Jimin es un cachorro de tan solo meses cuando es abandonado en la puerta de la mansión de la adinerada familia Kim por un simple pecado ante los ojos de los lobos que rinden culto a la madre luna; un cachorro sin aroma.
JungKook es un claro alfa des...
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E:U (Jiwon)
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Extra 5~Diferentes
Yeosang miraba a su linda bebé, como él la llamaba, dormitar en sus brazos mientras jugaba con su propia oreja. Era un tierno hábito que la pequeña tenía desde el minuto uno fuera de su vientre, para dormir necesitaba sostener entre sus pequeños dedos el lóbulo de la oreja de su madre o de su padre.
SeongHwa llegó a casa con su traje de la oficina y su maletín a cuestas, procurando silencio se descalzó y dejó su chaqueta y maletín sobre el sillón individual para acercarse y tomar asiento junto a sus dos Omegas favoritos en el mundo. El rubio miró a su esposo y abultó sus labios pidiendo un beso que fue rápidamente concedido. El pelinegro bajo su vista a su pequeña y besó uno de sus pies descalzos.
-No me siento preparado para dejarla en la guardería. -Susurró el Omega apenado. Sabía, y lo reconocía sin problema, que era sobreprotector con su cachorro pero no podían culparlo cuando nada más tener escasos tres meses de vida ya había encontrado a su Beta y se dio a conocer su futuro Alfa.
Ahora el pequeño se los Jeon comenzaba a gatear y perseguir a su hija por todas partes, el hijo de los Kim era un obsesivo de besar las mejillas de su pequeña Jiwon y ella solo se dejaba mimar por ellos cuando tenía oportunidad. Yeosang temía muchas cosas que callaba, con su fuerte personalidad, y prefería no volver a trabajar hasta que su cachorro tuviera la mayoría de edad sin embargo su Alfa le había convencido de que para algo había estudiado su carrera.
-Ella estará bien, estará en la guardería de mi planta e iré a verla cada dos horas para comprobar que esté bien. -Trata de tranquilizarlo SeongHwa. -Luego, como habíamos acordado, a las cinco tu saldrás y la recogerás. Yo llegaré a las siete a casa con vosotros. -El rubio no tuvo más remedio que asentir. -Déjala en el sofá, se te dormirán los brazos.
Su hija era pequeña, como cualquier Omega, pero ya tenía sus dos años y medio y no era tan ligera. Con cuidado la acomodó entre los cogines y la pequeña de quejó por tener que soltar la oreja de su madre. Al reincorporarse, Yeosang, se giró hacia su marido que le esperaba de pie también. Con cuidado el rubio desabrochó la corbata del pelinegro y los primeros botones de su camisa para posar sobre sus clavículas sus manos.
