Capítulo 4

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Eiji se convenció por milésima vez que ese día no podía ser tan malo, encontraría a Ash Lynx, le pediría disculpas y le juraría nunca atravesarse por su camino. Si de eso el lince buscaba problemas, debería hablar con alguien para tratar de solucionar todo el asunto.

Aún recuerda la voz furiosa de Ash y la lamida, porque no puede llamarla de otra manera, que este le dio, el recuerdo hace que sienta cosas raras en el estómago.


El día pasó, llegó la hora del receso y no había rastro de Ash.


Decidido a olvidar al rubio, Eiji se dirigió a la enfermería donde trabajaba como voluntario. Estaba ayudando a la enfermera a cortar gasas cuando escuchó un alboroto, aparentemente alguien había sido golpeado. Para mala suerte de Eiji, el motivo de su preocupación estaba justo frente a él, junto a su amigo de cabello morado, ambos golpeados y con la ropa hecha un desastre. Al verlos la enfermera rápidamente acudió a ayudarlos, tomó a Shorter del brazo y lo obligó a sentarse para curar las heridas.


“Eiji, cariño, encárgate de él”


Dijo la enfermera señalando al lince, que tenía un golpe en la mejilla y un corte en la ceja derecha.


“Puedes sentarte en esa silla, voy a traer hielo”


Eiji habló  muy bajito y casi no le sale la voz, a pesar de haberse aclarado la garganta tres veces, odiaba que eso sucediera cuando estaba nervioso.

Mientras Eiji colocaba hielo en una bolsa, escuchaba a Shorter contarle a la enfermera que pelaron  con unos ladrones que habían tratado de robar el bolso de una de sus compañeras.


La enfermera los estaba reprendiendo, y felicitándolos  a la vez por tal hazaña, Eiji terminó de colocar el hielo, se dio la vuelta y enfrentó la mirada seria de Ash, con cuidado se acercó a él para comenzar a limpiar la herida del rubio. Ash era alto y sentado casi quedaba a la altura de Eiji, que limpiaba con suero  la sangre seca que se había acumulado.

Las manos le temblaban, el lince no dejaba de mirarlo directamente a los ojos y ahí estaba de nuevo esa sensación, sentía como un hueco en el estómago y pensó que Ash no se daría cuenta.


“¿Te  pongo nervioso?”


La pregunta de Ash fue hecha con un tono de burla hacia Eiji sin embargo, la naturaleza sincera del chico lo obligó a responder de la forma más honesta posible.


“Sí”


La respuesta sorprendió a ambos chicos


“Y por qué será, Eiji?”


En lugar de responder, Eiji se dio la vuelta, tomó las banditas, colocó una en la ceja del chico y a su vez  puso la bolsa del hielo en la mejilla golpeada de Ash.


“Debes colocarte esto por tres días, lo colocas un minuto, descansas dos y vuelves a ponerlo. Recuerda no aplicar el hielo de forma directa y sobre todo no te expongas al sol, yo… debo irme. Adiós”


Y Salió corriendo, su plan de hablar con Ash se había ido al demonio, nunca pensó que podía ponerse tan nervioso al punto de salir casi tropezándose, se odiaba por ser tan cobarde, esa oportunidad era perfecta para hablar con él y aclarar las cosas de una vez por todas.
Es que Ash lo intimida demasiado, esa mirada fija de enojo con un deje de fastidio era asombrosa, ya que pudo apreciarlo tan de cerca, confirmó que el chico era guapísimo. Si fuera más amable tendría a muchas personas enamoradas de él, pero no, a pesar de ser un adonis, Ash no era agradable con los que lo rodeaban y Eiji no lo imaginaba enamorado llevando osos de peluche a su amor o peor aun teniendo cenas románticas.

Para Eiji, Ash era de esas personas que parecen ser serias en todo, que no hacen nada vergonzoso, nada para que se burlen de él, de esos que no se toman fotos y odian el color rosa. Bastaba ver cómo iba vestido a la escuela, jeans, zapatillas rojas, camisetas con frases deprimentes y chaquetas desgastadas. Todo lo contrario a él, que le gustaba soñar, tener peluches y comprar utilería escolar de colores bonitos. Después de analizarlo un poco, entiende por qué no le agrada al chico.


“Eres un tonto, Eiji”


No dejaba de repertirse.

