No quiero más entierros.

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Negro, era lo único que podían observar mis ojos, un día en el cual hacia sol y calor, un buen día, pero no para nosotros, no para la familia Dómine, había caído uno de los más grandes, habían muchas familias conocidas, de las cuales algunas ni me acuerdo, ni quiero acordarme, no en estos momentos, este es el momento en el que realmente te das cuenta de que has perdido a alguien al que de verdad amabas, al que fuera como fuera necesitabas, por lo menos yo, mi abuelo, mi gran mentor y figura paterna, porque aunque yo tuviera a mi padre mi abuelo era el que me había criado mientras mis padres estaban en alguna misión, él ha sido nuestro padre, abuelo, maestro y muchas otras cosas de las que ahora mismo no podría recordar ya que me pondría a llorar y mi abuelo no querría eso.

 Íbamos caminando por el cementerio hacia donde sería el entierro, el césped estaba un poco seco por el calor, los pájaros cantaban alegremente mientras que yo con mi vestido y mis tacones negros iba sujetada al brazo de mi hermano el cual llevaba un traje negro, con las gafas de sol nadie podría saber si estábamos llorando u observando cualquier movimiento extraño, porque aunque parezca raro cualquier persona enemiga de la familia querría venir a un entierro de sus enemigos ya que son cuando más débiles están, pero nosotros no, aquí el que intentara algo saldría como un colador, lleno de agujeros.

 -Ana- me llamo mi hermano sacándome de mis pensamientos, lo mire y él me señalo con la cabeza que ya podía ir a dejar el ramo de flores el cual le iba a meter a mi abuelo en su tumba.

 Camine lentamente hasta donde yacía la caja de pino la cual llevaba a mi abuelo, me pare delante de ella y poco a poco me fueron viniendo recuerdos de él jugando conmigo al dominó, al parchís, de los dos entrenando juntos, pero el que me hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas fue el de un día que él y yo habíamos ido al parque.

 *Flashback*

 Era una tarde de febrero, hacía frío, pero mi bufanda, mis guantes y mi gorro me calentaban. Mi abuelito estaba sentado en un banco mirándome con una gran sonrisa como yo jugaba, me daba pena dejarlo ahí solo así que decidí ir a por él.

 -Abuelito, ¿Por qué no te vienes a jugar conmigo?- le pregunte cogiéndole de la mano.

 -Porque tu abuelo ya está viejo cariño, además me gusta ver cómo te diviertes con tus amigos- dijo señalando a los amigos que me había echado en el parque desde hacía semanas.

 -Pero es que no quiero verte solo abuelito- él me cogió en brazos y sonrió.

 -Yo nunca estaré solo cariño, ¿verdad que tú siempre pensaras en mí hasta cuando no este?- yo asentí sin entender- pues mientras que una persona permanezca en tu recuerdo nunca estará sola, ya que tendrá tu compañía, no es cuerpo pero en alma si- me guiño un ojo y me dio un beso en la mejilla- y ahora ¿quieres que te lleve a casa y le digamos a la abuelita que nos prepare chocolate caliente?- yo asentí efusivamente y lo abrace.

 *Fin del Flashback*

 Deje el ramo lentamente sobre la caja y con un pequeño temblor en las manos la acaricie para después darme la vuelta y andar hasta donde estaba mi hermano, este me apretó entre sus brazos para después soltarme y que me cogiera mi primo, desde ahí pude apreciar como Luke y Louis luchaban por contener las lágrimas así que me acerque a ellos para abrazarlos, ya casi eran más altos que yo.

-Él siempre estará con nosotros- les dije a la vez que levantaba la cabeza para ver a una persona detrás de un árbol, me quite las gafas de sol para ver mejor y si, efectivamente había una persona la cual no podía ver muy bien gracias a que estaba muy lejos pero sí que me dio tiempo a reaccionar al ver que era un francotirador- ¡Agachaos!- grite a la vez que sacaba mis armas de las ligas que llevaba debajo del vestido, enseguida mis primos los cuales se habían agachado también tenían un arma en su mano y estaban posicionados a mis lados pero aún seguían agachados. Mire a mi alrededor y de un momento a otro estábamos todos disparando en la misma dirección, Nathalie estaba entre Alessio y Mauro, Alexandre estaba junto a mi hermano, mis padres estaban acercándose cada vez más al francotirador, mis tíos estaban junto a nosotros intentando pararle la hemorragia a mi abuela, a los pocos minutos el francotirador fue atrapado por mis padres.

 Vi como a base de empujones y puñetazos mi padre traía al francotirador.

 -¿Quién te ha mandado?- pregunte cuando estuvo delante de mí, me podía hacer una idea de quien lo había mandado pero prefería que él mismo me lo dijera.

 -Alina Korsakov- solo con oír su nombre la rabia me consumía. Puta zorra. Apoye mi arma en su sien y sin titubear apreté el gatillo.

 Tanto como mi cara y mi vestimenta se llenaron de sangre, lentamente y bajo la mirada de todos fui hacia mi coche todavía con el arma en la mano, me monte y con un chirrido de ruedas salí de allí como alma que lleva al diablo. No quería más entierros, si me estaba buscando me iba a encontrar.

 Esto no quedaría así. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora