Capítulo XIII.

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Mis padres y mi abuela fueron los primeros en irse del auditorio, ya era demasiado tarde y mi Nana estaba muy cansada. Últimamente estaba yendo demasiado al hospital para hacerse los chequeos médicos necesarios por su salud. Cada vez se sentía más débil.

Los que no se retiraron a sus casas fueron mis hermanos y amigos —y yo—, decidimos ir a Hero's burger bar.

Al tomar esa decisión me hizo recordar cuando acompañada de Aaron pasé una noche hermosa luego de su partido; quiero creer que pensó lo mismo porque nos miramos mutuamente.

Aquella noche nos la pasamos riéndonos desde que tumbó el agua sobre la mesa y gastamos todas las servilletas, hasta cuando no podía comer su hamburguesa gigante y todo el aderezo cayó sobre su ropa. Me había tentado de la risa. El clima nos acompañó de una manera muy grata, y aprovechamos caminar por la playa luego de comer hablando un largo rato de cosas interesantes como algunas otras no. 

Hubo momentos donde quedamos haciendo contacto visual por segundos —que parecían una eternidad— terminando con una sonrisa amorosa, y otros en donde solamente nos quedamos callados escuchando el ruido de las olas chocar contra las rocas del borde, abrazándose.

Muchas veces, Aaron es de muy buena compañía cuando habla de mil cosas a la vez, pero cuando sólo nos rodea el silencio también es agradable tenerlo cerca.

Llegamos a Hero's, y Akira nos atendió otra vez. Me sorprendió cuando Elías nos presentó a su compañera de criminalística, dándome cuenta que tenía razón de que me parecía conocida de algún lugar. La universidad siempre está en medio de todo.

Pedimos de tomar jugos sin gas acompañado de lo que íbamos a comer. Solté una risita cuando Aaron no pidió su hamburguesa triple con doble queso decidiendo disminuir la cantidad de carne, pidiendo una doble con nada de doble queso, ni aderezos. Los hombres de la mesa pidieron lo mismo. 

En cambio nosotras pedimos la hamburguesa simple, pero con muchas papas fritas. Chloe no quiso comer lo mismo, e hizo que estallemos a carcajadas cuando le tocó decirle a la muchacha que nos atendía lo que quería comer.

—¿Cómo vas a pedir una pizza de ananá estando en una hamburguesería Chlo? ¡Aparte no te gusta el ananá! —le decía Nick riéndose tomando su abdomen.

—Son antojos querido, tendrías que entender lo que es estar embarazada —le respondió a su novio—. Ah, y también agrégale algunos huevos fritos arriba —dijo ésta vez dirigiéndose a Akira que esperaba a que la futura mamá termine de ordenar. 

Chloe levantó la vista del menú de comidas y nos miró a todos que estábamos en silencio, pero no nos contuvimos, las risas volvieron a surgir.

¿Quién en su sano juicio pide pizza de ananá con huevo frito?

Seguíamos adornando el ambiente con nuestras risas desde que se fue la compañera de mi mejor amigo, hasta que volvió con nuestras órdenes. Le dimos las gracias y Nicolas continuó contando cuando por las noches, Chloe lo llama a altas horas de la madrugada porque tenía antojos.

Nunca me imaginé que en ese cuerpo tan delgado podía caber tanta comida, aunque si la observas detalladamente se veía que recién empieza a notarse su panza de embarazada. Llevaba cuatro meses de gestación.

—Me llamó una noche diciendo que quería chocolate —prosiguió Nicolas limpiándose las comisuras de sus labios para seguir hablando—. Me cambié rápido y me preguntaba mientras tanto: ¿dónde voy a conseguir un chocolate a las 4 de la mañana? Me recorrí todos los negocios habidos y por haber, hasta que encontré uno —soltó una carcajada en señal de lo que se avecina iba a hacernos estallar—. Llegué a su casa, me abrió la puerta y le tendí su chocolate favorito. ¿Saben lo que me dijo? —todos negamos.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora