Caza fortunas.

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Pasados unos días, cuando mis heridas ya estaban casi curadas por completo, Verónica Bell había vuelto a su casa, Emilia no volvía a atormentarnos nunca más, Adonis yendo como todo un jefe con la confianza de mi padre y Angelo de vacaciones en Grecia, era un final de semana atareado, pero con el ambiente más tranquilo. Pasé un momento por la oficina de Jade: era la gerente de primera línea, maldita gerencia, todos se sentían demasiado al llegar a ese puesto, excepto Adonis, claro.

Cuando toqué la puerta vi que estaba abierta pues al solo posar mi mano sobre ella me dejó ver hacia adentro de la oficina, iba a dar un paso adelante, pero lo que vi me causó náuseas: mi padre y Jade se besaban con urgencia casi por desvestirse, estaban tan ocupados en lo suyo que ni siquiera notaron que abrí la puerta, sentí ganas de vomitar y a la vez una oleada de furia, di media vuelta y comencé a caminar hacia mi oficina; no me había equivocado al decir que era una maldita zorra, venía con las "mejores intenciones" a mi empresa a que le diera trabajo, claro, pero no conté con su gusto por no hacer nada y dejar que un hombre la mantuviera.

Volví a mi oficina para sentarme en mi silla y así poder procesar un poco todo, en la semana Jade se había dedicado a manejar una parte de la contaduría de la empresa, lo cual incluía el supuesto petróleo que vendíamos, ella manejaba una parte de los contadores y en la semana la había visto desenvolviéndose bien en su rol, no había sospechado de que mi padre caería en sus garras, pero, ¿padre? Ese hombre no se merecía ser el padre ni de la más vil cucaracha, era un cínico que se creía superior por ser italiano, sentía que era el jefe y dueño de la vida de sus hijos, Angelo tenía muchas inseguridades por ello y yo sentía muchas veces que mi trabajo nunca le iba a ser suficiente, pero el problema estaba en él y en su tacto inexistente. Adonis entró a mi oficina con unos papeles en la mano, parecía que iba a mostrarme algo.

—Cielo, estuve revisando los encargos de...¿pasó algo? — indagó mirándome sin entender.

—Fui a hablar con Jones sobre algo de la empresa y vaya sorpresa, estaba por follarse a mi papá — expliqué seria.

Lo observé mirarme sorprendido por unos segundos mientras procesaba la información que acababa de darle, la cual era, un poco densa.

—¿Tu papá y Jade? — indagó sin creerlo.

—Como lo escuchas, Jade nunca tuvo buenas intenciones al venir a buscar trabajo, lo único que quería era buscar un hombre que la mantuviera y como no pudo conquistarte, fue por la presa más grande: mi padre — manifesté seria.

—Tu papá es un perro viejo en el gremio y de la vida como para no darse cuenta de que esa mujer es una caza fortunas — indicó él sorprendido.

—Lo sé y no pienso soportar ese teatro — expuse.

Lo sentí tomarme del rostro para acariciar mi mandíbula, nos miramos a los ojos.

—Eres la dueña de esta empresa, toma tu lugar — sugirió sonriendo.

Lo sentí darme un beso en los labios a lo que respondí besándolo más veces, sentimos la puerta de mi oficina abrirse con violencia a lo nos separamos para ver: era Vladimir quien nos observaba sorprendido.

—¿Qué carajos está pasando aquí? — me gritó enojado, Jade estaba parada en la puerta.

—Nos estábamos dando un beso, ¿o acaso está prohibido, Vladimir? Porque si es así, pude notar que no cumples la norma — respondí observándolo mientras daba un paso al frente.

De pronto su expresión de ira cambio a sorpresa y luego se redujo a mirarme como si acabara de regañarlo.

—¿Ahora cómo tengo que decirte, Jones? ¿Mamá? — indagué a Jade quien solo bajó la vista —. Mira, Vladimir.

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