La oficina estaba en el noveno piso, el elevador se abría frente a la recepción, por ahí se accedía a una cómoda sala de espera con sanitarios, mesa de café y tres puertas opuestas a la de la entrada.
La primera era la de un salón equipado con varias computadoras y ocho pantallas de plasma ensambladas en un enorme tablero; desde ahí los guardias de seguridad vigilaban todos los accesos al edificio y al noveno piso.
La segunda correspondía a la de a una amplia sala de juntas con un enorme ventanal que proporcionaba una magnífica vista panorámica de la ciudad.
La tercera puerta estaba etiquetada con un letrero de "SOLO PERSONAL AUTORIZADO" y daba a un espacio vacío de doscientos metros cuadrados.
El lugar había sido acondicionado en un tiempo record de tres días para servir de sede a la Fundación Cultural Cem Anáhuac.
Eran las seis de la mañana y solo estaban ahí dos vigilantes.
El resto del personal, una recepcionista y cuatro guardias de seguridad, estaban citados a las diez de la mañana.
En las cercanías, en el cuartel general de Los Perseguidores, habían iniciado sus actividades Élfego Sánchez, Mariana, Spinosa, Souza, Anna y Guillermo.
- Todo bien, hoy veré a Nancy –Había reportado Anna en la sesión telepática con su hermano-
A las siete Anna y Guillermo desayunaron en su habitación, Mariana, Sánchez, Spinosa, y Souza, lo hicieron en el restaurante.
- ¿Cree usted que nuestros huéspedes vendrán más tarde? –Preguntó Sánchez a Mariana-
- No lo creo señor –respondió Mariana-, ayer, cuando les avisé de que recuperaban sus privilegios, los dos me avisaron que no vendrían a desayunar hoy, pero que de inmediato iban a utilizar el gimnasio y la alberca.
Cenaron juntos en la habitación de Anna, y platicaron por escrito.
- ¿Por escrito? –Sánchez se sorprendió-
- Sí señor –Confirmó Mariana-, Spinosa me invitó a ver por mi misma lo que estaban haciendo.
- ¿Pudo verse lo que escribieron? –Preguntó Sánchez a Spinosa-
- No señor –Spinosa, como siempre, habló con toda formalidad irguiendo el torso y engolando la voz-, las cámaras nos permiten hacer acercamientos, pero ellos cubrieron sus notas.
- En realidad ya no importa –Estableció Sánchez dirigiéndose a Mariana-, ya todo está definido a nuestro favor.
Le pedí a Anna que enviara un mensaje de mi parte al profesor García, ella aceptó con la condición de que la lleváramos a un cibercafé; en mi nota incluí un número telefónico para que me llamara, y me llamó.
- ¿Está vivo el profesor García?
El doctor Souza se escandalizó al igual que Mariana, no así Spinosa quien ya había pasado por eso cuatro días atrás-
- Sí, aunque algunos comentarios de Anna ya me habían dado pie a pensar que así era, me sorprendí cuando escuché su voz y me esforcé porque no lo notara.
Evidentemente solo resultó herido y ya se recuperó.
Fue una conversación memorable, en verdad memorable, yo comencé advirtiéndole que no intentara interferir con nuestros planes o tratara de despojarnos de lo que encontremos porque pondría en riesgo la seguridad de Anna y Guillermo.
Me confirmó lo que Alberto me había adelantado, de que había decidido dejar fluir los acontecimientos.
Porque si a pesar de todos los esfuerzos que él y su grupo habían realizado por cinco siglos, una jovencita sin recursos económicos ni experiencia, lograba cambiar el destino, no sería él quien se opondría.
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EN EL CERRO DE CUATRO CARAS
Ficción históricaEn el siglo XVI, cuando los europeos invadieron la América Continental, encontraron sociedades perfectamente organizadas. En apariencia todos los vestigios de esas civilizaciones se esfumaron en cuanto fue conquistada la capital imperial México-T...