Capítulo VIII.

388 69 17
                                    


Vestía una remera blanca muy delicada donde en las mangas se podían visualizar minúsculos bordados. En la parte inferior, llevaba una pollera violeta con pequeñas flores de un tono más oscuro; y en los pies, zapatitos de color negro con un lazo en las puntas. Mi cabello largo, que siempre lo tenía suelto, esta vez estaba peinado con dos coletas que danzaban por la breve brisa.

A mi lado se encontraba Thomas luciendo una camisa azul, que resalta su piel un poco mas clara que la mía, con sus pantalones negros y zapatillas del mismo color; y a mi otro costado, Sky brillaba con un vestido rosa que hacía resaltar sus intensos ojos celestes y hermosas pecas, las cuales se multiplicaban cada vez más. Y Eli por su parte, podía llevarse todas las miradas por sus ojos verdes, que destacaban por el contraste de su pelo azabache y su vestimenta oscura, que eran un suéter negro con pantalones y zapatillas de color marrón.

Caminamos hacia el parque donde una multitud de niños, globos y muchas golosinas nos recibieron. La imagen que creaba mi visión era la escena perfecta para un mundo lleno de colores y fantasía, las risas se podían escuchar desde lejos y creo que cada persona que podía pasar por allí, vivía la alegría que reinaba en ese lugar.

El niño que siempre aparecía en mis sueños, vino corriendo hacia nuestro encuentro y nos abrazó a cada uno, y dijo:

—¡Vinieron! Pensaba que no iban a llegar —estaba contento, sus hoyuelos demostraban eso.

—¡Claro que íbamos a venir! —dije yo con la misma sonrisa de oreja a oreja y le tendí su regalo—. ¡Feliz cumpleaños Ronnie! —le besé su mejilla haciendo que su rostro se torne de un carmesí muy sutil.

Sky, Elías y Thomas le entregaron sus regalos dándole paso a Ronnie a rasgar el papel. Los ojos castaño claro del niño, brillaron por los juguetes que tenía en sus pequeñas manos. En ningún momento paró de agradecernos.

¡Vamos a jugar! Mamá y papá armaron muchos juegos para nosotros. Gracias por los regalos, ¡siempre son los mejores!

Me desperté sintiendo que alguien me tomaba del hombro, y al abrir los ojos, vi a mi padre con el ceño fruncido y su cara pálida. Sin dudar ni un segundo le pregunté qué sucedía.

—¿Ronnie? ¿Quién es Ronnie?

—No... No lo sé, ¿por qué preguntas? —estaba muy confundida, mi cabeza daba vueltas al levantarme tan rápido.

—Vine a despertarte porque tienes que ir a clases —miré mi celular para ver la hora y estaba sin carga. ¿Se puede ser tan estúpida de olvidar cargar la batería?—. Me sorprendió no escuchar tu alama y cuando vine a ver que sucedía, seguías durmiendo mientras repetías ese nombre. ¿Tengo que preocuparme? —agregó.

—Tuve otro de mis sueños —le dije, mi mente seguía un poco nublada pero pronto comencé a recordar mi sueño con claridad—. Estábamos en un cumpleaños con Thomas y los chicos, éramos pequeños, y apareció el niño de siempre que... Se llama Ronnie. ¡Papá, se llama Ronnie!

—¡Ah, que susto! Por un momento pensé que era tu novio y me puse triste de no haberme enterado —su respuesta hizo que golpee mi frente con mi mano por lo tonto que se oía eso.

—¡Cristhian, estás loco! El día que tenga novio te lo contaré, ¿lo sabes verdad? Además no tendrás porqué ponerte celoso —levanté un poco el tono de mi voz para que me escuche muy claro—, vas a ser el hombre de mi vida siempre.

—Lo sé mi niña, lo sé —agarró mis manos con cariño para besar mis puños—. A veces olvido que ya no eres mi pequeña y que has crecido... pero bueno. Ya basta de cursilerías y alístate rápido para que desayunes, no quiero que llegues tarde —se dirigió a la puerta de mi habitación para darme privacidad, y agregó nuevamente—. Y me alegro que sepas su nombre, era hora.

Recuerdos Encontrados ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora