfíe de mí, sea la razón que sea. He sufrido demasiado por ello y tomé la decisión de que nadie vuelva a dudar, porque cada vez que recuerdo lo que me han hecho: decaigo.

Estuve muchos años en un grupo, en el cual pensé que las integrantes eran mis amigas y que nuestra amistad perduraría por mucho tiempo. Sin embargo, la envidia y la codicia siempre son un impedimento, mas cuando te dejan de lado para arruinarte. Y a mi me arruinaron de una manera muy vil.

Hablaron pestes de mí a quien era mi novio en ese entonces y me dejó porque pensó que le era infiel, le mostraron fotos que eran viejas. Hasta el día de hoy, nunca pude explicarle que las imágenes eran de amoríos anteriores y me dolió no poder defenderme de esas acusaciones; tampoco tuve la oportunidad de cuestionarles a esas personas que consideraba "amigas" el porqué de sus actos, cuando yo siempre estuve con ellas en sus días más tristes.

Después de mucho tiempo, en el que me permití reflexionar el suceso, pude darme cuenta que cuando las necesitaba: ellas me ignoraban. Creí que el problema era yo, que no servía para conseguir amistades fuera de mi círculo íntimo (Sky y Elías). Luego aprendí que ellas no merecían mi amistad y cada lágrima que derramé por sentirme inservible y, que si fueron falsas conmigo: entre ellas son peores, porque si enumero las cosas que comentaban cuando faltaba una...

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora