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𝐌𝐀𝐍𝐀𝐃𝐀
(Lupus & Prendimiento de Cristo)
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Respiro hondo, el aire llena mis helados pulmones así como la oscuridad me envuelve con su brisa nocturna. Miro en el cielo los astros que iluminan mi sendero a casa y, como si fuesen migajas de pan, los sigo hasta llegar a mi hogar. El costal pesa, pero ese venado tendrá que ser nuestra cena.
Las cosas no han sido fáciles, querida, desde que me dejaste. Huiste sin motivo y me abandonaste a la cabeza de una familia con dos bebés que suplicaban tu calor. Sabías que te necesitábamos, que yo te necesito. Sin embargo sé, amada mía, que dónde quiera que estés serás más feliz que en medio del bosque, con un pobre leñador. Ojalá lo hubiera sabido antes, pudiste decirme que mis sueños no eran los tuyos pero nos dejamos gobernar por el deseo pero ahora estoy pasando el diciembre más sólo de mi vida.
Entro a la cabaña tras tocar la puerta 4 veces seguidas y sonar 2 veces la campana que hace meses instalé en el exterior, de memoria recité «el que con lobos anda, a aullar se enseña».
Sin más, cadenas se empiezan a mover del otro lado de la puerta así como varios pasadores y candados. Retiro mis botas, llenas de lodo y nieve y las dejo a un lado de la entrada. La puerta se abre con cuidado y mi niño me recibe. Trae puesto el gorro de su madre y uno de mis abrigos, en su mano trae una pala en caso de que yo sea un impostor. He tenido que enseñarle a desconfiar de cualquiera que toque la puerta mientras yo no estoy.
—Te tardaste mucho, papá —me regaña como si ese pequeño de diez años fuese mi padre—. Bessie estaba muy preocupada —me señala con el dedo mientras camino a la cocina, encima de la mesa dejo la gran bolsa que traje conmigo.
Blaise se acerca curioso al costal y le reprendo, no debería ver esa clase de cosas. Theodora no le permitía verlo, yo tampoco lo haré.
—Veamos cómo sigue Bessie —le digo refiriéndome a su hermana menor.
Las escaleras de madera crujen con nuestros pasos hasta que llegamos a la habitación de la pequeña, se encuentra muy oscura pero es más cálida que el resto de las habitaciones ya que tuve que cubrir las paredes y la ventana con mantas y pieles. Ella está recostada con la manta sobre su cuerpo, se ve cansada pero siempre se ve así. Me mira emocionada pero comienza a toser con fuerza así que me acerco a su cama y, con el pañuelo que está en la mesita junto a su quinqué, le ayudo a limpiarse, ella escupe en el pedazo de tela y mi corazón se parte al ver que ha escupido sangre nuevamente.
—Qué bueno que volviste, Ángela estaba preocupada por ti. —me dice mostrando a su muñeca, la semana pasada se llamaba Alice y llevaba ropas diferentes, pero es lo mejor que puede hacer para no aburrirse durante el día. Eso no es lo importante, me preocupa lo rasposa que su voz es. Su estado empeora cada vez más y no puedo hacer nada para solucionarlo. Mi niña de siete años se muere cada día más por la fiebre, vomitando su sangre y no puedo hacer nada al respecto.
—Dile que ya no tema, que he llegado y está a salvo —le miro divertido, reprimiendo las lágrimas que se acumulan en mis ojos, le doy un beso en la frente—. Iré a preparar la cena.
Bajo con intención de empezar a cocinar el venado que traje pero los pequeños pasos detrás de mí me hacen voltear.
—Bessie, Blaise, les he dicho que no pueden bajar cuando corto la carne —mi hija se molesta y observa a la muñeca, esperando que también la mencione—. Tampoco tú Angela, no puedes bajar aún.
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Crónicas I: David y Jonathan [TERMINADA]
Spiritual⏳ | David despierta en medio de un club sin recordar quién es. Jonathan asegura ser su amigo y conocerlo, sin embargo, David sabe que algo ha de ocultar. En algún lugar del mundo, Goliat prepara su venganza contra la humanidad a punto de crear el ap...