Mi familia otra vez.

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Iba a 280 Km/h, tenía que llegar lo antes posible al hospital, quedaban dos horas para que mi abuelo entrara a quirófano y todavía no lo había visto, ni si quiera sabia como iba a entrar, tenía un nudo en la garganta desde que había aterrizado en Francia, se me hacía muy difícil ver a mi familia después de casi tres años.

La conversación con Thomas fue más fácil de lo que yo me pensé.

*Flashback*

-Tenemos que hablar.

-Lo sé.

-¿Lo sabes?- pregunte consternada mientras me sentaba.

-Sí, se lo que me quieres decir Ana- dijo pronunciando mi verdadero nombre haciendo que todos mis cabellos se pusieran de punta.

-¿Cómo sabes mi verdadero nombre?- dije ya de manera más fría.

-Porque alguien que se haya criado en las calles no dispara, ni lucha, ni conduce con la precisión y perfección que tú lo haces- dijo apoyando sus dos codos sobre el escritorio.

-Vaya, no sé si sentirme alagada o asustada- dije cruzando mis piernas.

-Supongo que si escapaste y fingiste tu muerte tendrías tus motivos y yo no soy quien para juzgarte, pero hay que ver lo que es el destino, a mí me paso lo mismo con tu tía- ¿mi tía? ¿Qué tenía que ver mi tía en esto?- tu tía también fingió su muerte y vino a parar a mí- de las cosas que una se entera.

-De eso, ¿hace cuánto?- le pregunte frunciendo el ceño, esto me estaba preocupando.

-Fue hace veinticinco años, me la encontré por la calle, pero no era una vagabunda cualquiera, era una vagabunda con un cinturón lleno de balas y una liguera llena de navajas y cuchillos de todo tipo, al principio me acerque a ella, pero vi que no solo tenía eso para defenderse sino que de su boca podía expulsar agujas impregnadas en veneno- muy típico de mi tía, yo también sabía hacerlo, pero no hay nada mejor que una pistola cargada de balas- supe desde el primer momento que era de una mafia, sabía que si la recogía y no le decía nada a su familia sería malo para mí, pero en esos momentos me daba todo igual, lo único que me importaba era ella, con el paso del tiempo nos fuimos enamorando cada vez más, hasta que al año tuvimos a Hugo, dos años más tarde la encontraron, la encontró tu padre, al ella enterarse se fue, dejándome a mí y a nuestro hijo, pero por supuesto no porque ella quisiera sino para salvarnos a nosotros dos- nunca había oído que nadie de mi familia fingiese su muerte ni nada por el estilo, ahora lo que tenía que procesar era que Hugo era de mi misma sangre y yo me lo había llevado a la cama- y tú me recuerdas tanto a ella- dijo mirándome a los ojos, se le podía notar la tristeza a kilómetros.

-¿Hugo sabe quién es su madre?- le pregunte mirando hacia el suelo.

-Sabe lo que le paso pero, no sabe quién es realmente- dijo mirando hacia sus manos entrelazadas.

-Sé que no es asunto mío, pero deberías decírselo, tarde o temprano se enterará y será mejor que sea por ti que por cualquier otra persona- dije levantándome lentamente de mi asiento- me alegra mucho haberte conocido Thomas, hasta pronto- salí por la puerta para encontrarme con un Hugo de brazos cruzados y preocupado.

-Me voy- le dije simplemente.

-Lo comprendo, ha sido un placer Ana- dijo guiñándome un ojo, yo le sonreí en respuesta y salí de allí a todo lo que daban mis piernas.

*Fin del flashback*

Estaba más o menos recuperada, en verdad no del todo, pero con los analgésicos que me mandaron puedo sobrevivir.

Pise aún más el acelerador, saltándome algunos semáforos en rojo, algunas señales y casi provocando algunos accidentes pero en esos momentos me daba igual, en el momento en que visualice el hospital donde estaba mi abuelo ingresado recibí una llamada, Alexandre.

-¿Dónde coño estas?- escuche que me gritaba en francés.

-Llegando- le dije con una ceja arqueada aunque él no me pudiera ver.

-Pues estas tardando, y por favor, pasa desapercibida, Alina está más cerca de lo que tú te piensas- dijo esto y me colgó.

Perfecto, lo que me faltaba, que Alina estuviera aquí.

Gracias al Aston Martin que me había conseguido mi primo conseguí llegar a tiempo al hospital donde me disfrace de mujer árabe y llegue hasta la entrada de la habitación de mi abuelo, pude observar que estaban todos mis tíos ahí, entre rápidamente en la habitación cerrando la puerta detrás de mi haciendo que todos se alarmaran y sacaran sus armas, yo levante las manos y poco a poco me quite el pañuelo con el cual me tapaba la cara, sus caras de asombro no daban crédito, mi madre abrazaba a mi padre y esta lloraba desconsolada, me acerque a ellos lentamente y los abrace haciendo que algunas lágrimas se derramaran por mi rostro.

-Lo siento- fue lo primero que dije al levantar la cabeza de los brazos de mis padres.

-No importa cariño- dijo mi madre acariciándome el pelo.

Después de saludar a todos, uno por uno, me puse en el lado derecho de la cama en la cual estaba mi abuelo.

-Tuviste tus motivos- dijo más para él que para mí, yo le cogí la mano que me ofreció y con algunas lágrimas en los ojos asentí, como afirmando lo que él mismo había dicho.

-Nadie puede saber que estoy viva, aparte de nosotros claro está- dije mirándolos a uno por uno- todavía me persiguen y no permitiré que nadie se entrometa y acabe en una tragedia.

-Mi hijo sabia de ti, ¿no es así?- me pregunto mi madrina la cual estaba abrazada por mi padrino.

-Sí, el único que sabía de mi existencia- dije recordando a Bea.

En ese momento entraron uno a uno mis primos, Nathalie, Luke, Louis, Alexandre y hasta Alessio. Todos excepto Alexandre corrieron para abrazarme y preguntarme el porqué, lo único que pude decir en esos momentos fue que lo hice por su bien.

-¿Y mi hermano?- pregunte en general.

-Está en la cafetería- me contesto Nathalie.

Yo asentí y salí prácticamente corriendo hacia la cafetería, corrí entre los blancos y laberinticos pasillos de aquel hospital hasta por fin llegar a la cafetería donde busque con la mirada a mi hermano, cuando lo vi mis ojos se abrieron como platos al ver con quien estaba. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora