Capítulo 9: A lil' kindness to go a long way

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Fue duro romper con su secta, en especial alejarse de sus hermanos y ni siquiera poder despedirse de Jiang Yanli, pero no podía dejar a los Wen en aquel lugar. Si él no estaba presente, los cadáveres feroces y demás criaturas malignas se podían ir en contra de cualquiera que estuviera cerca. Además, tampoco se atrevían a bajar mucho al pueblo así que él tenía la responsabilidad de hacer las compras en el pueblo.

Aquel día había llevado a pasear a A-Yuan mientras hacía las compras, pues aunque procuraba jugar con él todos los días y darle muchos momentos felices, estar siempre encerrado no podía ser bueno para un niño tan pequeño. Por otro lado, él también necesitaba un cambio de ambiente pues llevaba varios meses sin poder ver a Lan Wangji, lo que le provocaba largas noches sin dormir que ocupaba en idear nuevos artefactos o técnicas. Cuando lograba conciliar el sueño, con frecuencia se despertaba por alguna pesadilla. Durante el día, en cualquier momento sentía que le faltaba el aire, le daban palpitaciones o comenzaba a sudar frío y tenía ganas de vomitar. A veces se alejaba de todos por un instante porque de la nada sentía muchos deseos de llorar.

Wen Qing era la única que sabía lo que le ocurría realmente y le daba algunas medicinas para calmar los síntomas. A-Yuan a veces estaba presente cuando entraba en alguna crisis, pero él siempre se las ingeniaba para distraerlo y que no se diera cuenta que estaba mal. Aún así, sabía que lo preocupaba y por ello ambos bajaron de la montaña aquella tarde.

El chiquillo solía sujetarse a la pierna de Wei Wuxian mientras este caminaba, pero ya habían dado varias vueltas y sus brazos se estaban cansando así que en una parada se soltó para descansar y se quedó sentado en el suelo un instante. La gente comenzó a pasar y entre tantos juegos de piernas fue empujado lejos de Wei Wuxian. Desde su altura no podía distinguir el rostro de las personas a su alrededor, pero su instinto de cachorro le hizo buscar aquella presencia que se le hacía más tranquilizadora y se aferró con fuerza a la pierna de su portador que se encontraba vestido completamente de blanco.

Wei Wuxian sintió que el corazón se le salía del pecho cuando notó la ausencia de A-Yuan así que al principio no notó el alboroto que se había formado muy cerca de allí. Apartó a algunas personas viendo siempre hacia sus piernas en búsqueda del pequeño y llegó al frente de la multitud. En ese momento el llanto inconfundible del infante llegó a sus oídos y el alma le regresó al cuerpo, pero fue mucho más que eso. Esa potente fuerza de atracción que tiraba de él fue bastante difícil de resistir, pero con solo estar a unos pocos metros de Lan Wangji sentía como su cuerpo recibía una dosis nueva de vida.

La escena se le hizo cómica y enternecedora a la vez. A-Yuan estaba firmemente abrazado a la pierna de Lan Wangji, pero lloraba desconsolado llamando a su padre. La gente a su alrededor murmuraba en dos bandos, los que lo tachaban de mal padre y los que lo compadecían por ser un padre tan joven e inexperto. Un suspiro escapó de la boca de Wei Wuxian mientras pensaba en cómo habría sido Lan Wangji si hubiera sabido que iban a tener un bebé. El solo pensamiento le causó un estremecimiento, así que lo sacudió de su mente y rió al ver la expresión tan confundida del pobre hombre que no tenía ni idea de qué hacer.

Fingiendo que recién había llegado, se acercó muy preocupado y se agachó para alzar a A-Yuan en sus brazos. —A-Yuan, estaba tan preocupado.

Miró a Lan Wangji y le sonrió. —Qué bueno que fuiste tú quien lo encontró. Quien sabe qué le hubiera ocurrido de no ser así.

La multitud se dispersó, pero ninguno estaba poniendo atención a eso. Lan Wangji parecía querer decir algo sin atreverse mientras que Wei Wuxian mecía ligeramente al pequeño para que terminara de calmarse. Al fin, Lan Wangji habló. —Wei Ying... ese niño...

—Es mío —respondió sin titubear, pero luego se rió por la expresión confundida de Lan Wangji. Aún riendo, llevó a A-Yuan a un puesto cercano donde vendían algunos juguetes y le enseñó algunos y eso lo distrajo lo suficiente para que dejara de llorar. —Te gustan mucho, ¿verdad?

Just don't let me disappearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora