Entre historias y copas.

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A la mañana siguiente la vibra de estar en un sitio tranquilo descansando era muy placentero, se sentía bien levantarse a ver todo la naturaleza a nuestro alrededor sin pensar en qué momento Vladimir me llamaría para que hiciera algún trabajo o estar frente a un escritorio recibiendo diez mil papeles de la entrada y salida nacional de drogas de la empresa, todo eso, podía esperar; mientras, Adonis se tomaba un café mientras fumaba, le encantaban unos cigarrillos llamados Black Devil, los negros, para ser exactos, sabor especial, o como decía en algunas cajas que había mirado: "finest flavor" que traducía: el mejor sabor; yo lo acompañaba con un Screaming Eagle, vino de quinientos dólares, un sutil regalo de una conocida de Francia.

—¿En serio no quieres probar esta delicia? —le pregunté mirando el vaso.

—Bien, déjame probar —pidió mirándome.

Le entregué la copa y lo observé dar un trago, era un licor fino, que tenía guardado hace unos meses para una ocasión especial, ¿qué mejor momento que irme con Adonis Montblanc a una cabaña vacacional para los dos? Por su expresión tras tomar, supe que le había gustado.

—Está delicioso — comentó asintiendo.

Le dio una calada a su cigarrillo y expulsó el humo en mi cara adrede, lo miré arqueando una ceja, él sonrió malicioso, sonriendo le di un trago al licor que tenía y se lo escupí en la cara imitando su acción pero en vez de humo, con licor, él se limpió los ojos con la camisa y me miró con la cara goteando y una sonrisa.

—¿Así te gusta jugar, Black Angel? —preguntó fumando de nuevo.

—No me llames así —contesté quitándole el cigarrillo de la mano y dándole una calada —. Y sí, me gusta jugar...sucio.

Lo miré sonriendo, él intentó quitarme el cigarrillo, pero lo esquivé expulsando el humo, me gustaba el sabor de esos cigarrillos y no lo recordaba.

—Es mío, ¿sabes? — indicó tomándome por la cintura.

—Era tuyo... — respondí sonriendo y le di otra calada al cigarrillo, me acerqué a su boca para besarlo, pero en lugar de eso expulsé el humo en su boca.

Sonriente dejó salir el humo hacia un lado, le entregué su cigarrillo aprovechando para acercarme a su cara y robarle un beso, lo solté para ir hasta el borde del muelle sentarme allí.

—¿Y ahora qué? ¿Me vas a contar una anécdota de tu niñez para que nos pongamos nostálgicos? — indagó sentándose a mi lado.

Me reí y le di una palmada en el hombro, lo miré sonriendo.

—No, de hecho, te iba a decir que amé como follamos anoche...jamás pensé que alguien menor que yo me hiciera disfrutar tanto, siempre te lo he dicho — expresé y sonreí.

—Angel...solo es un año — habló riendo.

—Un año ya es bastante...igual nadie sabe que eres menor un año, no lo aparentas —argumenté volviendo a mirar al horizonte.

—¿Me estás llamando viejo? —me preguntó mirándome.

—No, solo...digo que no te ves menor que yo —le respondí y lo miré a los ojos entrecerrándolos por el sol que no me debaja ver.

Alzó su mano haciendo que la sombra de esta me cubriera del sol y se acercó para besarme la boca abriéndola con su lengua para darme un beso corto, pero vulgar, necesitaba fuerza de voluntad para no gemirle con cada cosa que me hacía, lo miré sonriendo y mordiéndome el labio inferior.

—Te ves preciosa cuando sonríes — expuso acariciando mi mandíbula con su mano contraria, ya había acabado de fumar.

—Gracias, lo sé.

Crímenes De Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora