Heridas.

118 7 23
                                    

—Adonis.

—El mismo.

Lo había extrañado con tantas fuerzas que mi pecho me dolía al recordarlo, pero ahora que lo tenía al frente solo pensaba en cómo me habló justo antes del accidente, como salí de su casa, cómo me subí a mi carro y manejé tomando velocidad hasta que perdí el control del carro y estuve en aquel sucedo terrible que casi me arrebata la vida. Él acercó su mano para acariciar mi rostro y sentí un poco de alivio al notar que aún sentía cariño en sus caricias, lo miré a los ojos tratando de descifrar algo allí.

—No me esperaba encontrarte aquí.

—Yo tampoco, mi amor, yo tampoco. Tenemos mucho de qué hablar.

—¿De verdad? — pregunté, me sentía en un sueño.

—Sí.

Hubo un silencio entre los dos que no era incómodo, pero había bastante intriga en él, nos mirábamos a los ojos con demasiado en medio, kilos de emociones y mil preguntas por responder.

—¿Prefieres no hablar? — preguntó separando su mano de mi rostro.

Bajé la vista cuando sentí que los ojos se me llenaron de lágrimas, habían pasado demasiadas cosas en los últimos meses, tenía un revuelto de emociones sumado a que hacía poco había tenido aquel sueño de que estaba con otra mujer y solo me quería para sexo, ¿habrá sido una predicción? Tenía que dejar de darle permiso a mi mente de que me controlara, pero tener tantas cosas en la cabeza dificultaba la tarea.

Sin decir nada solo se acercó para abrazarme a lo que lo abracé de vuelta escondiendo mi rostro en su cuello, no podía dejar de llorar, tenía a Adonis al frente y quería golpearlo, pero también quería abrazarlo hasta quedarme dormida en su pecho, lo sentía acariciarme la nuca despacio mientras su respiración rozaba contra mi piel.

—Te odio...pero a la vez te amo — expresé apretando su espalda.

—Te entiendo, ¿quieres que me vaya?

—No.

Agradecí que ya había pagado el postre y me podría ir sin problema de la cafetería, necesitaba salir de ahí para procesar en un lugar menos público.







Estaba frente al hombre por el que había sufrido por semanas y sin embargo no sentía lo mismo que imaginaba que me causaría verlo, me sentía herida por cómo me había tratado, cómo me había hablado de forma tan fría que por poco me congela el corazón. Se sentía bien verlo hasta cierto punto, pero a la vez sentía el dolor de lo que me había causado su actitud, estábamos en una calle más sola cerca al hotel uno frente al otro, me había observado calmarme en silencio mientras solo me abrazaba contra su pecho, ahora que estaba calmada, nos mirábamos a los ojos descifrando muchas cosas.

—Adonis, antes de que empieces, yo sé que vas a justificarte y vas a explicarme lo que sucedió, pero en ese corto espacio me hiciste mierda —me atreví por fin a decir.

—Dicen que solo entregas lo que tienes dentro y en ese momento yo estaba hecho mierda.

—Es entendible, sé que no estabas emocionalmente bien pero ahora yo tampoco lo estoy.

—Perdóname, Angel, no espero que quieras volver a tener todo lo que teníamos ni que en este momento realmente quieras verme la cara, pero lo único que sí quiero es saber que tengo tu perdón —mencionó viéndome a los ojos —. Actué desde mis emociones y soy consciente de ello, dije muchas cosas que realmente no tienen justificación y por dejarme llevar por todo lo que me pasaba, acabé siendo el patán del año, lo sé.

Crímenes De Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora