Capítulo 8: Poison and Wine

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Los resultados de la cacería habían sido favorables para la secta Yunmeng Jiang y Qinghe Nie, pero no por eso había tenido un desenlace grato para todas las sectas, especialmente la Lanling Jin. Probablemente la única persona que había salido de la Montaña Fénix con un sentimiento de alegría fue Jiang Yanli, que tras muchos años de paciente espera al fin había recibido una confesión —o algo muy parecido— de parte de Jin Zixuan.

Dos meses habían pasado y ahora estaban todos de vuelta en Yunmeng, ocupándose de sus asuntos. Wei Wuxian se había detenido en una pequeña tienda de licor en la ciudad y descansaba cerca de una ventana desde donde veía a la gente ir y venir. Tras dar un largo suspiro y beber casi media botella de un solo trago sintió cómo de repente su cuerpo comenzó a sentirse más ligero. Ya reconocía bien la razón de esa sensación y al mirar con más detenimiento a la multitud pudo divisar una figura vestida de completo blanco. Lan Wangji parecía caminar evitando la cercanía de otras personas y eso le hizo reir.

Cerca de él estaban cuatro jovencitas que vendían sus flores. Le hizo señal a una de ellas y dictó algunas instrucciones. La cuarta joven se acercó a él para observar lo que pasaba en las calles. En el canasto de la muchacha, una flor llamó la atención de Wei Wuxian. Se trataba de una Peonia en pleno florecimiento y tras una charla sobre su significado, Wei Wuxian decidió dar un último golpe en su broma y aprovechando la cercanía de Lan Wangji a la ventana, lanzó la flor que fue a aterrizar a su cabeza.

Lan Wangji tomó la flor, miró hacia arriba y aunque Wei Wuxian lo saludó e invitó a subir a tomar una copa, él solo volteó y siguió su camino. Ya suponía que algo así ocurriría, pero le daba gusto haber podido verlo aunque fuera un instante y calmar su zozobra por un tiempo más. Sus instintos omega tenían su propia voz desde hacía mucho y le pedían con mucho apremio que fuera tras de él, que lo persiguiera. Tomó la jarra de vino para acallar esa voz con el alcohol.

Unos lentos pasos se escucharon por las escaleras. Curioso de quién podría estar llegando, volteó hacia allá y se quedó sin habla al ver que Lan Wangji había subido hasta donde él estaba. Tenerlo tan cerca era siempre como si una fuerza invisible tirara de él de una forma tan impetuosa que tenía que clavar muy bien los pies al suelo y sujetarse al mueble más cercano. —¡Lan Zhan! No creí que subirías. ¿Por qué no te sientas a tomar un trago conmigo?

Lan Wangji se acercó, pero no tomó asiento. En cambio, puso las flores que había recibido de las muchachas sobre la mesa de Wei Wuxian. —Tus flores.

—Oh no, son tus flores ahora. Yo te las doy.

—¿Por qué?

Wei Wuxian contestó con la más amplia de sus sonrisas. —¿Y por qué no? Solo quería ver cómo reaccionarías a algo así.

—Ridículo.

—¡Claro que soy ridículo! O no habría estado tan aburrido como para hacerte subir hasta aquí... ¡Hey, no te vayas! Ya estás aquí, bebe algo conmigo.

—El licor está prohibido.

—Ya sé que está prohibido en tu secta, pero no estamos en Gusu ahora. Está bien si tomas un poco.

Lan Wangji volvió a negarse y Wei Wuxian solo pudo dar un suspiro frustrado. —Al fin vienes a Yunmeng y ni siquiera probarás el delicioso licor de aquí. Bueno, aunque es delicioso, nunca se comprarará a la Sonrisa del Emperador en Gusu... hey, ¿por qué no te sientas?

No respondió ni se movió de lugar, y su mirada permaneció fija en Wei Wuxian, aunque por un instante se desvió hacia la flauta negra con una borla roja al final, lo que hizo que Wei Wuxian entornara los ojos. —Ya sé qué vas a decir y honestamente no quiero oirlo, así que ahorrémonos una discusión sin fruto y te responderé de una vez a tu pregunta. No voy a volver a Gusu contigo. La Campaña para derribar al Sol terminó hace tiempo, pensé que ya te habrías rendido.

Just don't let me disappearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora