Recordar es vivir.

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Manejé hasta una farmacia para comprar la dicha prueba de embarazo, no podía evitar pensar en que era maravilloso trabajar con alguien a quien le daría toda mi confianza, me hacía sentir protegida, la preocupación del embarazo había disminuido casi en su mayoría con lo que hablamos en el camino de las opciones que tenía, él era un hombre muy culto y bien informado, sabía muchas cosas que de seguro su mamá, a quien yo amaba, le habría enseñado.

Tras comprar la prueba fuimos juntos al baño de mujeres, nunca me había hecho una prueba de embarazo, como dije: me salté esa clase ya que no tenía en planes ser madre.

—Ni siquiera sé cómo hacer esto...nunca me he hecho una— anuncié y me pasé una mano por el rostro.

—Si nunca hubiéramos terminado ya te habrías hecho varias y todas positivas.

Lo miré y me reí, le di un leve puño en el hombro, él sonrió cómplice, desde que lo conocía, su sueño más grande era tener hijos y formar una familia.

—¿Me acompañas entonces? — le pregunté-

Me sentía como en una película de terror, donde un bebé amenazaba con llevarse mi vida, terrorífico, ¿verdad?

Entré a uno de los cubículos, mientras él esperaba afuera en los lavamanos, si alguien entraba seguro se las arreglaría solo, era muy inteligente.

Tras hacer todo el procedimiento, salí del baño para ponerla sobre el lavabo mientras por poco temblaba, ¿niños? No, gracias, denme un vodka. 

Él tomó la prueba para mirarla, debía ser muy fácil ser hombre y no embarazarse, ¿verdad? Solo follas, te corres y luego no te preocupabas si alguien fecundó un óvulo o no, excelente, cuando volteé a verlo sonrió, no sabía cómo tomar esa sonrisa, si de felicidad porque tendría un hijo o de felicidad porque no estaba embarazada, la metió en su bolsillo, buscaba su mirada con desesperación, se pasó una mano por la mandíbula y se lamió el labio.

—Tienes que ir a comprar protección, para mañana — expresó sin dejar de sonreír.

Me pasé las manos por el rostro y sonreí, sentí un gran descanso al pensar que no estaba embarazada y no tendría que darle explicaciones a mi papá, tenía una sensación de haberme librado de un gran peso, volví a mirarlo con una sonrisa.

—Gracias al cielo — dije.

—Te salvaste, así tengas que llamarme para que te lleve un condón hazlo, pero no tengas sexo sin protección.

—Lección aprendida — contesté sin dejar de sonreír.

Sentía la adrenalina de la felicidad recorrer mi cuerpo, le tenía miedo a mis descargas de adrenalina, siempre hacía algo sin pensarlo dos veces y a veces me arrepentía, tomé su rostro, casi sin pensarlo y lo besé descargando toda mi adrenalina allí, él respondió a mi beso sorprendido pero a la vez satisfecho, lo sentí tomarme de la cintura para pegarme a su cuerpo, me besaba con ganas mientras apretaba la piel de mi espalda baja y jugaba con su lengua dentro de mi boca, deslicé mi mano por su nuca para apretarle la piel, ¡estaba besando a Adonis Montblanc otra vez! Ya podía morir en paz.

—Sabes cómo son mis descargas de adrenalina, no pienso lo que hago — indiqué tras separarme y suspiré.

—Extrañaba besarte, no fue ninguna molestia.

Nuestros labios se rozaban mientras respirábamos agitados aún con la emoción del beso.

—¿Qué día es hoy? — le pregunté y tragué saliva

— Es jueves.

—¿Has tenido sexo en un carro con tu ex? — indagué sin pensarlo, de nuevo.

Sonrió como si le hubiera propuesto ganarse un millón de dólares en el instante, se lamió los labios y me miró a los ojos fijo, sino respondía me iba a dar un preinfarto y ya eran suficientes las veces que estuve cerca de morir, me apretó contra su cuerpo teniéndome de la cintura, acercó su cara a mi cuello dejando unos cuantos besos mojados, creía que era un sí, pero tenía mis dudas, deslicé mi mano por su nuca disfrutándome sus besos, ¿herida en el costado? Ni la recordaba, subió hasta mi oreja con su boca para jadear suave en ella, me mordió levemente el lóbulo de la oreja para tomarme de la mandíbula.

Crímenes De Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora