Capítulo 22🍷

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Una semana, una jodida semana sin poder salir de esta habitación. Mi castigo me llevo demasiado lejos y lo peor de eso que Black ni siquiera se había dignado a aparecer por esta habitación.

Sigo sin saber quién es, quién es el rostro oculto bajo la mascara.

Desde mi "castigo" , no lo había visto.

Mi cuerpo deseaba que lo hiciera otra vez, que me tocara como lo hizo, que me besara de esa forma que solo él podía saber. Mi cuerpo deseaba, otra vez, sentirse en el paraíso. Cosa que me parece estúpida, pero había escuchado que cuando una persona se inicia sexualmente es por experimentación. Así que quizás eso era lo que mi cuerpo deseaba, experimentar con deseo y placer. 

No me imagino enamorada de Black por toda la eternidad o algo así, pero una parte de mí, quería que él me tocara de la forma más pecaminosa posible.

Esta no eres tú, Maisie Wilde, es hora de que vayas recuperando la poca cordura que te queda.

Creo que mi parte racional se durmió, la poca cordura que tenía se terminó.

Por desesperación, tiro un jarrón que estaba en una mesa, la misma mesa en donde se encontraba el vino que Black utilizó para torturarme de la peor manera posible.

Busco en los cajones de los muebles, algo que me pueda servir para salir de aquí.

Solo está la poca ropa que me han traído, unas cuantas botellas vacías de vino, guardadas en un mueble y un álbum fotográfico.

Por curiosidad, abro el álbum para ver su contenido, las fotos, esas fotos.

¿Qué es esto?

Con manos temblorosas voy pasando cada página, con fotos, fotos mías de cuando yo tenía once años.

Eso fue hace años, ¿que se supone que es esto? ¿qué pasa aquí?

En unas fotos estoy en la escuela, cuando estudié en Argentina, Guatemala y Escocia.

Mi padres son latinos, pero por cuestiones de la vida, decidieron irse de Latinoamérica, así que toda mi vida la he pasado de aquí allá. Aunque he tenido tiempos de estabilidad. Si mucho, nos hemos mudado cuatro veces.

¿Cómo supo él que estuve en esos países?

Esto es demasiado para mí, Black es un enfermo demente.

Lagrimas ruedan por mis mejillas, y con mis manos temblorosas las comienzo a limpiar.

Me conoce, me conoce desde hace mucho tiempo, y yo no sabía nada. Sabe mucho sobre mí, sabe casi toda mi vida entera.

Hasta tiene mi acta de nacimiento y la de mi hermana también.

—Señorita, aquí está su merienda—la voz de Mary me sobresalta.

Ella trae en sus manos una bandeja con fruta y jugo de manzana, uno de mis favoritos.

Ahora entiendo porque Black sabe hasta el más mínimo detalle sobre mí.

—No tengo hambre—digo.

—¿Le pasa algo, señorita?—Mary deja la bandeja con la merienda en la mesita de noche.

No quiero responder, ni siquiera quiero articular palabra alguna.

Sentada en el piso, con el álbum entre mis manos, pensando los verdaderos motivos, por los cuales yo estoy aquí.

Mary se percata del objeto entre mis manos.

Sigo revisando y encuentro un contrato.

Mi nombre está ahí.

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