Pesadillas.

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Alejandro P.O.V.

Me desperté sobresaltado por otra de mis pesadillas que se repetían todas las noches desde hace dos años, me levante de la gran cama que ahora se sentía vacía sin su compañía, me mire en el gran espejo del vestidor que ahora estaba medio vacío, mire mi torso ahora más trabajado que nunca y mis brazos, ahora solamente era músculo y tatuajes, tenía los dos brazos tatuados hasta las manos, mi espalda ya no solamente tenía el tatuaje que me hice por ella, debajo de este había una calavera que ocupaba toda mi espalda con una gran A en el cráneo.

Me dispuse a quitarme todos los rastros de sudor que había en mi cuerpo después de la pesadilla, era una pesadilla que se repetía una y otra vez en mi cabeza desde la muerte de ella. Ni si quiera se pronunciar su nombre sin que se me revuelva todo el estómago. Nunca se me olvidara ese día.

*Flashback*

Sabía que algo se tramaba Ana ya que no se había venido con nosotros a por Pablo y eso me pareció extraño, entre a la casa encontrándome con dos maletas, una más pequeña que la otra.

¿No serán…? No termine de formular la pregunta en mi cabeza cuando de la zona del despacho salía una Ana con el ceño fruncido.

-¿Dónde vas?- le pregunte cruzándome de brazos, la rabia empezaba a consumirme.

-¿Y a ti que te importa?- dijo sin mirarme, eso me enfadaba aún más.

-Me importa, porque eres mi novia y quisiera saber dónde vas- dije posicionándome delante de ella.

-¿Qué soy tu novia?- rio amargamente- me canse de ti- dijo encogiéndose de hombros todavía sin mirarme a la cara.

-¿Qué? Levanta la vista y dímelo a la cara- dije inclinando mi cabeza, ella me miro directo a los ojos.

-Me canse de ti, ¿Qué es lo que no entiendes?- dijo arqueando una ceja.

-Nada, no entiendo nada, con lo bien que estábamos estos días atrás, no lo entiendo- dije encogiéndome de hombros.

-Es que no tienes que entenderlo, me canse de ti, fuiste un juego para mí, te utilice mientras que estuve aquí y ahora me he cansado y me vuelvo con mi familia- dijo mientras fruncía el ceño.

-Ah vale, perfecto, pues que te vaya bien- dije mientras me fui directo a la cocina.

Cuando entre a la cocina me encontraba más que enfadado, ofuscado, le di un puñetazo a la pared haciendo que mis nudillos sangraran, entonces fue cuando escuche como el coche de Ana se alejaba, salí corriendo de la cocina hacia fuera pero ya era demasiado tarde, se había marchado.

A lo mejor era que necesitaba tiempo pero no fue hasta que pasaron dos horas y me llamo Alexandre diciendo que se encontraba en el hospital.

El tiempo se detuvo, cogí mi coche y salí de allí lo más rápido posible hasta llegar al hospital, entre al depósito para encontrarme con todos allí, los aparte a todos desesperado hasta llegar a donde supuestamente estaba ella, era un cadáver, un cadáver quemado, la vista se me empezó a nublar, las manos y las piernas me temblaban hasta que ya no pude contenerme en pie y caí de rodillas al lado de la camilla, esto no puede ser posible.

-¡NO!- grite todo lo fuerte que pude, era un grito desgarrador, mientras notaba como me iban cayendo las lágrimas y manchaban mi rostro- ¿Por qué?- dije ya en un susurro mientras me levantaba y volvía a mirar el cadáver.

Salí de allí como alma que lleva al diablo y cogí mi coche a toda velocidad, si ella no estaba aquí, ¿entonces que me retenía a mí?

*Fin del Flashback*

Tuve un accidente en el cual solo me fracture algunas costillas y me rompí un brazo.

Después de eso me tuvieron encerrado en mi casa de Italia con psicólogos para que no intentara suicidarme, Arabelle y Noah cuando se enteraron de lo sucedido decidieron venir a verme y estar tiempo conmigo, eso solo fue hasta que Arabelle le quedaban dos meses para dar a luz y hasta que decidí volver a España, Luciano por supuesto se vino conmigo y aquí nos encontrábamos los dos, alguna vez que otra vienen mi hermana y Alexandre pero se quedan poco tiempo, no pasa lo mismo con Bea, Inma y Kyan que se quedan todo el día por aquí, aunque yo no este con ellos, desde que paso eso, hablo lo justo y necesario.

Salí de la ducha con una toalla envuelta en la cintura y me dirigí al vestidor, me puse una camiseta blanca de manga corta ya que por fin era verano, esta era blanca con dos rallas negras en cada manga, unos pantalones negros que me llegaban por medio del muslo, dejando un la mitad de mi tatuaje a la vista, era una pistola, la pistola que le regale a ella, con la misma frase que estaba grabada en esta. Escuche mi móvil que sonaba desde mi mesilla y descolgué.

-¿Si?- pregunte de forma seca.

-Alejandro, traerán la mercancía pasado mañana, los recibiremos en el almacén donde ellos nos indiquen, la hora nos la dirán ellos mañana- hablo Kyan rápidamente.

-De acuerdo, adiós- dije y colgué, desde que ella se esfumo no he podido volver a ser el mismo, las risas ya no son iguales, ahora lo que siento por dentro es pena, es tristeza, por dentro me siento como si estuviera muerto.

Baje a la cocina donde estaba Luciano ya desayunando.

-¿Cómo estás?- fue lo primero que me pregunto cuándo entre por la puerta de la cocina.

-Bien, esta noche solo he tenido que levantarme a pegarme una ducha una vez- dije sentándome en la isla de la cocina enfrente de Luciano.

-Me alegro, vamos progresando- dijo mientras le daba un bocado a las tortitas que nos había hecho Lucinda. 

-Hola Alejandro- dijo Bea entrando a la cocina, me dio un beso en la mejilla y se fue hacia Luciano para darle un beso en los labios, me alegra que estén juntos, me alegra que ella haya superado la muerte de Pablo, ya me gustaría a mí haber superado la muerte de ella.

Sinceramente estoy cansado, cansado de esperar por algo que jamás llegará, por algo que ya no está en vida, que ya no está en este mundo, si pudiera elegir entre ella o yo, la elegiría a ella, mil veces más, la hubiera seguido hasta el fin del mundo si hubiera hecho falta, hubiera dejado que el coche explotara y no me hubiera importado, pero claro, todo eso si yo lo hubiera hecho con ella, ¿Por qué eres tan cruel? Me dejaste, solo y desamparado, ahora perdido sin tu presencia, me haces falta, me haces mucha falta, hasta tal punto que prefiero estar todas las noches teniendo pesadillas porque sé que es el único sitio donde puedo volver a sentirte realmente, lo que siento es un dolor inexplicable, es como si algo estuviera roto dentro de mí, como si me hubieran pegado un tiro, y ese tiro me lo pegaste tú, de ser un bala perdida pase a ser un blanco perfecto, y tú eras la que sostenía el arma, pero todos sabemos que tú nunca fallas, y en este caso no te quedaste atrás. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora