Mi ahijada.

2.8K 219 0
                                    

Alejandro P.O.V. 

Me sentía bien, por una vez en dos años me sentía bien, salí de la ducha y mire la habitación, era lo único que me recordaba a ella pero no iba a redecorarla o cambiarme de habitación, en cambio su foto sí que la quite, ya es hora de que salga del pasado. 

Habían pasado dos semanas desde que le dispare a la chica esa que me recordaba tanto a ella, dispararle me hizo quitarme un gran peso de encima aunque no fuera nadie para mí pero el simple hecho de que eran iguales, fue como si hubiera matado a un fantasma de mi pasado.

-¡Alessandro baja ya!- grito mi hermana desde el piso de abajo. 

-¡Voy!- le devolví el grito. 

Mi hermana y Alexandre llevan aquí tres días, tres días en los que no se han separado de mí, solamente Alexandre cuando se tenía que ir a hacer negocios, hoy vendrían Noah y Arabelle para traerme a mi ahijada y para que Noah haga unos negocios por aquí, menos mal que la casa es grande y hay habitaciones para todos. 

Me vestí con unos jeans negros por encima de mis tobillos, una camisa blanca de manga corta y unas Air Max blancas y negras.

-Alejandro, Noah y Arabelle ya han llegado- grito Bea desde abajo cuando estaba saliendo de la habitación, baje rápidamente las escaleras antes de que esto se volviera una casa de locos con tanto grito y enseguida me encontré con una muy sonriente Arabelle. 

La abracé y le di un beso en la mejilla, su alegría siempre se me contagiaba, pase al salón con Arabelle pisándome los talones y vi a Noah, este inmediatamente se levantó para saludarme con un apretón de manos y un abrazo. 

-¿Qué tal todo tío?- me pregunto Noah cogiendo por los hombros a Arabelle que me miraba muy sonriente. 

-Bien- dije encogiéndome de hombros- mejor que nunca- le dije mirando a sus alrededores. 

-¿Buscabas algo?- me pregunto Arabelle riéndose. 

-¿Y mi pequeña y preciosa ahijada?- dije sonriéndole inocentemente. 

-Pues…- dijo Noah pero Luciano lo corto entrando en la sala con mi ahijada de la mano.  

-¡Aquí!- dijo Luciano apareciendo con mi pequeña ahijada. 

-¿Dónde está la cosa más bonita del mundo?- dije al verla, cada vez que veía a un niño pequeño que me gustaba me volvía uno de ellos.

Iba vestida con un vestido blanco y azul marino con unos patucos blancos y una mini pamela azul marino que al parecer le estaba molestando porque no paraba de intentar quitársela con su pequeñita mano, en cuanto llego a mí la tome y se me quedo mirando con sus grandes ojos azules, mire como fruncía el ceño al volver a intentar quitarse la pamela, se la quite y la deje encima de sofá, ella me miro y me sonrió, le peiné su cabello castaño con tirabuzones y luego ella intento hacer lo mismo con el mío, y como buen padrino que soy la deje. 

Después de estar un rato jugado con la pequeña decidimos irnos a comer, pase la sillita de Ana a mi coche con el permiso de sus padres claro esta y la subí, le abroche el cinturón y conduje hasta el restaurante donde comeríamos todos juntos, y cuando digo todos, son todos. 

Baje del coche hacia la puerta del copiloto donde iba mi pequeña ahijada, le coloque su pamela y las gafas de sol que le había regalado esa misma mañana de Tous y la lleve en brazos hasta la puerta del restaurante donde estaban los demás esperándonos para entrar. Entramos todos juntos y antes de poder sentarme en nuestra mesa me encontré con la persona menos deseada de la faz de la tierra. Alejandra. 

-¡Alejandro!- su voz chillona ya me oprimía los tímpanos. 

-Hola Alejandra- dije secamente. 

-¡Vaya! Cuanto has cambiado desde la última vez que nos vimos eh- dijo mirándome los brazos tatuados, siguió el camino de mis brazos hasta llegar a la pequeña Ana, la miro detenidamente su cara fue palideciendo lentamente hasta que su mirada se centró en mí, no podía ver ni mis ojos ni los de Ana por lo tanto creería que la niña es mía y yo no le iba a decir que no- ¿Es tuya?- me pregunto señalándola. 

-Sí, ¿a qué es preciosa?- dije mirando a mi ahijada con una gran sonrisa.

-Sí, sí, es muy guapa, pero Ana no estaba…- no quiso terminar la frase ya que a mí me estaba empezando a tocar los huevos. 

-Es lo único que me quedo de ella- dije mirando para otro lado al pensar en eso- bueno nos tenemos que ir que nuestra familia nos está esperando- dije dándole la espalda, lo único que escuche por su parte fue un ‘’adiós’’.

Llegue a la mesa y me senté, deje a Ana en mis piernas mientras jugaba con mi iPhone y yo pedía la comida, le quite la mini pamela y las gafas de sol, me sonrió y volvió su vista a mi móvil, mire mi móvil y vi que no estaba jugando sino que estaba tocando el fondo de pantalla que tenía, era una foto de mi chica con una gorra mía y sacándome la lengua.

Era perfecta y lo seguirá siendo, por lo menos en mi recuerdo. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora