A la corta edad de dieciséis años, Kamado Tanjiro es uno de los artistas más aclamados en la industria del K-pop gracias a la gran empresa que maneja su padre, Muzan Kibutsuji.
Giyuu Tomioka tendrá que unir sus lazos junto al joven Kamado para poder...
-¡Mira, Haganezuka-San!.- Señaló un lindo collar que se encontraba frente a una vitrina de cristal.- Es muy linda, ¿cierto?
El recién nombrado asintió con la cabeza mientras no despegaba la mirada de su celular.- Tanjiro, tenemos que irnos. Ahora.
-Cierto, la reunión, ¿verdad?- Dijo decepcionado para alejarse de aquella tienda en la que se encontraban.
-El carro nos espera en la esquina. Andando.- Se puso detrás del pelirrojo para poder ver sí este estaba siendo perseguido por algún paparazzi o un fan. El siempre tiene que estar alerta.
-Por casualidad.- Decía mientras subía al auto.- ¿Sabes de qué se trata la reunión?
-Disculpa, Tanjiro-Kun, pero no estoy enterado.- Terminó por sentarse en el asiento del auto para cerrar la puerta he ir en marcha a las instalaciones de MK.
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-¿Tomioka Giyuu?- Acomodó sus lentes para poder leer sí se encontraba en los asistentes de la reunión.
-Sí.
Escribió el nombre completo del azabache.- Oh, sí. Por favor, pase al tercer piso, primera oficina. Lo están esperando.- Terminó con una sonrisa.
-Muchas gracias.- Dio media vuelta para ir a la dirección encomendada.
Esto podría traerle muchas más oportunidades para ser reconocido en otros Institutos y poder crecer cada día más como su profesión de maestro.
Se dirigió al ascensor, apretando el botón del piso en el cual iba dar acabo la reunión.
Miró por un instante su reloj de mano para darse cuenta que eran las 4:45 pm. Aún estaba a tiempo, no le hubiera gustado dar una mala impresión por su impuntualidad.
Al sentir que el ascensor había parado, intentó arreglarse lo más rápido posible y dar sus últimos retoques.
Las puertas se abrieron, logrando ver un pasillo largo de color blanco, impecable a primera vista. Más no podía tener distracciones ahora.
Adentrándose más al corredor, se puso frente a una puerta blanca, bastante linda. Por educación, la tocó. Esperando la respuesta de alguien, leyó un letrero que se encontraba pegado en aquella puerta el cual decía "Sala de reuniones" dando a entender que estaba en el lugar correcto.
-Pase.- Logró escuchar desde el lado contrario.
Respiro hondo y giró la manecilla, logrando adentrarse al cuarto en el cual se encontraban las personas con las cuales había quedado.
-¿Ah?- Confundido, el pelirrojo alzó una de sus cejas al ver a su profesor en la sala de reuniones de su padre.- ¿Tomioka-Sensei?
-Toma asiento, por favor.- Dijo el que se encontraba al final de aquella mesa larga de la sala.