Gran Mansión.

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Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, me autoanalice y por lo que podía notar supe que solamente me dolía la cabeza, me toque la frente para notar algo viscoso, lo restregué en mis dedos y por el olor y el tacto supe que podría ser sangre, aunque no se veía muy bien la habitación por falta de luz supe que tenía dos ventanas, una cama en la cual yo estaba y justo enfrente de la cama había una puerta, a la derecha de la habitación había otra puerta pero esta se encontraba medio abierta por lo que supuse seria el baño.

Crujo los huesos de mi cuerpo haciéndome sentir un poco mejor e intento bajarme de la cama, pero en este caso me mareo y quedo sentada en esta, en la mesilla observo que al lado de la lámpara hay un vaso de agua el cual cojo y sin olerlo por si le han echado algo o examinarlo bebo, mis labios secos y agrietados ahora tienen un poco más de textura y se notan menos rasposos, me levanto de la cama ahora más lentamente y me detengo observando donde están mis zapatos, están al lado de un gran armario que está al lado del baño.

Me acerco hacia las dos ventadas y las abro así dejando pasar toda la luz del día, ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? Me asomo por las ventanas para ver un verde jardín lleno de rosas y árboles, al tocar el cristal supe que fuera hacia frio, así que en España no podríamos estar, parecería un paraíso si las ventanas no tuvieran rejas, me toque la parte trasera del pantalón acordándome de mi pistola pero no la tenía, alguien me había quitado la pistola cuando me secuestraron.

Me podía hacer una idea de quien me había secuestrado, pero hasta que no le viera la cara no sabría, el presentimiento de que eso no sería muy tarde se presenta en mi cuerpo nada más pensar en que tarde o temprano le volveré a ver la cara a la puta de Alina seguro, porque estaba muy segura de que había sido ella la que me había secuestrado, pero no sé lo que habrá pasado con Alejandro, a lo mejor lo tiene en otra parte de la casa escondido o quizás a él no le hizo nada.

-Veo que ya estás despierta- dijo un chico rubio desde la puerta, este tenía los ojos verdes apagados, estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera había escuchado el sonido de la puerta al abrirse- vamos, mi jefa te está esperando- me hizo una seña para que lo siguiera y así fue, comencé a caminar detrás de aquel chico rubio.

La mansión en la que estaba era grande, torcimos varias veces hasta llegar a la puerta de lo que parecía ser un despacho.

El chico rubio toco dos veces y con ''pase'' del otro lado de la puerta el chico me abrió la puerta y me hizo una seña para que entrara, cuando entre él me miro por última vez y cerró la puerta dejándonos a las dos solas.

-Te estaba esperando, es bueno verte después de tanto tiempo Ana, veo que has crecido- dijo sonriéndome amablemente.

-Es bueno saber que te acuerdas de mí, yo ya creía que te habías olvidado de mi- sonreí de la misma forma que ella haciendo que su sonrisa se borrase por segundos para luego volver a coger su forma inicial.

-¿Cómo no acordarme de tal acontecimiento? Todo el mundo habla de él, como si te conocieran, su problema es que no te conocen, no saben lo rastrera que puedes llegar a ser- ella me miro por encima de su hombro y yo lo único que hice fue sonreír y levantar el mentón.

-No hablemos de rastreras por favor, yo no puse precio a tu cabeza, aunque ahora que lo pienso debería de haberlo hecho, o mejor con la de tu padre- me reí lentamente haciendo que ella se enfureciera.

-¡Cállate!- grito poniendo las manos encima del escritorio y levantándose- ¡Cállate! No manches el nombre de mi padre con tu palabrería, eres asquerosa, no deberías de existir, estabas mejor desaparecida- parecía una niña pequeña, en estos momentos era lo que parecía, y eso me causaba gracia.

-¿Pero que tienes contra mí? ¿Mate a tu padre? Si, ¿y qué? ¿No has estado sola mejor que con él?- ella me miro pensativa por unos segundos y luego arqueo las cejas.

-¡Mi padre era lo más importante para mí!- la verdad es que si a mí me quitaran a mi padre también me comportaría así.

-¿Y todo este tiempo que no he estado que has hecho?- pregunte para cambiar de tema lo que parece que funciono.

-Me eche novio, el perfecto hombre, hasta que vino la puta de su ex y todo lo jodió- esta chica no tenía suerte en su vida- ¡Alejandro debería de ser mío!- ¿Alejandro? ¿MI Alejandro?

-¿Qué?- esa fue la gota que colmó el vaso- no solo querías matarme sino que también querías quedarte con mi novio.

-¡Si! Pero como siempre, tú tienes que aparecer y joderlo todo, no he visto jamás pareja más inestable que la vuestra, no estáis juntos por dos años, luego os peleáis y en una tarde lo arregláis todo, vuestra relación es una mierda- la mire con una leve sonrisa y negué con la cabeza.

-Las relaciones de hoy son más difíciles porque ya nadie se toma el tiempo de enamorar a la otra persona; las conversaciones se convierten en textos, los argumentos en llamadas, los sentimientos en indirectas- recordé todos los momentos con Alejandro y continué- la palabra amor es utilizada fuera de contexto, la inseguridad se volvió una forma de pensar, los celos en habito, engañar en accidente, y ser lastimado, ahora es algo natural- me cruce de brazos mirando a ningún punto en concreto- por eso nosotros no somos como las demás parejas, preferimos no entrar en la monotonía que es lo que da lugar a todo lo anterior, nuestro amor si es de verdad, porque sabemos que por mucho que estemos juntos jamás nos cansaremos el uno del otro- en ese momento la mire y vi que ya solamente estaba a algunos pasos de mí, tenía cara de rabia por lo que supuse que me iba a pegar, así que me prepare para su ataque.

Después de esperar varios segundos no recibí nada de su parte así que baje la guardia.

-Nikolay, llévate a esta perra- dijo mirando hacia la puerta, el chico rubio del cual ahora sabia el nombre entro y me cogió por los brazos haciendo que anduviera.

-¿No me vas a matar?- ella poso sus ojos en mí y sonrió de la misma manera que yo.

-Esperare a que venga, tu historia me ha conmovido tanto que los matare a los dos juntos- lo último que vi fue su cara antes de que la puerta del despacho se cerrase.

-Si te consuela, yo también estaba enamorado- lo mire por unos segundos, era la segunda vez que escuchaba su voz, era profunda pero a la vez amigable, denotaba seguridad.

-¿Y qué paso?- pregunte cuando estábamos parados frente a mi puerta.

-Ella murió- mis ojos se abren como platos.

-¿De verdad?- asiente y veo como intenta no soltar las lágrimas.

-La mataron, la gente que me perseguía la mato, hace dos años, desde entonces estoy en esta mafia- suspiro y me miro- sé que el amor requiere sacrificio, pero merece la pena- hizo un amago de sonreír pero no llego a sus ojos- lo que te quiero decir con esto, es que por mucho que quieras a una persona, jamás lo abandones porque está en peligro a no ser que él te lo pida, pero yo sé cómo se sintió tu novio en ese momento, lo sé porque yo me separe de ella para protegerla y lo único que conseguí fue que la mataran- él abrió la puerta de la que se supone era mi habitación para que entrara.

-Siento lo de tu novia, pero sé que Alejandro no se dejaría matar tan fácilmente, lo sé porque es igual que yo, y peleara hasta que me encuentre- esta vez sí que sonrió.

-Lo sé, os conozco Ana, se por todo lo que habéis pasado- me guiño un ojo y con esas últimas palabras desapareció por el pasillo de esa gran mansión. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora