CAPÍTULO XXIX . Telépatas en acción

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   - ¿Cómo está eso de que ahora eres tú quien le dice bodoque a tu hermana? –Preguntó Aldama a su hijo camino al laboratorio del doctor Velázquez-

- Es pura venganza –respondió Arturo-, ella comenzó a decirme así cuando yo estaba más chico que ella, ahora me sigue diciendo así, pero como ya la veo para abajo yo también le digo bodoque.

Aldama cruzó divertidas miradas con su esposa y suspendió el interrogatorio.

Continuaron su ruta en silencio y al entrar al laboratorio los papás se dirigieron a sus sillas de costumbre y Arturo recibió el inhalador de glutamato de manos de Velázquez.

A las seis de la mañana Arturo estaba ya rodeado por todo lo necesario para el ejercicio de telepatía, con el doctor a su lado y enfundado en sus peculiares ropajes y accesorios

- "Bodoque, bodoque ¿estás ahí?"

Desde que Anna había sostenido la primera conversación telepática con su hermano, pensó, y tenía razón, que si intentaba alguna nueva comunicación lo haría a la misma hora.

Por eso cuando Arturo comenzó su ejercicio, ella estaba sentada en flor de loto en centro de su cama, concentrada en escuchar la más mínima señal que reverberara en su cerebro.

- ¿Bodoque? ¡Tu tía la de Puebla! –Respondió mentalmente sin mover los labios, y extrañamente, Arturo percibió no solo la frase, sino también la pícara alegría de su hermana-

Los sensores del casco de Arturo evidenciaron un evento de sinapsis telepática exitoso.

- ¿Estás bien? –Preguntó Arturo-

- Estoy bien, te confirmo que los ayudaré a encontrar el tesoro, no entiendo, pero lo haré, ¿hay más instrucciones?

Anna, al igual que su hermano, se forzaba a transmitir sus ideas pensando las palabras, esto es, primero estructuraba una idea y después la repasaba mentalmente como si la estuviera escribiendo.

- No, mañana te llamo a la misma hora.

Arturo se refirió al evento de telepatía como si se tratara de una llamada telefónica, causando hilaridad en el doctor Velázquez y sus papás.

La sesión terminó, y Arturo, a pesar del cansancio que sentía, lamentó que así fuera.

- ¿Por qué tiene que ser tan poquito? –Cuestionó al doctor Velázquez-

- Porque lo que estás haciendo nadie lo ha hecho antes, y no quiero sobre entrenarte, tú sabes, como le puede pasar a un atleta de alto rendimiento si su entrenador no lo cuida bien.

- ¿Le puede pasar eso a Anna? –Preguntó Dulce María-, ella no tiene cerca a nadie que la apoye.

- Anna tiene cinco años más que Arturo – Explicó Velázquez-, y eso a sus edades hace una gran diferencia en el desarrollo del cerebro.

La etapa más demandante de energía es la del inicio del enlace, y Arturo puede no estar listo para algo así, por eso está recibiendo de mí una sobre dosis de iones de calcio que lo pone al nivel de Anna.

Pero insisto, todo esto es tan novedoso que es conveniente avanzar paso a paso y con cuidado; de hecho, después de cada sesión reviso los registros de la actividad cerebral de Arturo y no he encontrado nada de qué preocuparse, pero no por eso podemos dejar de ser cuidadosos.

Aunque pensándolo bien, voy a corregir un tanto lo que dije de que esto es novedoso, porque aunque yo nunca había hecho algo así, se trata de la aplicación de una técnica milenaria de origen olmeca que fue preservada por los teotihuacanos y heredada a los toltecas.

EN EL CERRO DE CUATRO CARASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora