Capítulo 11 "Razones que no se entienden"

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Razones que no se entienden


Enfrentar tus miedos es duro, pero enfrentar a quien te hirió, es una mierda. Verlo en frente de mí, apaga la risa con la que entraba y hace que mi rostro se ensombrezca. No lo esperaba ver, es más espere jamás volver a hacerlo.

Ellos al contrario, parecen haber estado esperándome.

-¿Qué pasa aquí?-le pregunto a mi madre con voz fría-¿Qué hace él aquí?

-Alan...cariño, escúchanos por favor.

-Deme una sola razón para que deba oírlo, madre-mascullo.

No dice nada y sonrío de manera irónica mientras veo a otro lado.

-Por la pulsera de siete nudos-murmura él y escuchar su voz después de tanto tiempo hace que sienta una presión en el pecho-Por aquella promesa que te hice cuando fuimos de pesca, por aquellas sonrisas que te saque.

Aprieto los labios con fuerza, lo mismo hago con mis puños. No puede, él no puede tener la cara para decirme esto. No después de varios años. No después de que el fuera quien se marchó.

-Aquella pulsera ya no la tengo-suelto de manera fría viéndole a los ojos-no la tengo, olvide donde la perdí. La olvidé igual que usted sus promesas. ¿Ahora las recuerda? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no lo hizo cuando necesitábamos de usted? ¡¿Por qué no cuando fuimos humillados de maneras que usted no imagina?!-grito cansado para luego tomar un respiro-¿Qué quiere? ¿Qué es lo que busca aquí?

-Quiero a mi familia Alan, quiero a mi esposa e hijo.

-¿Ahora soy su hijo?-me río-Parece que se acordó años tarde ¿no? Al igual que tiene una esposa, misma que ha denigrado e insultado. ¿Qué familia busca? ¡Sí usted la perdió cuando solo salió de esa puerta huyendo!

-Tuve mis razones Alan. No lo entenderías.

-Tiene razón, no lo entendería. Porque yo jamás pensaré como usted-cojo mi maleta que está en el sofá y abro la puerta para salir-Cuando vuelva no quiero ver a este señor en la casa.

-¿Qué? ¿A dónde vas?-pregunta mi madre asustada. No respondo y cierro la puerta. Ella sale corriendo pero soy más rápido y me pongo el casco con rapidez cuando me subo a la moto.

-¡Alan!-grita pero es tarde.

Le doy una última mirada antes de acelerar e irme. Lo único bueno del casco es que nadie puede ver que lloro detrás de este, que me oculta. Me duele haberlo visto, me enfurece por que han pasado años desde que lo vi.

Hubo muchos momentos en los que lo necesite, que tuve miedo y que tuve que callarme todo y hacerme el grande cuando por dentro me sentía un niño, igual de perdido.

Cuando mi madre tuvo el primer ataque de ansiedad en frente de mí, me asuste tanto que temí perder a la única persona que estaba a mi lado. Temí tanto que cuando ella se iba la abrazaba con fuerza sin saber si más tarde la vería.

Porque todo se volvió abrumador y atemorizante.

Y que ahora volviera queriendo tener todo lo que el perdió cuando solo se fue, me hace sentir una frustración y enojo grande.

Acelero más de manera inconsciente pero no me importa, después de todo casi nadie pasa por la calle a la carretera. Por eso es una sorpresa cuando en frente de mí asoma de la nada un cuerpo. Freno con fuerza y aunque chillan las llantas, se detienen.

Me quedo a unos metros en frente de la chica de ojos azules.

-¡Maldita sea!-gruño entre cabreado y asustado-¡¿Estás ciegas?! ¡Muévete!

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