Capítulo 1 "No tan equivocado "

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No tan equivocado

Aprieto la mandíbula con fuerza al empezar a oír sus gritos de nuevo. Quiero golpearme contra la mesa para que por el ruido dejen de gritarse. Pero mi cara vale mucho, me sirve para poder convencer a la maestra de que me deje en el salón y no me obligue a jugar con los demás.

No me gusta jugar futbol con los demás chicos, no me interesa.

Y tampoco quiero jugar a la rayuela con las niñas. Es aburrido. Además, nunca hago una casita y siempre terminan burlándose de mi las odiosas. En especial Trina, aquella niña siempre se ríe de mí y de mi estatura. Como si sus dos centímetros la hicieran una jirafa y a mí un ratón.

Es odiosa, y su voz es demasiado aguda. Parece un muñeco que cuando se le aplasta chilla. Ahora que lo pienso, se parece demasiado a ese muñeco, suele llorar por todo.

Ruedo los ojos cuando escucho que mi madre da un portazo con fuerza. Sé que ahora mi padre saldrá de la casa y tal vez regresara a media noche, lo que provocara otra pelea.

La rutina es lo peor que alguien puede seguir.

No oigo nada, eso provoca curiosidad sobre qué pasa. Abro despacio mi puerta y veo con sorpresa a mi padre. Esta sentado en el sofá, con las manos sobre la cabeza. Parece cansado, cansado de las peleas.

No me ve, y por un momento creo que está perdido en sus pensamientos. Lo miro por unos segundos hasta que alza su cabeza y me ve sorprendido.

-Alan... ¿Hace cuándo estas aquí?

Quiero responderle pero algo me dice que no es buen momento para hacerlo. No quiero atormentarlo más. Así que solo me encojo de hombros para que no se dé cuenta de que lo he visto.

-¿Un mal día?-le pregunto en un murmuro y me siento a su lado.

Por favor que responda...

-¿Y el tuyo?-me regresa con una media sonrisa.

Sonrío aliviado sabiendo que todo estará bien. Son nuestras palabras sagradas, nuestra conexión para saber que nos tenemos al otro. Sé que tratar con mamá es difícil. Y conversar con él, complicado porque casi no lo veo. Pero siempre he tenido algo que jamás tendré con mamá.

No me malentiendan, la amo. Pero siempre he sentido que hemos sido yo y mi padre contra el mundo. Nunca entendí el por qué. La mayoría de mis amigos eran apegados a sus madres, yo por el contrario, siempre lo he sido con mi padre.

-Odio a Trina-me quejo haciendo una mueca.

Se ríe y niega la cabeza pareciendo divertido con mi comentario. Frunzo el ceño, no sé qué le divierte.

-¿Qué es lo divertido?

-Nada-me dice pero su sonrisa me hace saber que no es la respuesta. Por eso entrecierro mis ojos hacia el-Eh, nada de miradas de ojos entrecerrados.

-Mientes.

-No.

-Lo haces.

-No lo hago. Omitir no es lo mismo que mentir.

Abro la boca y la cierro viéndolo mal. Se ríe viendo que no sé cómo responderle y pasa una mano por mi cabello.

-Ya, no te enojes. Solo que algún día te va a gustar que te moleste.

-No lo creo.

-O a ti te va gustar molestarle a ella.

Le empujo un poco y él se ríe pasándome un brazo por los hombros para luego dejarme caer contra el sofá. Se ríe parándose.

-¡Papá!-me quejo con una sonrisa viéndolo irse.

Mi papá ese día había acertado en algo. Me iba a gustar que alguien me molestase y yo molestarle a ella pero se había equivocado en algo importante.

No sería Trina. Sino, la niña torpe que pronto estaría por llegar. 




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Te lo dedique porque me has  sacado sonrisas con lo que has comentado. Gracias por leer la historia ❤

Tal vez sea muy corto pero es el primero jaja ;) 

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