Cuando finalizó la jornada escolar, Eiji tuvo que quedarse un poco más tarde de lo habitual para recoger los trabajos de sus compañeros. A esa hora en la escuela sólo se encontraban los alumnos que pertenecían a algún club. Eiji terminó con su trabajo y bajó hasta el área de los casilleros.

Iba caminando tranquilo cuando a lo lejos vió una silueta parecida al lince.


Ash se encontraba tirado en el césped, con los dos brazos tapándole la cara, Eiji se acercó a él.


“Ash te dije que no deberías exponerte al sol, tienes una herida ahí, Ash”


El rubio no se movía, de repente quitó los brazos de su cara y miró molesto al causante de su mal humor.


“¡A ti qué te importa lo que hago, Okumura!, vete a jugar al buen samaritano a otro lado no estoy con ánimo para hablar contigo”


Ignorando la grosería del rubio, Eiji se sentó a su lado y en un impulso de valentía se decidió a hablar.

“Es que te puede hacer mal el sol con esa herida. Y Bueno en la enfermería quería decirte algo. Yo… discúlpame, si tanto te desagrado te prometo que trataré de evitarte lo más que pueda, nunca fue mi intensión molestarte, yo… me iré ahora”


Eiji estaba a punto de levantarse cuando la escandalosa risa de Ash lo detuvo.


“Enserio que eres raro, Eiji, hablas, sales corriendo, luego vienes te disculpas y quieres volver a huir. No cabe duda que harías lo que fuera con tal de no tener nada que ver conmigo cierto. ¿Qué? ¿Me tienes miedo? ¿Crees en todos los estúpidos rumores sobre mí? ¿Crees que sólo soy un buscapleitos sin oficio ni beneficio? ¿Tienes miedo de ser atacado por mí?


Para que lo sepas Eiji, yo no soy un idiota acosador de alumnos indefensos, no me agradan que se metan conmigo es simple”


Eiji agachó la mirada, no sabía que responder y fue tomado del mentón por el rubio obligándolo a mirarlo a los ojos.


“¿Qué ahora no vas a responder?


“Yo, solo no quería molestarte. Simplemente a mí no me gusta que las personas estén enojadas conmigo, sé que te puede parecer estúpido pero me siento mal cuando alguien se siente incómodo por mi culpa  y no puedo  hacer algo para solucionarlo. Yo, creí que me querías lo más lejos posible, yo no quería pelear contigo”


Y Eiji dijo todo eso con la voz más dulce que Ash había escuchado, con sus ojitos tristes y las mejillas sonrojadas a más no poder. De pronto el mal humor de Ash se esfumó. Nunca había esperado una respuesta como esa. Tomó  a Eiji de la cintura y lo volteó para que quedara debajo de él.


Eiji abrió mucho los ojos, podía ver el reflejo del sol coronando el cabello del rubio y esos hermosos ojos verdes.

A Eiji nunca le había gustado el contacto físico, peor aún que alguien lo tomara de esa forma tan brusca, simplemente no le agradaba ni siquiera el olor corporal de algunas personas, pero ahora, estaba ahí debajo de ese rubio mal humorado, aspirando su aroma y puede decir que le agrada bastante. Siente muy agradable el peso del chico sobre él, Ash huele menta fresca mezclada con su propio olor y esa mezcla le resulta excitante, Ni siquiera le importa que algún profesor o alumno pase por ahí y los vea.


De repente, Ash se mueve, Eiji cree que va a levantarse, pero lo que sigue es que el rubio se inclina sobre sus labios y lo besa.

A Eiji lo han besado dos veces, una en una fiesta por una apuesta, fue un roce de labios que a él no le pareció la gran cosa, la otra fue cuando se le declaró un muchacho mayor que él, antes de que Eiji pudiera decir que no, el joven lo tomó de la nuca y lo besó. Un beso que Eiji no puede recordar con agrado, asqueroso para él, lleno de saliva, es que no entendía cómo a las personas les puede agradar babearse la cara.
Ahora está en el suelo dejándose succionar el labio inferior por el rubio, dejándose tocar los muslos y la cintura, está permitiendo  que Aslan introduzca la lengua hasta su garganta y muerda en orden sus labios, primero el de arriba luego el de abajo. Está volviéndose loco con el olor del chico, está haciendo sonidos que nunca imaginó que podía hacer.




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