Una sombra.

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Alejandro P.O.V.

Desperté gracias a que mi móvil estaba vibrando encima de mi mesilla, lo cogí lentamente y vi que era un mensaje de Isabella.

‘’Hola hermanito, solo quería saber ¿cómo va todo por allí? Alexandre y yo iremos enseguida para allá, Vittorio dice que se acercara por allí para que conozcas a su novia, te echo de menos, pronto nos veremos, te quiero’’

¿Vittorio con novia? Eso tengo que verlo yo. Solo espero que no tarden mucho en venir, por lo menos mi hermana y mi cuñado me entretienen, sí, ya acepto llamarlo cuñado, es lo que ha demostrado, ha demostrado ser el ideal para mi hermana.

Mire hacia la ventana y vi que todavía era de noche, entonces todos los recuerdos de aquella misma tarde se agolparon en mi mente.

Esa chica me había sacado todo lo que los psicólogos en meses no consiguieron sacarme, conseguí llorar hasta quedarme dormido y no tener ninguna pesadilla, me transmitió tanta seguridad, hasta que me quede dormido en sus brazos y eso solo me pasaba con una persona, tenía que saber quién era esa chica e intuyo que pronto sabré quien es.

Tocaron dos veces la puerta y con un ‘’pase’’ vi como Luciano abría la puerta.

-Esta noche vamos a salir- dijo mirando mi ropa.

-Si vamos a salir en parejas será mejor que me quede- dije apoyando mi cabeza en una mano.

-No, esta noche es solo de hombres- dijo cuando de repente apareció Kyan por detrás de él.

-Venga tío, ¿todavía estas así?- me preguntó en tono de entre reproche y diversión.

Rápidamente me levante de la cama y sacándoles el dedo de en medio a los dos me metí en el baño, me sentía con mucha fuerza, como si hubiera vuelto a nacer.

Salí del baño con una toalla en la cintura, me fui al vestidor y tras tirar un gran suspiro escogí la ropa y me volví al baño.

Cuando salí me mire en el espejo de cuerpo entero y me peine el pelo hacia un lado, como siempre, llevaba puesto una camiseta blanca de manga corta con el número 20 y dos rayas negras en las mangas, unos jeans negros ajustados con las patas remangadas y unas Air Max 90 blancas, me metí la pistola en la parte trasera del pantalón y baje las escaleras mirando mi reloj, vi que eran las nueve y media de la noche, entre a la cocina donde estaban mis dos amigos esperándome.

-¿Estáis preparados para la mejor fiesta del mundo?- dijo Luciano cogiéndonos a los dos por los hombros.

Kyan y yo nos miramos para después reírnos y echar a andar hacia mi coche.

Nos fuimos a un restaurante italiano a cenar, los dueños eran amigos de mi familia por lo tanto nos sirvieron rápido, cuando terminamos de cenar decidimos irnos a una discoteca a la que siempre íbamos cuando estábamos todos juntos, entramos al local donde la gente se empujaba y peleaba por entrar, nos hicimos paso hasta la barra.

-¿¡Qué queréis!?- nos gritó Luciano por encima de la música.

Le hicimos nuestros pedidos y enseguida teníamos nuestros vasos repletos de alcohol en la mano.

Entre risas y demás ya iba por mi séptimo vaso, a esas alturas, había bailado, reído, hablado, volver a reír, había rechazado a todas las chicas que se me habían presentado, y ahora necesitaba ir al baño.

De camino al baño pude reconocer una figura conocida, achine los ojos sin poder creérmelo, pestañee un par de veces y ella seguía allí, sonriéndome como si nada hubiera pasado, sin poder apartar los ojos de ella me hice paso entre la gente y con la música de fondo cada vez la veía mejor, llevaba un vestido rojo con algunos detalles en negro junto con unos tacones negros y su pelo recogido en un moño, fui cada vez acelerando más el paso hasta que vi que ella salió corriendo y yo salí corriendo detrás de ella, llegamos hasta la calle donde no había casi nadie y yo pude escuchar los tacones retumbar por toda la calle, corrí en la dirección donde más se escuchaban resonar, llegue hasta un callejón pero para mí mala suerte sí que tenía salida y lo último que vi fue su sombra alejarse de mí una vez más mientras Luciano intentaba retenerme.

-¡Suéltame! Ella está allí- dije gritando señalando al final de la calle.

-Non è più, è morta!(¡Ella ya no está, está muerta!)- me grito Luciano para que solo yo lo pudiera entender y las personas que estaban mirando la escena no se enteraran.

Nos volvimos dentro del local localizamos a Kyan y entre empujones y demás, conseguimos salir de ahí, en la puerta habían dos chicos, uno castaño y el otro pelinegro hablaban en inglés y cuando me vieron los dos se quedaron callados, el pelinegro codeó al castaño y este lo miro y asintió, ¿se creían que no me estaba dando cuenta o qué? Serían los que antes estaban cuando he salido del local.

Dejamos a Kyan en su apartamento para después volvernos a nuestra casa.

Entre a mi habitación rápidamente y antes de que me volviera loco le di un puñetazo a la pared, juraría que la había visto, pero, como ha dicho Luciano, ella estaba muerta.

Me quite toda la ropa y ya en calzoncillos me tire a la cama, no es justo que yo esté aquí y ella allí arriba, pero, mientras tanto sé que me dará fuerzas desde allí, ella hubiera querido que no dejara mi vida, ella se fue y vino a nosotros otra Ana, mi ahijada, una preciosa niña castaña de ojos azules como los de su madre, me pusieron a mí de padrino cuando por fin llamo desde Alemania Noah y me conto, no tarde mucho en aparecer por allí, aunque me obligaron a ir con mucha más gente para que no me autolesionara pero cuando la vi me enamoré instantáneamente de ella, ahí fue cuando decidieron hacerme el padrino de la niña y por supuesto cuando vio la foto de Ana que yo siempre llevaba encima la niña empezó a sonreír y a patalear como si la conociera de toda la vida, de ahí su nombre, pensando en todas las cosas que habían pasado en estos dos años me quede dormido. 

Mátame. (NPSA3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora