~•¿𝐄𝐧𝐠𝐚ñ𝐨? •~

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La noche ya era presente en toda la ciudad de Seúl. Las calles eran iluminadas a su más lindo esplendor. Todo era tan lindo.

En uno de los bares más lujosos de todo Seúl, se lograba escuchar algunos gritos por parte de una de las mesas.

-¡Una más! ¡Por favor!

-Rengoku... ¿No crees que ya has tomado mucho?- El azabache empezaba a preocuparse por su compañero. Ya había tomado bastante, no quería tener problemas con nadie.

-¿Y si así me pela el solecito de Tanjiro?- Sus palabras ya no eran del todo vocalizadas. Se notaba lo dificultoso que se le hacía.

-Señor Rengoku... Yo creo que ya fue suficiente.- Le frotaba la espalda de arriba a abajo. De una manera que lo tranquilice.- Creo que Tanjibebé no le gustaría verlo en su estado.

-¿Nuevamente hablas de ese mocoso?- Fruncia el ceño, se notaba lo molesto que estaba por las palabras de su pareja.

-Iguro bebé, no te molestes ¿sí? Es solo trabajo.- Era divertido ver a ambos tener una pequeña escena de celos.

-¡Rengoku! ¡Hasta el fondo!- Uno de ellos, alentaba al de cabellos flameantes para que siga bebiendo hasta el fondo.

-Uzui, creo que deben tranquilizarse.- Se acercó a la oreja del mayor para así poder susurrar le.- Todos nos están mirando, date cuenta.

-¡Tonterías, Kanae! ¡El cejotas debe de seguir!- Ignorando las palabras de su compañera, siguió alentando a su compañero.

-No tiene caso, Kanae.- Sanemi se encontraba recostado en el hombro de la linda mujer de la cual andaba enamorado. Era una sensación indescriptible para él. Era como si estuviese en las nubes.

-Eres muy lindo, Sanemi.- Sin cambiar de posición, Kanae le andaba apachurrando una de sus mejillas. Ya andaba decidida de expresar sus sentimientos hacia el contrario.

Bastó hasta la media noche para que algunos de los presentes ya no tengan su conciencia clara a causa del alcohol

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Bastó hasta la media noche para que algunos de los presentes ya no tengan su conciencia clara a causa del alcohol.

Se sobreentiende el porqué. Era notoria la gran cantidad de barriles de cerveza que ya se habían agotado en la gran mesa.

Uno de los celulares de alguien empezó a sonar. Nadie le tomó importancia ya que era casi imposible de escuchar por la gran bulla que se hacía presente.

-¿Aló?- El de cabellos duraznos había respondido una llamada la cual no era la primera vez que llamaban. Ya eran repetidas veces.

Giyuu simplemente se disponía a mirar a su pareja. Supuso que esta noche no dormían.

-Ya salgo.- Apoyándose de la gran mesa en la que se encontraban, se puso de pie para intentar salir del lugar. Pero fue interrumpido por alguien.

-Sabito, ¿A dónde vas?- Su pareja estaba de brazos cruzados frente a él. Su pareja no le había comentado nada sobre el tema.

𝐌𝐢 𝐥𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐭𝐢𝐬𝐭𝐚~ •𝐆𝐢𝐲𝐮𝐮𝐭𝐚𝐧•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora